La llegada del invierno, con nevadas y temperaturas bajo cero, está poniendo a prueba la resistencia de los ucranianos y de su gravemente dañado sistema energético, mientras se prolongan las interrupciones del suministro eléctrico y se mantiene elevado el riesgo de nuevos ataques rusos.
Al tiempo que los disparos de los rifles y los tanques suenan en el frente de batalla, otro capítulo de la guerra se está desarrollando en las zonas residenciales de Ucrania, donde tiene lugar la que se ha denominado «batalla por la luz».
El sistema energético sigue recuperándose de los once ataques rusos a gran escala registrados este año y la mayoría de los hogares pasan entre seis y ocho horas al día sin electricidad, con temperaturas bajo cero en todo el país.
Adaptación
«Los generadores seguirán sonando, siempre habrá luz. Putin, date en la cabeza con un trozo de tofu y muérete», reza en alusión al presidente ruso una inscripción sobre un generador de electricidad a la entrada de un café en Leópolis (oeste de Ucrania), uno de docenas que flanquean las calles de la ciudad.
Está listo para entrar en acción en cualquier momento ahora que la nieve ha cubierto las calles, lo que vuelve más probables las interrupciones del suministro eléctrico debido al incremento de la demanda y a la incapacidad de la dañada red eléctrica de suplirla por completo.
El suministro eléctrico es clave tanto para las infraestructuras de calefacción centralizadas como para los sistemas de calefacción individuales en muchos hogares.
Los bloques de apartamentos modernos dependen especialmente de la electricidad para la calefacción, el funcionamiento de los ascensores y el suministro de agua.
Pero la nieve hace que las calles estén menos oscuras y sean más seguras, porque es posible ver a la gente cuando las luces están apagadas, dijo a EFE Oleksandr, un programador de Leópolis de 39 años, concentrándose en los aspectos positivos.
Para subir los ánimos, su mujer Olena, una diseñadora gráfica, ha colocado una guirlanda de luces de ahorro tipo LED junto a su ventana, cubierta con largas tiras de cinta adhesiva para minimizar los riesgos de las esquirlas de cristal en caso de una explosión.
Tener más luz es importante, puesto que Rusia intenta erosionar la moral de los civiles ucranianos en un momento en el que los días son los más cortos del año y anochece a las cuatro de la tarde.
Por suerte, explica la familia, en su apartamento en el quinto piso la temperatura no va a bajar de los 13 o 14 grados.
Riesgos
La mayoría de los ucranianos ve los cortes de luz, que cuando es posible ocurren varias veces al día en base a un horario predecible, con estoicismo.
«El planillo de los cortes de luz» se ha convertido en la frase más buscada en Ucrania según Google, junto con dispositivos como acumuladores de electricidad y paneles solares.
«Estamos resistiendo», dijo a EFE Volodímir Omelchenko, un experto en energía del centro de estudios Razumkov de Kiev.
Las reparaciones están en marcha, gracias al apoyo de los aliados extranjeros y del trabajo a contrarreloj de los ingenieros ucranianos, señaló.
Sin embargo, millones de personas, en especial los más desfavorecidos, los ancianos y los enfermos, así como los vecinos de las localidades cercanas al frente, seguirán sufriendo a causa de los futuros ataques rusos, en especial si las temperaturas continúan bajando, advirtió.
Según Omelchenko, Rusia decide cuidadosamente cuándo atacar, eligiendo el momento con las condiciones meteorológicas más adecuadas para evadir las defensas antiaéreas e infligir el máximo daño a la población.
Hasta ahora, el invierno ha sido suave, pero las nevadas recuerdan que el tiempo más frío está todavía por venir, mientras que Rusia probablemente ha acumulado cientos de misiles para ulteriores ataques.
De acuerdo con el experto, el principal peligro procede de los ataques rusos contra la infraestructura que rodea las centrales nucleares, que son ahora la principal fuente de electricidad, ya que el 75 % de la capacidad de generación ha sido destruida u ocupada.
Todos los reactores bajo control ucraniano se vieron obligados a reducir la producción durante días después de un ataque contra la red eléctrica hace dos semanas.
Cada ataque pone a prueba al personal, que tiene que reaccionar en cuestión de segundos para prevenir un incidente radioactivo, alertó Omelchenko. EFE
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