El primer ministro Giuseppe Conte impuso el 9 de marzo el confinamiento obligatorio en todo el territorio italiano, ante la espiral de contagios de coronavirus. Poco después, casi toda Europa, América y buena parte de Asia implementaron políticas similares, que dejaron a más de la mitad de la población mundial en cuarentena total o parcial.
Las restricciones, pensadas originalmente para un plazo de dos semanas, se extendieron mucho más de lo previsto. Pasaron 48 días y la vida está muy lejos de volver a ser lo que era. De hecho, lo único que parece seguro en este contexto de máxima incertidumbre es que en lo que resta del año no se va a recuperar la normalidad, y quizás tampoco en el próximo.
Sin embargo, desde la semana pasada, varios países comenzaron tímidamente a levantar o a relajar algunas de las medidas más duras que habían impuesto. Algunos dieron pasos muy sutiles, pero otros se animaron a ir un poco más allá. Un repaso de los distintos enfoques y de los riesgos que enfrentan.
Lo que vuelve a ser
Hay dos casos testigo para seguir la evolución del relajamiento de la cuarentena. Uno es Dinamarca, que habiendo sido uno de los primeros de Europa en imponer restricciones —el 11 de enero, solo dos días después de Italia—, es también uno de los primeros que comenzó con una agresiva estrategia de normalización. El otro es Alemania, que con 83 millones de habitantes y más de 155.000 casos de coronavirus confirmados —de los cuales murieron 5.800—, es el país más importante en desandar el camino del confinamiento.
“Nadie quiere mantener a Dinamarca cerrada un día más de lo absolutamente necesario”, dijo la primera ministra Mette Frederiksen en un mensaje difundido por Facebook. “Pero no debemos proceder más rápido de lo que permita mantener la epidemia bajo control”. Por ahora lo están logrando, con un saldo de 8.600 personas infectadas y 418 muertas.
Además de habilitar comercios que habían permanecido cerrados, Dinamarca tomó el 15 de abril una de las medidas más audaces, que es la reapertura de algunas escuelas. Las aulas de los colegios habilitados fueron acondicionadas para permitir que haya una distancia prudente entre los niños.
“La semana pasada, volvieron a abrir las escuelas con clases desde el nivel inicial hasta el quinto, y esta semana se reabrieron cursos superiores para asegurar que los niños puedan pasar sus exámenes finales. Pero todas las secundarias siguen cerradas y la enseñanza se realiza a través de internet. Esta semana pudieron abrir algunas pequeñas tiendas, como peluquerías, fisioterapeutas, tatuadores y dentistas. Todos los restaurantes, cines y teatros siguen cerrados, al igual que la frontera”, contó Lars Bjerrum, profesor del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Copenhague, consultado por Infobae.
En Alemania fue la Leopoldina, la Academia Nacional de Ciencias, la que recomendó enfáticamente revertir muchas de las medidas de aislamiento tomadas. El eje del planteo estaba relacionado a la necesidad de reactivar la economía, algo que, más allá de los cambios habilitados por el gobierno, será difícil en los próximos meses.
“Las medidas que se han facilitado difieren en cada bundesland (estado federal) y a veces incluso entre ciudades. Pero se permitió que las tiendas con una superficie inferior a 800 metros cuadrados abrieran de nuevo, a veces con ciertas condiciones de densidad. En algunos lugares, cada local de un mismo centro comercial estaba por debajo de ese tamaño, así que se habilitó al mall entero, con lo que la gente volvió a amontonarse. También las escuelas reabrieron parcialmente en algunos sitios, a veces solo para las clases con exámenes. A partir de la próxima semana, las máscaras faciales serán obligatorias en las tiendas y en el transporte público en todos los estados, aunque con variaciones en las reglas exactas”, dijo a Infobae Sabine Gabrysch, médica y epidemióloga, profesora del Hospital universitario Charité de Berlín y del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Potsdam (PIK).
Estos no son los únicos países que flexibilizaron. Hasta Italia, que con más de 26.000 muertes confirmadas es el segundo con mayor mortalidad del mundo, y que había establecido uno de los confinamientos más estrictos, suavizó ciertas restricciones. En algunas regiones, por ejemplo, se habilitó la apertura de librerías, lavanderías y casas de venta de ropa para niños.
España, el tercer país más golpeado del planeta, con más de 23.000 decesos, permitió que los trabajadores de la construcción y de ciertas industrias pudieran reanudar sus actividades, aunque siguiendo un estricto protocolo. La próxima medida, que comenzará a regir a partir de esta semana, es que los niños puedan salir a hacer ejercicio y a jugar a la calle.
Bastante más ambicioso fue Austria, que empezó el lunes 14 a relajar las normas de aislamiento. Abrió buena parte de las pequeñas tiendas que había sido cerradas, aunque con la obligación de que haya un número controlado de personas a la vez y de que se mantenga una distancia de al menos un metro y medio. También autorizó la apertura de locales que venden artículos para hacer arreglos domésticos.
En una línea parecida se movió Noruega, donde se habilitaron los pequeños comercios y los mercados al aire libre. Además, es uno de los pocos en los que volvieron a funcionar los jardines de infantes. Las escuelas comenzará a recibir alumnos a partir de este lunes.
