El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo, por lo que los estudios en torno a él nunca han faltado ni han estado exentos de contradicciones.
La cafeína es su principal componente activo y tiene una serie de efectos que pueden ser tanto beneficiosos como, en algunos casos y para ciertas personas, adversos, dependiendo de la cantidad consumida y de la sensibilidad individual. Sobre su efecto en el cerebro también se ha investigado mucho, destacando el trabajo de la neurocientífica francesa Astrid Nehlig publicado en la revista Practical Neurology.
Según este estudio, el consumo de café está estrechamente relacionado con el aumento del estado de bienestar, pues la cafeína actúa como un estimulante del sistema nervioso central, bloqueando los receptores de adenosina, un neurotransmisor que promueve el sueño y la relajación. Al bloquear estos receptores, la cafeína aumenta los niveles de dopamina, que es conocida como la “hormona de la felicidad”. Este incremento en la dopamina no solo mejora la concentración y la atención, sino que también contribuye a un mayor sentimiento de bienestar general.
La capacidad del café para mejorar la concentración es otro de los efectos más conocidos y lo que le convierten en la bebida de los desayunos por excelencia. La cafeína mejora la función cognitiva al aumentar la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina, lo que resulta en una mayor alerta mental y un mejor rendimiento en tareas que requieren atención y concentración sostenida.
La neurocientífica recoge que el café también tiene un efecto positivo en el estado de ánimo al incrementar los niveles de dopamina y otros neurotransmisores, la cafeína puede contribuir a mejorar el estado de ánimo, haciendo que las personas se sientan más enérgicas y menos propensas a la depresión. De hecho, algunos estudios previos han mostrado que el consumo regular de café está asociado con una menor incidencia de depresión, y en algunos casos, se sugiere que puede actuar como un leve antidepresivo.
Uno de los beneficios más prometedores del consumo de café a largo plazo es su asociación con la prevención del deterioro cognitivo y la reducción del riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el accidente cerebrovascular, la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer. Se ha observado que las personas que consumen café regularmente a lo largo de su vida tienen un menor riesgo de desarrollar estas afecciones en comparación con quienes no lo consumen. Esto se debe en parte a las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias de la cafeína, que pueden proteger al cerebro de los daños a largo plazo.
Contraindicaciones del café para algunas personas
A pesar de estos beneficios, el consumo de café no está exento de efectos adversos. Una de los efectos adversos más comunes es su capacidad para alterar el sueño en algunas personas. La cafeína, al ser un estimulante, puede dificultar el inicio del sueño y reducir su calidad, especialmente si se consume en grandes cantidades o cerca de la hora de acostarse. Algunas personas pueden experimentar insomnio o un sueño fragmentado, lo que puede llevar a fatiga diurna y afectar el rendimiento al día siguiente.
Además, en un pequeño grupo de personas, el café puede aumentar la ansiedad por el efecto excesivamente estimulante de la cafeína en el sistema nervioso, lo que lleva a síntomas como palpitaciones, nerviosismo y sensación de inquietud. Las personas con trastornos de ansiedad preexistentes pueden ser particularmente sensibles a estos efectos, por lo que se recomienda moderar su consumo o evitarlo en estos casos.
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