Gabriel Sánchez Maita fue uno de los jóvenes excarcelados este sábado por el régimen de Maduro. Su situación era desesperada, y su caso se había hecho viral. En las redes sociales se había denunciado que sufrió un ACV (un accidente cerebrovascular) que le habría dejado en estado vegetativo durante su cautiverio. Todo el mundo temía que la falta o la insuficiencia de cuidados médicos desembocara en un desenlace fatal –como sucedió la semana pasada en el caso del testigo de mesa Jesús Manuel Martínez Medina, que sufría diabetes de tipo II–.
Afortunadamente, el nombre de Gabriel, de 23 años, estaba en la lista de los 225 presos políticos excarcelados tras revisar su situación por petición de una comisión de la Corte Penal Internacional (CPI) –ante la que ha sido denunciado Maduro por crímenes de lesa humanidad–, que estos días visita Venezuela. La medida fue anunciada el viernes por el fiscal general, Tarek William Saab, y puesta en práctica en la madrugada del sábado. A primeras horas del día, en las redes sociales comenzaron a sucederse las noticias, las cifras de liberados, los nombres… La inquietud y la esperanza llenaron los corazones de cientos de familiares esperando a las puertas de los centros de detención de todo el país.
También fue excarcelada la adolescente Lauriannys Valentina Cedeño Faría, de 17 años, que según relata en su cuenta de X el activista Jesús Chuo Torrealba «sufrió un colapso nervioso que a su vez le generó daño cerebral cuando una comisión mixta de policías y colectivos fueron a detenerla por haber colocado un comentario crítico en un chat de WatsApp». Ella era uno de los 69 menores detenidos durante las protestas tras el fraude electoral del pasado 28 de julio, según los datos del Foro Penal.
Otro menor excarcelado ha sido José David Crespo, que tenía 14 años cuando fue detenido junto a su padre en el estado de Lara. «Cumplió 15 años en prisión. Pasó tres meses preso pese a que desde el Estado querían negar que hubiera menores en las cárceles. Su papá sigue preso en Tocorón», escribió en X el profesor Manuel Azuaje.
Mientras se conocían los nombres, los familiares, que se habían trasladado rápidamente a los centros de detención, mostraban su incertidumbre y su angustia. Era el caso Marian: «Yo confío en que saldrá en libertad, porque él tiene una patología y a ellos les están dando prioridad», declaró al medio ‘El pitazo’, ante el que denunció las condiciones en las que vivían los presos: «Dios se apiade del Gobierno, no se salvará de la justicia divina. Estos muchachos fueron torturados siendo inocentes. El daño psicológico que sufrieron, al igual que sus familiares, es irreparable».
Tras varias horas de espera, entre llantos abrazaba a su hijo que salía por las puertas de la cárcel de Yare, en los Valles del Tuy, estado Miranda, y dejaba atrás el infierno porque el que había pasado: «Esta es una alegría muy grande, gracias mi Dios», clamaba mientras tiernamente decía a su hijo: «Te traje una comidita».
Una paz insuficiente
Estos han sido los grupos principales –menores y personas con alguna patología– que se han beneficiado de una medida que solo afecta al 10% de los arrestados tras los comicios, que según las cifras del Gobierno chavista ascienden a 2.400, pero que el Foro Penal estimaba la semana pasada en 1.976 presos políticos.
Esta excarcelación masiva es una medida que da algo de paz a algunas familias pero es del todo insuficiente, como señaló Edmundo González este sábado: «Los venezolanos merecemos una justicia real, un cambio que termine con las detenciones arbitrarias como ataque general y sistemático», escribió en su cuenta de X el presidente electo de Venezuela, exiliado en España.
«La excarcelación de los presos políticos hoy es un paso hacia la reparación de las víctimas de violaciones de los derechos humanos. No podemos olvidar que fueron injustamente detenidos, que pasaron meses en condiciones indignas, que se les negó su derecho a la legítima defensa, que se les acusó de terroristas», subrayó, al mismo tiempo que reclamó que todavía quedan muchos presos políticos en las cárceles. «¡Aún hay más de 2.000 personas esperando justicia! Y debemos seguir luchando». Y aseguró que mientras existan venezolanos detenidos injustamente, «nuestra lucha no termina. ¡Justicia y libertad para todos los presos políticos!».
Una hora más tarde, María Corina Machado reaccionaba a la excarcelación masiva: «Todos los venezolanos compartimos un alivio inmenso por cada preso político que regresa a su hogar y la alegría de sus familias al poderlos abrazar nuevamente», señaló en su cuenta de X. Tras reconocer el «daño irreparable» sufrido por los presos políticos, se refirió a ellos como «héroes de esta larga y dolorosa lucha. Su país los acompaña con nuestras oraciones y la historia reconocerá su sacrificio».
Resto de presos
Como el presidente electo, la líder opositora destacó el amor y la valentía de sus familiares, «así como el riguroso trabajo de los defensores de los derechos humanos, dentro y fuera de Venezuela, hicieron posible su liberación». Y reclamó la libertad inmediata para los presos políticos aún en cautiverio. «Venezuela está unida en la lucha para lograrlo. Habrá justicia», concluyó.
Pocas han sido las declaraciones de los presos excarcelados, pues a muchos, es el caso de los dos españoles liberados, se les ha prohibido hablar, y otros prefieren volver a recuperar la normalidad y el anonimato de sus vidas. Pero sí hubo algunas. «Me alegro de estar de nuevo en la calle», celebraba Alexis José Ochoa, 64 años, tras salir por el gran portón rojo de la cárcel de Yare, recogió la agencia AFP. «Me siento bastante extraviado por tanto tiempo de encierro. Pero también me siento tranquilo, en paz, Dios está aquí», alcanzó a decir Andrés Galea, de 31 años, al salir de la cárcel mientras abraza a su madre Dorimar Machado. La pesadilla quedaba atrás para él.
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