También en Europa del Este comenzó una leve reapertura. República Checa y Polonia flexibilizaron las actividades al aire libre. En Praga se habilitaron los mercados callejeros, y en Varsovia se abrieron los parques que habían sido cerrados. En Albania, la minería y la industria petrolera se pusieron nuevamente en funcionamiento.
En Medio Oriente, Israel sobresale entre los que, habiendo tomado medidas bastante duras, comenzó a relajarlas. Por un lado, se permitió que vuelvan a abrir locales que venden productos electrónicos y artículos para oficina. Por otro, se autorizaron ritos religiosos de hasta 19 personas en la calle, manteniendo siempre dos metros de distancia. Y quienes quieren hacer ejercicio pueden hacerlo en un radio de 500 metros en torno a su casa.
Lo que no vuelve
Aunque tanto Alemania como Dinamarca y otros países dieron pasos decisivos para revertir las restricciones más severas, en ninguno la vida volverá siquiera a parecerse a lo que era antes de la pandemia. Al menos no en el corto plazo. Para empezar, porque los bares y restaurantes, que son puntos de encuentro cruciales para la vida cultural, permanecen cerrados. Y los eventos masivos, desde las grandes fiestas hasta los conciertos, seguirán prohibidos por mucho tiempo más.
Los vínculos sociales siguen seriamente limitados. Por ejemplo, en Berlín no se permiten los encuentros en lugares cerrados entre más de dos personas que no convivan. Sí al aire libre, con un límite de 20 integrantes —en Dinamarca el máximo es 10—. La excepción son bautismos, casamientos y funerales, en los que ese número de personas se pueden juntar en la intimidad.
Incluso las cosas que volvieron a permitirse tienen una dinámica muy diferente a la que tenían. Solo puede haber una persona cada 20 metros cuadrados en las tiendas habilitadas. Y no se permiten largas colas en la calle. Por otro lado, en los centros comerciales abiertos, no se puede pasear, que era lo que iban a hacer muchos consumidores, más allá de si compraban o no. Ahora se puede ir exclusivamente para entrar a una tienda a adquirir un bien.
De todos modos, hay mucha preocupación entre los médicos y entre las autoridades políticas por un posible rebrote a partir del relajamiento de los últimos días. Muchos creen que las personas pueden volverse descuidadas.
“Toda esta discusión sobre la reapertura le dio a mucha gente la impresión de que las cosas ya están prácticamente bien y que podemos relajarnos y ser menos cuidadosos —dijo Gabrysch—. Se ve en los parques, donde la gente se reúne de nuevo en mayor número que en familia, y sé de vecinos que se visitan unos a otros. Ya hay claras advertencias de algunos científicos de que esto empujará el R de contagios por encima de 1 otra vez y entonces perderemos lo ganado. Está claro que a menos que seamos capaces de reducir la carga de casos a un número en el que podamos rastrear bien cada uno y aislar a todos los contactos, la epidemia se extenderá de nuevo. Ahora que el virus se ha distribuido más uniformemente en todo el país, es posible que se propague incluso más que antes, cuando estaba más localizado”.
Por eso, la canciller Angela Merkel anticipó que seguirá con mucha atención la evolución de los contagios y que, eventualmente, impondrá nuevamente las medidas levantadas. “Es precisamente porque las cifras (actuales) dan lugar a la esperanza que me siento obligada a decir que este resultado provisional es frágil. Todavía estamos lejos de estar fuera de peligro. No estamos en la fase final de la pandemia, sino en el comienzo”, dijo en un discurso ante el Parlamento.
También en Dinamarca hay temor a una aceleración en la tasa de infecciones como consecuencia de la flexibilización. Al igual que Merkel, Mette Frederiksen recalcó que está latente la posibilidad de dar marcha atrás en caso de que surjan indicadores negativos.
“Esto probablemente será un poco como caminar por la cuerda floja. Si nos quedamos quietos a lo largo del camino podríamos caer y si vamos demasiado rápido puede salir mal. Por lo tanto, debemos tomar un paso precavido a la vez (…) Si abrimos muy rápido, corremos el riesgo de que las infecciones aumenten demasiado y tengamos que volver a cerrar”, sostuvo la primera ministra en una conferencia de prensa.
“Creo que la habilitación de tiendas y de los fisioterapeutas es más arriesgada que la de las escuelas. Los niños tienen síntomas leves de COVID-19 y no son tan contagiosos, pero en los pequeños comercios podría haber un riesgo de transmisión hacia una población de edad avanzada y frágil e incluso podrían darse a eventos de súper propagación”, explicó Christian Wejse, profesor del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Aarhus, en diálogo con Infobae.
No obstante, Dinamarca tiene una ventaja frente a Alemania y frente a la gran mayoría de los países del mundo. Es un país pequeño, cuenta con muchos recursos y grandes capacidades estatales. Con eso a su favor, está en condiciones de hacer un seguimiento detallado de los nuevos casos, lo que podría permitirle aislarlos a tiempo y evitar un retroceso en la normalización.
“La epidemia está bajo control en Dinamarca y el número de admisiones en los hospitales y las muertes debidas al COVID-19 se han reducido desde que comenzaron las iniciativas para reducir la transmisión —dijo Bjerrum—. Seguiremos de cerca las consecuencias de la reapertura, aumentando el número de personas que se someten a pruebas. Se calcula que se realizarán 42.000 tests por día, en un país con 5 millones de habitantes”.
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