Al revelar que había estado a punto de recibir a los talibanes en Camp David, el centro de la diplomacia estadounidense, Donald Trump demostró una vez más que está dispuesto a reunirse con sus peores enemigos, una estrategia que hasta ahora no le ha dado resultados.
El presidente de Estados Unidos puso fin a las negociaciones con los insurgentes acusándolos de continuar sus ataques en Afganistán a pesar de que un acuerdo parecía inminente.
La decisión causó sorpresa, pero también fue bien recibida por aquellos que temían un «mal trato» impulsado por el empecinamiento presidencial de retirar a los soldados estadounidenses después de 18 años de guerra.
«Trump tiene razón al interrumpir las conversaciones afganas», dijo el exembajador Nicholas Burns. «Los talibanes rechazan todo cese al fuego y continúan llevando a cabo ataques terroristas».
Por la misma razón, el otro anuncio del republicano suscitó una intensa controversia. Trump afirmó haber cancelado una reunión secreta que se esperaba celebrar el domingo en Camp David entre él y los «principales dirigentes talibanes», así como con su contraparte afgana, Ashraf Ghani.
A tres días de la conmemoración de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que desencadenó la intervención en Afganistán, la reunión habría sido tan histórica como controvertida.
«Cumbres de vanidades»
«Camp David es donde las autoridades estadounidenses se reunieron para decidir nuestra respuesta después de que Al Qaida, con el apoyo de los talibanes, mató a 3.000 estadounidenses el 11 de septiembre. Ningún miembro de los talibanes debería pisar ese lugar. Nunca», reaccionó en Twitter la congresista republicana Liz Cheney.
El lugar está cargado de símbolos. Fue en esa residencia secundaria para mandatarios estadounidenses, cerca de Washington, que el presidente Jimmy Carter selló la paz entre Israel y Egipto en 1978. Fue ahí también donde Bill Clinton intentó en vano obtener un acuerdo israelí-palestino en julio de 2000.
Por lo que invitar a los talibanes es casi un sacrilegio.
«Los talibanes han hecho muy pocas concesiones», dijo a la AFP Aaron David Miller, del grupo de expertos Wilson Center. Por lo tanto, tal reunión «no debería tener lugar en Washington, y mucho menos en Camp David y, especialmente, no al nivel del presidente de Estados Unidos», opinó el exdiplomático.
Según él, la iniciativa es una nueva manifestación de «la necesidad del presidente de estar siempre en el centro de atención», lo que lo lleva a multiplicar las «cumbres de vanidades», sin condiciones previas y sin resultados.
«Personajes malvados»
Trump sorprendió al mundo en 2018 al aceptar reunirse con el líder norcoreano Kim Jong Un.
Y al mismo tiempo que endurece las sanciones contra Irán, llama a una cumbre con su homólogo iraní Hasan Rohani.
«Para negociar la paz, a menudo tenemos que lidiar con personajes bastante malvados», dijo el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo.
No es la voluntad de diálogo lo que critican sus detractores, sino la falta de estrategia y, en última instancia, de resultados.
El episodio afgano «demuestra una vez más que Trump se jacta de ser impredecible», pero «este enfoque socava el trabajo de aquellos que están tratando de sentar las bases para llegar a un acuerdo con Afganistán, Corea del Norte o Irán «, dijo Brian Katulis, experto del Center for American Progress.
Por eso, dijo a la AFP, «es difícil encontrar un solo éxito diplomático o comercial importante para Trump y su método».
«La máxima presión» ejercida sobre Irán solo ha causado por el momento una escalada de la confrontación. La campaña relámpago para expulsar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela se ha estancado. Y a pesar de que el acercamiento con su ahora «amigo» Kim Jong ha disminuido la tensión, no ha permitido el más mínimo avance en la desnuclearización.
AFP
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