Con las mayores reservas de petróleo del mundo, Venezuela sufre la peor escasez de combustible de su historia. Pero parece que Maduro no ve en eso un fracaso sino una oportunidad para reforzar el control sobre la población. Pero esa es una opción. Puertas adentro del régimen se debate y se puja por otra.
Pedro Benítez / ALnavío
Venezuela padece en estos momentos la peor escasez de combustible de su historia. No una de las más graves. La peor. Es algo sin precedentes en el país. Ni siquiera durante el gobierno del presidente Isaías Medina Angarita (1941-1945) con las restricciones de todo tipo impuestas por la Segunda Guerra Mundial se había visto algo de estas dimensiones. Aquel era un país mayoritariamente rural con un parque automotor incipiente. La Venezuela 2020 (como cualquier otra sociedad de esta época) depende totalmente de los motores de combustión interna y por consiguiente de gasolina y gasoil para la vida diaria.
Esta crisis también es peor a la ocurrida como consecuencia del paro petrolero de diciembre/enero de 2002/2003 que paralizó Petróleos de Venezuela, PDVSA. En esa ocasión el cese de operaciones de las refinerías pudo ser suplida con importaciones, y una vez que el conflicto cesó aquellas pudieron reanudar operaciones.
El parque refinador tiene capacidad de procesar más de un millón de barriles diarios de combustible pero hoy no es capaz de producir ni siquiera 40.000 como consecuencia de años desinversión y malos manejos técnicos.
Desde hace un mes en Venezuela sufre un severo racionamiento de gasolina y diésel que la ha paralizado casi por completo. Eso pese a que el consumo nacional se ha desplomado en los últimos siete años de 600.000 barriles día en 2012 a 150.000 a inicios de este año. De estos, 110.000 se importaban.
Por lo tanto, la tendencia de todos estos años de caída continúa de la producción petrolera venezolana, más la paralela disminución de su capacidad de refinación, combinada con una caída de los precios internacionales del petróleo tarde o temprano provocarían una crisis de este tipo. De hecho, la escasez de gasolina se había convertido en un asunto cotidiano (aunque no tan severo como en este momento) para la mayor parte de la población fuera de Caracas.
Y cuál es el plan de Maduro
Sin embargo, parece que nada de esto le quita el sueño a Nicolás Maduro. Si se presta atención a sus últimas intervenciones televisivas se podrá apreciar que no disimula su satisfacción.
En una entrevista telefónica concedida al canal público, VTV, afirmó tranquilamente que «Venezuela tiene que lograr la normalidad relativa y vigilada” luego de derrotar al coronavirus. Considera que la pandemia es una oportunidad para reforzar su control sobre la población.
Y la escasez de gasolina también. Para allá está apuntando.
Esta es una opción que en este momento está acariciando. Una que no pretende resolver el problema sino usarlo. Darle una utilidad política reforzando el control social sobre la población haciendo que dependa de las bolsas de comida y lo litros de gasolina que él controlaría.
Mientras tanto va culpando (con el respaldo de voces nacionales e internacionales en apariencia objetivas) a Juan Guaidó y a Donald Trump. Es pues, el conocido libreto aplicado en Cuba por Fidel Castro.