A poco de ser sacado del aire su programa en Globovisión, corren rumores acerca de que podría estar en la directiva del Consejo Nacional Electoral. Él se limita a responder con una pregunta “¿crees que yo iba a cambiar un espacio como ‘Vladimir a la 1’ por una nominación al CNE para aparecer subiendo una rampa acompañando al presidente anunciando un boletín electoral? Eso me parece respetable siempre y cuando se cumpla con la función de Rector. Pero no es mi aspiración”. Asegura que seguirá haciendo periodismo y haciendo frente a la administración de Nicolás Maduro, con la que mantiene claras diferencias.
Elizabeth Fuentes / La Gran Aldea
Cuerdafloja, chavista de alma, negociador, tirapiedra: Estas y muchas otras han sido las diversas versiones con las que algunos miran detrás de su respectivo cristal la conducta política del periodista Vladimir Villegas. Un desempleado más hoy día por culpa de Miraflores -como asegura-, niega que le interese ocupar cargo alguno en el Consejo Nacional Electoral o que sea un Caballo de Troya de Nicolás Maduro, “el peor gobierno que ha habido en la historia de Venezuela”.
-Se dice que eras íntimo de Nicolás Maduro, incluso compañero de farras, ¿Qué hay de cierto en eso?
-Nosotros fuimos compañeros de Liceo José Avalos en El Valle, pero él estudiaba un año menos que yo. Y de farra salimos muy poco porque éramos muchachos y él no formaba parte de ese grupo que tomábamos guarapita. Después nos vimos en manifestaciones, estuvimos juntos en el Centro de Estudiantes, hicimos campaña para que él fuera presidente del Centro, imagínate tú. En esa época estaba Juan Barreto también en el liceo. Pero de farra nunca fuimos, estuvimos juntos en la política. De hecho, yo lo vi cuando estuvo preso en la Disip. Yo era diputado y fui a visitar a los presos políticos (eso era cuando uno podía ver a los presos políticos) y lo vi allí, incomunicado. Y me pegó un grito “¡Epa, Vladimir!”.
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-¿Y cuándo estuvo preso nadie lo torturó?
-Él estuvo detenido en su tiempo de dirigente del Movimiento Revolucionario 200 en Caracas. Freddy Bernal y Nicolás Maduro eran los más buscados entonces. Y yo era presidente de la Subcomisión de Derechos Humanos del Congreso y un día, cuando fui a visitar a algunos presos políticos -porque soy hijo de un preso político y me quedó esa responsabilidad de atender y ser sensible al tema-, vi a Nicolás, que estaba incomunicado, en un “tigrito”… así que, bueno… Luego nos habremos tomado algunos vinos en otros momentos, pero no fue precisamente ese el punto de encuentro nuestro, sino en la política. Yo fui su vicecanciller, estuvimos juntos en la Constituyente, en luchas de calle… hasta que llegó mi separación del chavismo en el año 2007, cuando me opuse a la reforma que quiso implementar Hugo Chávez para mantenerse en el poder para siempre.
-Hay rumores de que tu salida obedece a la entrevista que le hiciste al embajador James Story en “Vladimir a la Carta” y donde el diplomático desmontó todas las versiones de la invasión de Macuto (“Bahía de Paja” lo llamó) y dejó muy mal las versiones del gobierno de Maduro. ¿Alguien te llamó, te jaló las orejas?
-Entre las razones por las que salí del canal probablemente estuvo esa entrevista a James Story. Pudo haber sido una de esas razones. Pero en todo caso ya había una acumulación de cosas que yo había dicho en el programa y que al Gobierno no le estaban gustando. Y además, con el tema de DirecTV encima, aprovecharon la ocasión para acabar con cualquier vestigio, lucecita o destello de opiniones que no les fuesen agradables de ver en la televisión y yo fui un primer paso. Fíjate que son tan intolerantes, que hasta a Walter Martínez lo sacan del aire en VTV.
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-Lo que se dice de ti ahora es que eres un chavista infiltrado y que el despido de Globovisión es para que te vean como una víctima y así puedas llegar sin mácula ideológica a tu designación al CNE.
