Pocos parecen echar tanto de menos a Joe Biden al frente de la candidatura demócrata como el aspirante presidencial republicano, Donald Trump. “Cuando un campeón está en un combate no se hace eso… cambiar de luchador”, se ha lamentado sobre la retirada de su contrincante a la Casa Blanca. El encumbramiento de Kamala Harris en sustitución del presidente, y la ola de entusiasmo entre los votantes demócratas, ha forzado a los republicanos a cambiar de estrategia para tratar de recuperar la iniciativa. Pero la gran incógnita es si Trump se ceñirá a ella.
Por El País
En vísperas de su convención en Chicago la semana próxima, los demócratas continúan disfrutando del impulso logrado con la llegada de Harris y el nombramiento de su número dos, el gobernador de Minnesota Tim Walz. Mientras, Trump busca atrapar la atención mediática de la que había gozado durante meses. Este lunes participó en una conversación con Elon Musk en la red social propiedad del magnate tecnológico, X, la antigua Twitter. Dos días antes compareció en un mitin en Montana —un Estado de fuerte inclinación republicana— en apoyo del candidato a senador Tim Sheehy, en el que habló durante dos horas. Y el jueves pasado convocó a toda prisa una rueda de prensa en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida.
Trump también ha vuelto este lunes a X, después de una ausencia de un año. “¿Está en mejor situación ahora que durante mi presidencia?”, interroga, evocando una pregunta similar de Ronald Reagan en su campaña contra Jimmy Carter en 1980. “Nuestra economía está destrozada. Nuestra frontera ha quedado borrada. Somos una nación en declive. Hagamos el Sueño Americano ASEQUIBLE de nuevo. Hagamos a Estados Unidos SEGURO de nuevo. ¡Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo!”, declara, en un mensaje que a las tres horas ya se había visto trece millones de veces.
Para los republicanos, el relevo en las filas demócratas supuso un duro golpe. Su estrategia estaba centrada en enfrentarse a un Biden caracterizado como un presidente excesivamente anciano, de salud cuestionable y sin capacidad para tomar decisiones. Las encuestas adjudicaban a Trump una ventaja cómoda sobre su rival, no solo a nivel nacional, sino también ?algo mucho más importante? en los siete Estados bisagra, claves para decidir el resultado final.
Con el nombramiento de Harris, la campaña republicana trazó con rapidez una nueva estrategia: describir a la candidata, muy impopular como vicepresidenta hasta que se retiró Biden, el 21 de julio, como una progresista radical, blanda con la delincuencia y la inmigración ilegal. Un perfil que subraya, a ojos republicanos, la selección de Walz, cuyo Estado ha puesto en marcha durante su mandato medidas como los comedores escolares gratuitos, el acceso asequible a la Universidad o el apoyo a los menores transexuales.
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