Incomodidad. La asistencia a la toma de posesión de Nicolás Maduro plantea un dilema para varios Gobiernos latinoamericanos, en medio de dudas sobre la legitimidad del proceso electoral que dio la victoria al mandatario. Con la fecha del 10 de enero cada vez más cerca, los gobernantes evalúan su postura en un contexto marcado por la crisis política en Venezuela.
Las elecciones de julio pasado en Venezuela estuvieron rodeadas de denuncias de fraude y falta de transparencia. Aunque el Consejo Nacional Electoral, CNE, proclamó a Nicolás Maduro como ganador, la oposición, liderada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, asegura tener actas que contradicen los resultados oficiales y respaldan que fue el opositor el ganador. Esta disputa elevó la tensión política y provocó una oleada de protestas en todo el país que fueron reprimidas con fuerza.
Pese a la denuncia de organismos internacionales, líderes políticos y el rechazo a la victoria de Maduro de parte de varios Gobiernos, incluido el de Estados Unidos, todo parece indicar que nada cambiará tras el 10 de enero. Sin embargo, esta fecha sí llevará consigo el dilema sobre si respaldar o no la versión de Maduro y el chavismo sobre su victoria, o dejar la silla vacía y sumarse al rechazo internacional.
Colombia, México y Brasil, ¿de la neutralidad a la validación?
Los Gobiernos de Colombia, México y Brasil confirmaron recientemente que enviarán representantes oficiales a la ceremonia de toma de posesión presidencial en Venezuela. El vicecanciller colombiano, Jorge Rojas, informó que el embajador de Colombia en Caracas, Milton Rengifo, asistirá al acto. Sin embargo, la duda en Colombia gira en torno a si el presidente, Gustavo Petro, que por años se mostró cercano a Maduro, también estará presente.
“Petro tiene un problema enorme en su frontera y a pesar de su compatibilidad ideológica, tiene un problema pragmático que resolver. México es diferente, porque defiende a ultranza a todos los regímenes de izquierda de América Latina sin tomar en cuenta si están o no violando los derechos humanos”, afirma el analista político Eliseo Núñez.
Sheinbaum, al ser consultada por una periodista sobre su asistencia al evento, confirmó: “Va a ir una representación o el propio embajador que está en Venezuela”.
Ni Sheinbaum, quien asumió la Presidencia en octubre, ni el mandatario colombiano Gustavo Petro han reconocido públicamente a Maduro como presidente electo, ni tampoco a su rival, Edmundo González, a pesar de los llamados de la oposición liderada por María Corina Machado para que se pronuncien.
En línea con la política de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum reiteró en octubre que México mantendría una postura imparcial frente a la crisis venezolana.
“Hay que recordar que México siempre ha tenido una política exterior caracterizada por un pragmatismo tendiente a la izquierda. La cancillería mexicana mantiene una posición de no intervención en asuntos internos de terceros países y es una de las características más importantes. Esto le permitió mantener relación con Cuba, por ejemplo, a pesar de las violaciones a los derechos humanos”, recordó Ronald Rodríguez, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario en Colombia.