-Quienes dicen que soy una especie de Arias Cárdenas, me lo han dicho a mí y se lo han dicho a mucha gente. Son los mismos que han estado sonsacando a los militares y entonces les dicen que son corruptos, criminales, asesinos, pero que, si pasan la talanquera y se van con ellos para apoyar el derrocamiento de Maduro, les van a perdonar la vida. Son los mismos que les lanzaban pantaletas a los militares y montan operaciones locas que terminan ayudando a que el Gobierno se quede. Es el extremismo colaboracionista el que me tilda de esa forma. Y no me importa mucho que digan eso porque es parte del debate político y tienen derecho a dudar. La duda es parte de la vida. Pero recordemos que la oposición votó por Arias Cárdenas que se presentó frente a Chávez y aglutinó a diferentes sectores, prácticamente toda la oposición votó por él. Y bueno, después él regresó al chavismo porque esa fue su decisión. No todo el que se va del chavismo está urdiendo una conspiración para después regresar triunfante. Sería una soberana estupidez creer eso. Yo me fui del chavismo cuando Chávez estaba en casi 60% de popularidad en el año 2007 y tenía todo el poder. Y lo hice porque me opuse a la reforma. Sería una estupidez mía haberme ido del chavismo en ese momento y pretender ahora regresar buscando una migaja de poder en un gobierno como este que ha quedado entre los peores gobiernos de la historia nacional, sin duda alguna que es el peor. Pero que mi salida de Globovisión haya sido una estratagema para aparecer como independiente y luego ir triunfante al CNE, debe ser una versión que proviene de las pronosticadoras y pronosticadores (como dicen ahora en lenguaje de género), de muchas de las cosas que no han llegado a ocurrir en Venezuela. De los que han apostado por golpes militares, rebeliones triunfantes que estaban listas, comandantes de fuerza que estaban contra Maduro, en fin. Pronosticadores que se han venido equivocando una y otra vez, pero dejemos que el tiempo se los demuestre. Lo que pasa con esto es que hay toda una campaña donde coinciden los laboratorios de guerra sucia del chavismo con los del extremismo opositor. Ambos extremos se juntan para debilitar cualquier postura crítica, sobre todo aquellas que van acompañadas de una reflexión con respecto a los errores que se han cometido durante estos años en materia de estrategia electoral o política por parte de la oposición. Yo creo que hay que rescatar el camino de la política, de la Constitución, el camino electoral porque es la única vía. Las demás estrategias han fracasado y solo han hecho que le Gobierno se fortalezca. Ahí está la revolución de los cambures verdes. ¿En qué quedó? Terminó de acabar con lo poco de movilización popular que había en el país, la poca que quedó después de la brutal represión que se aplicó. ¿Y en qué se tradujo? En represión, en frustración, en persecución, en presos. Hasta el pobre Edgar Zambrano, diputado a la AN por AD, fue víctima de esa misma maniobra. Lo acusaron de lo mismo que hoy me acusan a mí, de ser un infiltrado, un colaboracionista, un corrupto. Un hombre que se caló la cárcel, pero mucha gente desde la comunidad de Twitter o Instagram, lo estigmatizaron desde el exterior, prestándose para la guerra sucia de los laboratorios que desgraciadamente están funcionando y detrás de los cuales hay algunos colegas que se han prestado para esa labor tan deleznable.
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-Los siquiatras dicen que a los problemas hay que ponerles nombre y apellido. ¿Entre esos extremistas radicales de la oposición incluirías a Juan Guaidó?
-Lo veo como a una persona secuestrada por el extremismo y eso lo ha llevado a cometer tantos errores que el país los ha padecido. Y en el caso del chavismo, los nombres de ese extremismo chavistas están en una lista tan larga que se me acabaría la pila del celular si los menciono a todos. Nicolás Maduro, que pudo haber llegado a ser una figura equilibrada y encaminar el país hacia un sendero de diálogo, pareciera que ha decidido asumir la jefatura de ese extremismo chavista. Un caso particular es el de su relación con los periodistas, con quienes ha asumido una relación desde una postura extremista que no ayuda para nada al país. Diosdado Cabello es otra de esas figuras. Pero también vemos sub figuras del extremismo chavista que alientan por debajo de cuerda la acción de los colectivos para que agredan periodistas o a gente que no piensa como ellos. Ambas posturas son como espejos. La lógica del extremismo chavista y el opositor responden a los mismos patrones. El extremismo no tiene ideología. Tiene más hígado que cerebro.
