El debate que este jueves enfrenta al presidente demócrata, Joe Biden, y al exmandatario republicano Donald Trump (2017-2021) mostrará ante las cámaras no solo dos formas de entender la política, sino dos personalidades opuestas: serena por parte del actual inquilino de la Casa Blanca y temperamental en el caso de su antecesor.
Estos son sus puntos fuertes y débiles:
– Veteranía institucional versus fortaleza mediática
Biden fue senador de 1973 a 2009, vicepresidente bajo el mandato de Barack Obama (2009-2017) y desde enero de 2021 ocupa la Presidencia. Trump, en cambio, saltó a la arena política tras una larga carrera empresarial con incursiones puntuales en el mundo del espectáculo, pero sin experiencia previa en los pasillos del poder.
El actual mandatario es un «institucionalista», explica a EFE Tom Hollihan, profesor de Comunicación en la Escuela de Comunicación y Periodismo USC Annenberg. Trump, por su parte, «es una personalidad televisiva muy grandilocuente, que capta la atención y dice cosas deliberadamente provocadoras».
– La fuerza del poder contra la del olvido
Estar en la Casa Blanca pone al alcance de Biden todos los recursos de la autoridad. Su presencia mediática se multiplica por los compromisos propios de su cargo y sus encuentros con líderes internacionales impulsan su imagen presidencial.
Al mismo tiempo, los comicios del 5 de noviembre pueden interpretarse como un referéndum a su labor. Trump tiene el paso del tiempo a su favor y el olvido en la memoria colectiva de algunas de sus propuestas más disparatadas, como la de tratar el coronavirus con una inyección de lejía.
– El peso de la edad
Biden tiene 81 años y su rival 78. Hay tres años de diferencia, pero solo uno de ellos es octogenario y ve cuestionadas en la arena pública las consecuencias de la edad.
«Los dos han tenido momentos preocupantes sobre sus capacidades, pero Trump siempre ha sido un poco errático. Cuando es más errático, la única impresión que da es que está siendo él mismo, en vez de mostrar señales de envejecimiento», apunta Tammy Vigil, profesora de Comunicación en la Universidad de Boston.
– Apoyo de la familia frente a ausencias notables
Biden tiene en su esposa un apoyo fiel. «Soy Joe Biden, el marido de Jill Biden», suele decir en los mítines donde está acompañado de la primera dama. La mujer de Trump rara vez se deja ver con el exmandatario, ya sea en actos oficiales o fuera de agenda.
Tanto Ivanka Trump, hija del expresidente, como su marido, Jared Kushner, que ejercieron de asesores durante su mandato, se han mantenido al margen, por lo que el círculo público de este se ha reducido a Eric y Donald Trump Jr. y a sus esposas.
«La gente puede preguntarse si esas ausencias ponen en cuestión su apoyo a él y si ellos deberían por tanto cuestionarse si lo respaldan», recalca Vigil.
– Una personalidad predecible y una carta blanca al caos
Trump puede decir una cosa sin sentido tras otra y a sus partidarios no les importa, apunta Steven Fein, profesor de Psicología del Williams College. «Biden está sometido a un mayor escrutinio por la gente de izquierdas, así que se tiene que preocupar más por no ofenderlos y también por ganar a los de centro».
Esto hace que el actual mandatario sea quien tiene más que ganar o perder en este primer cara a cara. No solo las expectativas sobre él son más altas, sino que no debe dar motivos a quienes mirarán con lupa posibles fallos atribuibles a su edad.
– Voto de las clases medias frente a incondicionalidad de las altas y bajas
Biden tiende a atraer a un electorado de áreas urbanas, con mayor educación e ingresos medios. También a los afroamericanos y a las mujeres.
Trump suele tener de su lado a los extremos: a los de un nivel socioconómico bajo, que se adhieren a su lema de campaña ‘Make America Great Again’ (Hacer América grande de nuevo), popularizado como MAGA, pero también a los empresarios, tanto de grandes como de pequeños negocios.
– Cuaderno judicial limpio y primera condena a un expresidente
Trump tiene en su contra cuatro casos penales y una condena, la primera contra un exmandatario del país, por falsificación de registros comerciales para comprar el silencio de una actriz porno durante la campaña de 2016.
Biden llega sin antecedentes pero salpicado por la declaración de culpabilidad a su hijo Hunter por compra y posesión ilegal de un arma en 2018. Aunque no son situaciones comparables, uno y otro bando las utilizan contra su rival. EFE
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