Las fuerzas de seguridad irrumpieron el domingo en un centro de detención en el sur de Rusia y mataron a reclusos que habían tomado como rehenes a dos miembros del personal, informó el domingo la agencia estatal de noticias rusa RIA Novosti.
Por Infobae
Los rehenes en el centro de detención preventiva en Rostov del Don resultaron ilesos, señaló esa agencia, citando al Servicio Penitenciario Federal de Rusia.
Informó, además, que los secuestradores fueron abatidos.
“Durante la operación especial para liberar a los rehenes en el centro de detención preventiva número 1 del Servicio Penitenciario Federal de Rusia en la región de Rostov, los delincuentes fueron eliminados, los empleados que estaban como rehenes fueron liberados y no resultaron heridos”, según un mensaje del Servicio Federal de Penitenciarías de Rusia.
Anteriormente, la agencia estatal de noticias TASS, citando fuentes anónimas de las fuerzas del orden, había dicho que seis secuestradores estaban en el patio central del Centro de Detención No. 1 de la región de Rostov, armados con una navaja, una porra de goma y un hacha contra incendios. Entre los prisioneros hay hombres acusados de tener vínculos con el grupo Estado Islámico, agregó.
Los rehenes, en tanto, eran un responsable de operaciones y un supervisor.
Según el medio, los seis reclusos fueron condenados a 18 años de prisión en diciembre del año pasado por varios delitos de terrorismo, incluido el de preparar un ataque con bomba contra del Tribunal Supremo de la república rusa de Karachaevo-Circasia. La sentencia recogió que los acusados mantenían contacto por internet con un miembro del Estado Islámico y habían jurado lealtad a la organización terrorista.
Los terroristas han sido identificados como Shamil Akiev, Tamerlan Gireev y Azamat Tsitskiev, condenados por intentar atentar contra la sede del Tribunal Supremo en la república rusa de Karacháyevo-Cherkesia.
Las autoridades sospechan que este secuestro fue planeado desde hace varios meses y contó con ayuda desde el exterior de la cárcel.
Rusia ha sido blanco en repetidas ocasiones de atentados reivindicados por la organización yihadista.
El 22 de marzo, hombres armados abrieron fuego en una sala de conciertos cerca de Moscú, matando al menos a 144 personas e hiriendo a cientos. Fue el atentado más mortífero en suelo ruso desde 2004.
Desde entonces han sido detenidas más de 20 personas, entre ellas los cuatro presuntos agresores, todos ellos procedentes de Tayikistán, antigua república soviética de Asia Central fronteriza con Afganistán.
El Estado Islámico revindicó en repetidas ocasiones su responsabilidad, pero Moscú intentó vincular a Ucrania y a Occidente al ataque, el peor atentado registrado en Rusia en veinte años.
“En el curso de la investigación (…), se determinó que la preparación, la financiación, el ataque y la retirada de los terroristas fueron coordinados por internet por miembros del grupo Provincia de Jorasán”, la rama afgana del EI, declaró el director de los servicios de seguridad rusos (FSB), Alexander Bortnikov, citado por la agencia RIA Novosti.
A finales de marzo, el presidente ruso Vladimir Putin reconoció que el atentado fue cometido por “islamistas radicales”, pero siguió insinuando que Kiev lo había ordenado.
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