A medida que los tibetanos van tomando conciencia sobre el alguna vez impensable fallecimiento del Dalái Lama, Estados Unidos busca establecer una línea roja a Pekín a la hora de escoger a su sucesor.
Estados Unidos espera dejar claro de antemano que China enfrentará el oprobio internacional si intenta manejar el proceso de reencarnación, como lo demuestra la advertencia de un alto funcionario y un proyecto de ley que se estudia en el Congreso.
A sus 84 años, el 14° Dalái Lama ha reducido su incesante agenda y en abril pasado fue hospitalizado por una infección respiratoria. Sin embargo, no hay indicios de que enfrente problemas de salud graves.
No obstante, tanto los activistas tibetanos como Pekín son conscientes de que la muerte del ganador del Premio Nobel marcará el pulso por lograr una mayor autonomía para la región del Himalaya.
China no ha mantenido conversaciones con los representantes del Dalái Lama desde hace nueve años. Además, ha insinuado cada vez más que puede identificar a su sucesor que respaldaría su dominio férreo del c.
Pero un proyecto de ley presentado recientemente en el Congreso estadounidense recoge sanciones a cualquier funcionario chino que interfiera en la sucesión del budista tibetano.
El principal funcionario del Departamento de Estado para Asia Oriental, David Stilwell, prometió ante el Congreso estadounidense que seguirá presionando por una autonomía significativa para los tibetanos.
«De manera inquietante, e irónicamente, el partido continúa reivindicando su papel en el proceso de reencarnación del Dalái Lama, incluso cuando el presidente Xi ha instado a los miembros del partido a seguir siendo ‘ateos marxistas inflexibles», dijo.
Continuó: «Creemos que los tibetanos, como todas las comunidades religiosas, deben poder practicar su fe libremente y seleccionar a sus líderes sin interferencia».
Cuestionando la tradición
Los monjes tibetanos tradicionalmente eligen el Dalái Lama a través de un ritual que puede llevar años, con un festejo en busca de signos que adviertan qué niño es la reencarnación del último líder espiritual.
El 14° Dalái Lama ha reflexionado sobre una sucesión no tradicional que despistaría a China. El líder religioso ha vivido en el exilio en India desde que huyó de una rebelión fallida en 1959,
Aseguró que podría escoger a su sucesor mientras esté vivo, incluso elegir una mujer, o decidir que es el último Dalái Lama.
Matteo Mecacci, presidente de la Campaña Internacional por el Tíbet, dijo que la legislación presentada en el Congreso enviaría un mensaje claro tanto a China como a los tibetanos.
«Esperamos que el Dalái Lama viva mucho más, pero creo que tener una legislación pronto tendrá un impacto en la mentalidad china», advirtió.
Expresó que no cree que el gobierno chino cambie de decisión, pero es posible que reconsidere las consecuencias y sus implicaciones.
El proyecto de ley, presentado en la Cámara de Representantes por el demócrata Jim McGovern, también evitaría que China tenga nuevos consulados en Estados Unidos hasta que Washington pueda abrir una misión en la capital de Tíbet, Lhasa.
A China en ascenso
Mecacci, ex miembro del Parlamento de Italia, indicó que la ley de Estados Unidos tendría un impacto entre los políticos de Europa y Asia. Advirtió sobre los efectos internacionales si China instala un Dalái Lama sumiso.
«Si tienes un líder religioso que es el brazo de un gobierno extranjero y que tiene centros budistas en todo el mundo, esto es parte de un plan mucho más ambicioso para controlar el budismo», señaló.
Lobsang Sangay, elegido primer ministro tibetano en el exilio después de que el Dalái Lama cediera su papel político, dijo que el objetivo de Pekín es convertir el Tíbet en un territorio chino.
China enfrenta críticas internacionales por el trato que da a los uigures, una minoría turcófona mayoritariamente musulmana. Esto debido a la detención en campos de concentración de hasta 1 millón de personas en la región occidental de Xinjiang.
China dice que está brindando formación vocacional y que ha llevado el desarrollo tanto a Xinjiang como al Tíbet.
Algunos observadores esperan que China haga lo mismo que ya hizo en 1995, cuando seleccionó su propio panchen Llama (la segunda autoridad religiosa del país). En ese momento, detuvo a un niño de 6 años de edad por su influyente posición budista. El pequeño fue calificado como el prisionero político más joven del mundo.
Pero Sangay, en una reciente visita a Washington, expresó sus dudas sobre que un Dalái Lama puesto por China gozaría de legitimidad.
«Pongamos por caso que Fidel Castro reconociera a un papa y les dijera a todos los católicos: ‘Hola, este es mi papa, ¿lo seguirán?’», se preguntó.
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