Los partidos de la frágil coalición gubernamental de Angela Merkel acordaron una estrategia para combatir el cambio climático financiada con, al menos, 100.000 millones de euros en inversiones para 2030, en un contexto de exigencia ciudadana para actuar en este sentido.
La suma se invertirá para «proteger el clima y favorecer la transición energética», según el texto final aprobado el viernes por el gobierno alemán tras más de 18 horas de negociaciones entre los conservadores y los socialdemócratas, del que la AFP obtuvo una copia.
El Gobierno prevé dedicar 54.000 millones de euros en los cuatro primeros años del plan, hasta 2023, precisó a la prensa el ministro de Finanzas, Olaf Scholz.
El reto consiste en tomar medidas para incitar a los alemanes a reducir las emisiones contaminantes y lograr que el país cumpla con sus compromisos en este sentido.
El texto, que prevé por ejemplo 86.000 millones de euros en inversiones repartidas entre el Gobierno y la compañía de ferrocarriles Deutsche Bahn para renovar la red, todavía tiene que ser aprobado en consejo de ministros.
El anuncio coincidió con una manifestación de más de un millón de personas según los organizadores, de las cuales 270.000 en el centro de Berlín, junto a la emblemática Puerta de Brandemburgo, para exigir más medidas gubernamentales contra el cambio climático, en el marco de una huelga mundial.
– Presión –
La portavoz alemana del movimiento «Viernes por el futuro», Luisa Neubauer, criticó con dureza el plan. «No es un inicio, es un escándalo», tuiteó.
El copresidente de los Verdes, Robert Habeck, criticó una estrategia «confusa».
Los partidos discrepaban, sobre todo, en cómo financiar el plan, algo extremadamente complicado porque el Gobierno rechaza contraer nuevas deudas, ciñéndose a una política de ortodoxia presupuestaria.
Pero ¿cómo conseguir fijar un precio suficientemente alto para incitar a los consumidores a elegir opciones menos contaminantes sin provocar el rechazo de la opinión pública?
La estrategia del gobierno también incluye un conjunto de medidas para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero en los sectores de la energía, la construcción, la agricultura, la industria y los transportes.
Entre éstas, se encuentra la promoción de los transportes públicos y de los trenes, el aumento de los precios de los billetes de avión dentro de Alemania o varias subvenciones para desarrollar vehículos eléctricos o sistemas de climatización particulares eficaces y limpios.
– Gobierno frágil –
En paralelo, el plan persigue impulsar el desarrollo de las energías limpias (solar, eólica o biomasa), para que éstas generen el 65% de la electricidad para 2030 (frente al 40% actual).
El Ejecutivo de Merkel está siendo objeto de una gran presión. Debe responder a las expectativas de la movilización iniciada por los jóvenes de «Viernes por el futuro», un movimiento creado por la activista sueca Greta Thunberg.
Además, alcanzar un acuerdo era vital para la supervivencia de la propia coalición, muy frágil desde que se constituyó el año pasado.
El ministro de Finanzas, Olaf Scholz (socialdemócrata), vinculó directamente la vigencia de la coalición, muy impopular en Alemania, a la elaboración de un «gran proyecto climático».
A principios de año, Alemania decidió abandonar el carbón de aquí a 2038, pero todavía tiene que programar el cierre de sus minas y sus centrales. Un desafío aún mayor si se tiene en cuenta que el país prevé abandonar antes la energía nuclear, en 2022, una decisión tomada en 2011 tras la catástrofe de Fukushima.
Además, su potente industria del automóvil dio durante mucho tiempo prioridad a los vehículos de gasolina o diésel, y empezó a reconvertirse hacia la producción de autos eléctricos tardíamente.
El país, que se comprometió a reducir las emisiones de CO2 un 40% en relación con 1990, solo lo habrá conseguido en un tercio. Para 2030, espera reducir sus emisiones un 55%.
AFP
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