«Esto es el resultado de la campaña internacional que se ha hecho a favor de nosotros, los presos políticos, que no tiene nada que ver con lo que ha hecho el régimen cubano. Nosotros, a través de los años, hemos sido su moneda de cambio para que Cuba fuera sacada de la lista de países terroristas. Seguiremos luchando por la libertad de Cuba y para que el mundo sepa cuál fue nuestra vida en prisión», disparó la valiente Donaida Pérez Paseiro, sacerdotisa santera y líder de la Asociación de Yorubas Libres de Cuba, tras abandonar la cárcel después de tres años y medio.
Esa misma «moneda de cambio» que ha vuelto a desnudar la crueldad de un régimen, que no ha dudado en alargar durante años la liberación de personas enfermas, incluso con varios intentos de suicidio a sus espaldas.
Pérez Paseiro, activista por los derechos humanos durante tres décadas, fue una de las primeras excarceladas tras el sorprendente ‘minideshielo’ ordenado por Joe Biden en las vísperas del cambio presidencial en Estados Unidos. Con pocas palabras, Donaida adelantó varias de las claves del polémico y agridulce anuncio, considerado por la disidencia como un balón de oxígeno para el castrismo pese a la alegría por las personas que recobran su libertad condicional.
Entre los primeros en salir de las siniestras mazmorras de la revolución hay varias mujeres, que durante las largas conversaciones entre el Vaticano, en especial el cardenal estadounidense Sean Patrick O’Malley, y la revolución se convirtieron en el epicentro de esas negociaciones. Las 553 excarcelaciones prometidas por el Gobierno de Miguel Díaz-Canel suponen casi la mitad de los presos políticos cubanos, que según Prisoners Defenders son 1.161. De ellos, 166 a lo largo del último año.
Balón de oxígeno para La Habana
El balón de oxígeno de la administración saliente llega cuando el régimen de los Castro supera sus récords de vulneraciones de derechos humanos, con una crisis tan profunda que no se ve ninguna salida más allá que huir de la isla. Casi dos millones de personas, según investigaciones sociológicas, han abandonado Cuba desde la rebelión popular del 11-J de 2021, el mismo hito ciudadano que fue sofocado con la represión y el encarcelamiento de cientos y cientos de ciudadanos.
La última condena conocida en las últimas horas ha castigado a Félix Pérez y a Cristhian de Jesús Peña con cinco y cuatro años de cárcel por publicar en Facebook que están «hartos del gobierno», lo que el tribunal consideró «propaganda contra el orden constitucional».
El ‘minideshielo’ de Biden llega también tras el importante papel desempeñado por los servicios secretos de Cuba en la usurpación presidencial de Venezuela. Los cuarteles militares venezolanos están horadados por la contrainteligencia cubana, que dispone de una «sombra» para los altos oficiales del chavismo.
«Son medidas indignantes, no hay justificación para sacar a la dictadura cubana de la lista de patrocinadores del terrorismo, no sólo por su apoyo al terrorismo internacional, sino también porque todos los días la dictadura ejerce terrorismo de Estado contra los ciudadanos. Ninguna de estas medidas ayuda al pueblo cubano a salir de la crisis«, denunció la líder disidente Rosa María Payá.
Organismos de derechos humanos también han puesto el grito en el cielo ante lo que consideran excesivo peso de las concesiones a cambio de sólo la mitad de excarcelaciones, que además se producen en condiciones severas, libertades provisionales convertidas en espadas de Damocles contra los presos políticos.
De momento se desconoce si entre los excarcelados figuran los grandes líderes del activismo interno, como José Daniel Ferrer, al frente de la Unión Patriótica Cubana (UPC); el artista Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro; el rapero Maykel Osorbo y el dirigente histórico Félix Navarro.
Más allá de la eliminación de Cuba de esta lista, la medida que más impacto ha provocado en la disidencia es la rescisión del memorando presidencial de seguridad nacional número 5, que elimina la lista restringida que prohíbe transacciones financieras con ciertas entidades en Cuba. Todo el mundo sabe cuáles son esas entidades: los distintos tentáculos del conglomerado GAESA, el consorcio de los militares cubanos que acumula tanto poder que es considerado un gobierno paralelo dentro de la isla.
Una investigación publicada por The Washington Post hace unos días advirtió que GAESA oculta miles de millones de dólares pese a la mastodóntica crisis sistémica que sufre la isla. Este conglomerado alimenta directamente a la estructura represiva del Gobierno.
«La decisión de Biden es una canallada, manipula los sentimientos de las familias de los presos para ocultar que se trata de una concesión unilateral al régimen cubano. Cambiar seres humanos por una serie de privilegios y prebendas para GAESA, que representa a la oligarquía revolucionaria. Es exactamente lo que querían hacer al asumir el poder en 2021, pero la rebelión del 11-J del pueblo cubano lo impidió», resumió para EL MUNDO Juan Antonio Blanco, presidente del laboratorio de ideas Cuba Siglo 21.
La gran pregunta que permanece en el aire es cuál será la respuesta de la nueva administración de Donald Trump, que se había planteado endurecer su postura hacia la isla como ya hiciera en 2017 para congelar el histórico deshielo encabezado por Barack Obama, con Biden como vicepresidente.
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