Venezuela se alista para las elecciones presidenciales fijadas para el 28 de julio, unos comicios en los que el chavismo parece estar más cerca que nunca, en sus 25 años de Gobierno, de perder el poder, según sondeos de ORC consultores, tras una prolongada crisis económica y frente a una oposición que llega en gran parte unida al día de la votación.
Por CNN
El derrumbe del producto interno bruto (PIB) de la última década y la salida de más de 7,7 millones de venezolanos del país podrían no alcanzar para explicar las condiciones que enmarcan la campaña, ya que para las elecciones de 2018 la recesión llevaba varios años y el movimiento migratorio estaba en despliegue.
Y si en 2018 el Tribunal Supremo de Venezuela excluyó a la coalición Mesa de Unidad Democrática (MUD), que agrupaba entonces a gran parte de la oposición, por considerar que su participación contravenía una prohibición de doble militancia, esta vez no dejó participar a la ganadora de las primarias, María Corina Machado, debido a una inhabilitación dictada por la Contraloría General de la República para ejercer cargos de elección popular. Luego, su sustituta, Corina Yoris, no pudo inscribirse.
“Nunca la oposición había estado tan cerca de lograr ganar”, asegura a CNN Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en referencia a una posible victoria en las elecciones del candidato Edmundo González, líder en los sondeos.
Hugo Chávez venció con relativa holgura cuando compitió en cuatro presidenciales, entre 1998 y 2012, siempre con al menos 10 puntos de ventaja sobre su más cercano contrincante.
Luego de su fallecimiento, Maduro se impuso a Henrique Capriles por escaso margen en las elecciones de abril de 2013, menos de 1,5 puntos de ventaja según el escrutinio oficial, una distancia de 223.599 votos. Cinco años después, Maduro fue reelegido en un proceso que no fue reconocido por la oposición y por varios países de la comunidad internacional, tras la exclusión de la MUD.
“En 2013 la elección fue muy cuestionada, muchos pensamos que el Gobierno pudo haber perdido. En (las legislativas de) 2015, sin duda las perdió. Para 2018, la oposición no tenía ninguna oportunidad de ganar, le quitaron los medios”, repasó Alarcón.
Deterioro del chavismo
El politólogo indica que la situación actual no solo se explica por la crisis, sino también por “un agotamiento del modelo que impuso el oficialismo” y que no cumplió con las expectativas, así como por “un desgaste progresivo a partir de la muerte de Chávez”.
El deterioro del modelo chavista y su lento viraje de una economía marcada por los controles a un modelo que permite la libre circulación del dólar estadounidense en el país sudamericano ha generado grietas en la coalición que apoya a Maduro. Un ejemplo es la decisión del Partido Comunista de Venezuela de apoyar a otro candidato, Enrique Márquez. “Básicamente porque no están conformes con las políticas. Apoyar hoy a Maduro es políticamente incorrecto, es un pasivo”, dijo Alarcón.
Aunque el Partido Comunista jamás aportó muchos votos ni a Chávez ni a Maduro, su apoyo legitimaba el discurso de izquierda de la llamada revolución bolivariana. Y esa es la razón, agrega Alarcón, por la que líderes internacionales como el presidente de Brasil, Lula da Silva, y el de Colombia, Gustavo Petro, “intentan marcar cierta distancia”, un cambio con respecto a comicios anteriores.
El analista político Eugenio Martínez, director del portal Votoscopio, resaltó a CNN que el chavismo ha perdido poder de movilización. “El Gobierno llega con problemas estructurales tan importantes que afecta la movilización electoral, es un descenso lento pero sostenible. Maduro, que consiguió 7 millones de votos en 2013, bajó a 5,8 millones en 2018 y a 4 millones (con el total de los candidatos del oficialismo en las legislativas) en 2021. Hay un descenso en la capacidad de mover electores y de coaccionarlos, en la medida que ha perdido poder económico”.
En línea con esa pérdida de apoyo, Martínez dijo que cuando Maduro llegó al poder en 2013, el 60% de la población se identificaba como chavista, y hoy solo lo hace el 20%, según sus cálculos.
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