Salir y confinarse… Volver a salir y regresar al aislamiento. Ese es sólo un escenario hipotético de lo que pudiesen ser los próximos años.
Por BBC
Frente a los grandes desafíos que está planteando la pandemia de coronavirus, expertos de distintas disciplinas evalúan diferentes estrategias para hacerle frente a corto, mediano y largo plazo.
Y es que una de las grandes incógnitas que existen es si el SARS Cov-2 se logrará erradicar como sucedió con la epidemia de SARS de 2002-2003 o si el microorganismo será parte de los tantos virus con los que la población tendrá que lidiar de ahora en adelante.
Dos de los frentes de batalla de la ciencia ante el coronavirus son: hallar los fármacos idóneos para tratar la enfermedad que provoca, covid-19, y la búsqueda de una vacuna.
Mientras eso se consigue, las medidas de distanciamiento social son claves para frenar la propagación del virus y reducir su impacto en los sistemas de salud.
Un modelo teórico de distanciamiento social lo analizó un grupo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard.
Los autores exploran en el caso de Estados Unidos, uno de los países más golpeados por el coronavirus, varios escenarios, entre ellos el de establecer periodos de distanciamiento social intermitente que pudieran extenderse hasta 2022.
Vigilancia permanente
Stephen M. Kissler, Christine Tedijanto, Edward Goldstein, Yonatan H. Grad y Marc Lipsitch son los autores del estudio que fue publicado en la revista especializada Science.
«Es urgente poder entender el futuro de la transmisión del síndrome respiratorio agudo severo -coronavirus 2 (SARS-CoV-2)», indican.
Teniendo en cuenta distintos factores (como estación del año, cierta inmunidad) y datos de Estados Unidos, los científicos analizan posibles escenarios de propagación del virus hasta 2025 y hacen varias estimaciones:
«Proyectamos que los brotes recurrentes de SARS-CoV-2 durante el invierno probablemente ocurrirán después de la onda pandémica inicial más grave», señalan.
Para evitar que una segunda ola o resurgimiento del brote tenga un impacto dramático en los servicios hospitalarios -reflexionan- «el distanciamiento social prolongado o intermitente podría ser necesario» hasta 2022.
El robustecimiento de los sistemas de atención médica así como también el desarrollo de terapias efectivas contra el virus, «mejorarían el éxito del distanciamiento intermitente y acelerarían la adquisición de la inmunidad colectiva».
Así mismo, los autores plantean la necesidad de realizar “»con urgencia estudios serológicos longitudinales para determinar el alcance y la duración de la inmunidad al SARS-CoV-2″.
«Incluso en el caso de una eliminación aparente, la vigilancia del SARS-CoV-2 debe mantenerse ya que un resurgimiento del contagio podría ser posible hasta 2024».
¿En qué consiste?
Uno de los planteamientos claves de los autores es qué pasará cuando las cuarentenas o medidas de distanciamiento social se empiecen a levantar.
“Cuando el distanciamiento social se relaje y al aumentar la transmisibilidad del virus en otoño, puede producirse un intenso brote invernal, que se superponga a la temporada de gripe y supere la capacidad de atención de los hospitales”, explican.
Para el doctor Fernando Rodríguez, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), es importante tener en cuenta que el planteamiento de los investigadores de la Universidad de Harvard es un ejercicio de “modelización teórica, (…) no hay evidencia directa”.
Hacen un análisis, no una propuesta. De hecho, ellos mismos hacen énfasis en que no respaldan una medida o política en particular, sino que su objetivo es identificar posibles trayectorias de la pandemia.
“(Lo que plantean) es que la forma más práctica de controlar la epidemia, de hacerlo lo antes posible, con los menores costes para la sociedad y, sobre todo, protegiendo los sistemas sanitarios, es confinarnos durante un tiempo, abrir la mano para que aumenten las infecciones y eso permitiría que las personas fueran poco a poco desarrollando la inmunidad del rebaño y cuando los contagios fueran muy altos, volvernos a confinar y así sucesivamente”, señala Rodríguez en diálogo con BBC Mundo.
De acuerdo con el académico, el argumento que los científicos utilizan es que ese método permitiría que la gente llevase una vida relativamente normal y que la actividad económica se reanudase, al tiempo que se generaría la inmunidad colectiva, también llamada inmunidad de rebaño.
Inmunidad del rebaño
Ese concepto hace referencia a cuando un número suficiente de individuos de una población adquiere inmunidad contra una infección y, al desarrollarla, detiene eficazmente su propagación.
Y con esa lógica y en el contexto actual, la inmunidad no se daría a través de una vacuna sino de tener la enfermedad: más gente se infecta, más gente se recupera y se vuelve inmune. Eso ayudaría a crear una resistencia y los brotes irían disminuyendo. Eso dicen quienes apoyan esta teoría.
“Poco a poco nos iríamos contagiando y con 60%, 70% de la población infectada, recobraríamos rápidamente la normalidad”, explica el profesor de la institución española.
El confinamiento como el que se está llevando a cabo en muchos países reduce las infecciones y frena nuevas oleadas de casos.
“Los investigadores de Harvard lo que argumentan es que de esa forma tendríamos muy poco contagios pero tendríamos que estar así por mucho tiempo porque la gente al no infectarse, no se inmunizaría”, indica el docente de la UAM.
Uno de los aspectos que contempla la estrategia del distanciamiento social intermitente es que “en el momento en que estuviésemos acercándonos a la saturación de los hospitales, nos volvamos a confinar para evitar llegar a ese punto”.
Ese escenario tiene problemas de factibilidad política, reflexiona Rodríguez.
«Es jugar un poquito con fuego porque en la medida en que el nivel de contagios se eleva, si no actuamos rápidamente confinando a la gente o si el sistema de vigilancia epidemiológica no funciona bien, podemos llegar tarde y provocar que (los centros de salud) se saturen”.
De hecho, en su análisis, los autores hacen hincapié en que en ese escenario se debe aumentar la capacidad del sistema sanitario, especialmente de cuidados intensivos, para que haya un control eficaz de la situación.
Rodríguez así como otros expertos insisten en que el estudio de Harvard es un modelo teórico, basado en simulaciones matemáticas, y que ponerlo en práctica puede llegar a ser muy complicado.
Aunque se elogia no sólo su excelencia, sino como una herramienta para las autoridades.
«Aprendiendo»
La idea de que, tras flexibilizar las medidas de confinamiento por una epidemia, haya la necesidad de dar marcha atrás y volver a una cuarentena estricta no es nueva.
«Lo que es moderno es diseñar el desescalamiento para que hayan confinamientos intermitentes (en el futuro)».
Debido a que el coronavirus y todas las secuelas que ha provocado es un fenómenos nuevo, “estamos haciendo experimentos naturales, estamos evaluando, sólo cuando implementamos las medidas nos damos cuenta de cuán eficaces son”.
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