La lamentable vida del pequeño Gabriel Fernández inspiró la serie The Trials of Gabriel Fernández (“Los juicios de Gabriel Fernández” o “Justicia para el pequeño Gabriel” en América Latina), justo en un momento en el que los documentales sobre crímenes reales generan ratings exitosos a costa de la explotación de las víctimas con fines de entretenimiento.
Netflix presenta un minucioso y documentado relato de lo que sucedió con este menor de origen latino, torturado y asesinado a los 8 años por su propia madre y padrastro. La producción desentraña en seis episodios la historia detrás de este caso que impactó a la comunidad de Los Ángeles en Estados Unidos.
“¿Es normal que las mamás golpeen a sus hijos?»
Con esta pregunta, Gabriel despertó las alarmas de su profesora Jennifer García.
Por aquel entonces tenía 7 años, y meses después de esa conversación “Gabrielito” moriría durante un ataque de ira de su padrastro, Isauro Aguirre.
La historia de Gabriel
Tras su muerte, la familia del pequeño contó que su madre no lo quería tener al nacer. Incluso se sabe que el día que llegó al mundo su mamá lo dejó en el hospital, y sus abuelos tuvieron que ir por él. Empezaba así un periplo que le hizo conocer distintos hogares, siempre con alguno de los miembros de su familia.
Según los familiares que lo adoptaron, Gabriel era un niño dulce que buscaba el amor de los suyos. Las fotografías de la época en que vivió con sus tíos o abuelos muestran a un niño feliz y sano.
Sin embargo, todo cambió en 2012, cuando su madre decidió llevarlo a vivir con ella para que pudiera recibir prestaciones sociales del estado. En el humilde departamento vivían también los dos hermanos del pequeño: Ezequiel y Virginia, ambos menores de edad.
Con el traslado de casa llegó también un cambio de escuela. Fue ahí donde conoció a la profesora García, quien fue la primera en contactar a las autoridades para denunciar la situación de abuso infantil a la que diariamente era sometido Gabriel.
Los abusos fueron empeorando cada vez más, según relató la profesora en el documental de Netflix.
Empezó a llegar a clase sin algunos mechones de pelo, con costras en el cuero cabelludo, los labios hinchados, moratones por toda la cara o lesiones causadas por disparos de una pistola de aire comprimido.
García insistió en sus denuncias a servicios sociales y algunos miembros de la familia, preocupados, también pidieron ayuda. Agentes de la oficina del alguacil del condado visitaron el apartamento en varias ocasiones, una de ellas pocos días antes de la paliza final, pero siempre creyeron lo que les decía la madre y no comprobaron el estado del niño.
El 22 de mayo de 2013, la madre y el padrastro de Gabriel llamaron a urgencias porque el niño no respiraba. Habían pasado ocho meses desde que se fue a vivir con ellos. Tenía 8 años.
Algunos de los paramédicos que acudieron a la llamada de emergencia cuentan que ya a simple vista se podía detectar que Gabriel tenía numerosas contusiones en la cabeza, varias costillas rotas, partes de la piel quemadas, las manos hinchadas.
Dos días después falleció.
El forense que realizó la autopsia relató que Gabriel tenía en el estómago arenilla mezclada con heces de gato.
Los propios hermanos de Gabriel, que testificaron a puerta cerrada por ser menores, confirmaron que el niño era forzado a comer excrementos de gato si no limpiaba bien la batea.
También explicaron que la madre y su novio a menudo lo encerraban en un mueble que tenían en su habitación, sin darle comida ni dejarle ir al baño, y que el padrastro lo golpeaba con especial dureza llamándole gay.
El abogado de Isauro, sin poder negar la evidencia sobre la causa de la muerte de Gabriel, basó su defensa en argumentar que la paliza mortal no fue premeditada sino producto de un ataque de ira y pidió a los miembros del jurado que condenaran a su defendido por homicidio en segundo grado.
No los convenció.
Isauro Aguirre fue sentenciado a muerte y espera ejecución en el penal de San Quintín, en California. Tras conocer ese veredicto, Pearl Fernández, su madre, decidió declararse culpable, con lo que evitó la celebración de un juicio y la pena de muerte. Fue sentenciada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional
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