-¿Y Maduro es un secuestrado de los cubanos, de quienes se dice son los que manejan los hilos de la represión en Venezuela?
-Maduro es un secuestrado de un modelo político fracasado, de una manera de hacer política que va en contraposición de los intereses de las grandes mayorías y que atenta contra la viabilidad del país. Yo creo que él está equivocado y es un secuestrado de sus propias taras ideológicas, que lo tienen secuestrado en una posición equivocada.
-Los últimos espacios de “Vladimir a la 1” estaban destinados casi exclusivamente para entrevistar gente del Gobierno y de tu partido Avanzada Progresista. ¿Eso fue producto de presiones ‘desde arriba’, presiones de Henri Falcón o una manera de protegerte porque sospechabas que estabas en salsa?
-Se nota que no ves (o veías) “Vladimir a la 1”. Porque si lo hubieses visto no me harías esa pregunta. En primer lugar, ya no soy miembro de Avanzada Progresista. Estuve con Henri Falcón, lo acompañé y me separé al poco tiempo, cuando surgieron las diferencias entre Falcón e Ismael García. Me fui sin hacer ruido. Pero he tenido muchísimas coincidencias con Henri Falcón. Voté por él. Hice lo que no hicieron los extremistas que hoy me están atacando. Fui a votar, no le regalé mi voto a Nicolás Maduro ni al PSUV. No les dejé el campo abierto para que hicieran su agosto electoral. Me enfrenté con mi posición, voté y llamé a votar. Y lo volvería a hacer mil veces más. En cualquier proceso electoral, bajos las condiciones más adversas, yo iré a votar a menos que efectivamente haya una estrategia de toda la oposición que tenga coherencia. Porque el problema es que el abstencionismo ha estado ligado a la incoherencia, al aventurerismo, a la falta de debate y a la falta de reflexión. ¿Qué Henri Falcón me haya presionado para que entrevistara a pura gente de su partido? Pues se nota que no veías el programa. A mí no me presionó ni Chávez. Me le fui en el 2007 cuando tenía toda la popularidad y todo el poder. Henri es mi amigo y jamás me ha pedido o me ha exigido que haga algo con mi carrera, porque siempre ha sido respetuoso de mi trabajo de periodista. Es un gran amigo mío y lo sigue siendo. Y hemos tenido grandes diferencias con el tema de la mesita o de la mesa… y los hemos discutido, pero somos buenos amigos. Y ambos coincidimos en que se debe retornar a la política, sustituir el debate irrelevante y de insultos por planteamientos discutibles.
-Tu hermano Mario Villegas salió a defenderte y algunos le cayeron encima. Pero tu otro hermano, el ministro Ernesto Villegas, te dio un respaldo muy tímido…
-Con respecto a Twitter, yo he probado lo mismo que recibió Edgar Zambrano o mi hermano, mi pana, Kiko Bautista, víctima de una campaña por haber hecho una pregunta de la cual sacaron con pinzas una supuesta afirmación de su parte. Todo eso es parte de laboratorios de destrucción moral. Aquí hay dos cosas: Si opinas distinto al chavismo, ellos buscan destruirte hasta físicamente. Persiguen periodistas, les lanzan estiércol a los maestros, torturan, etc. Y resulta que en la oposición extremista hacen lo mismo, pero moralmente: Te lanzan batallones para destruirte, ataques a lo más bajo que se puede llegar. A veces hasta de una manera criminal porque hay que ver lo que le han dicho a la gente que ha salido a defenderme, víctimas de ese lodazal de extremistas radicales. Pero estoy seguro de que la mayoría de la gente que sintonizaba “Vladimir a la 1” hoy está lamentando que ese espacio no esté. Y fíjate como coinciden los que me acusan de ser un Caballo de Troya con el objetivo del Gobierno. ¿Y cuál es el objetivo del Gobierno? Que mi salida del aire la pague yo, cuando ellos tienen la responsabilidad de haber presionado para mi salida de los medios. Un gobierno que es alérgico a la libertad de expresión, al debate abierto, a la crítica. Y entonces encuentra como medicina a unos opositores tuiteros, laboratorios de extremistas que le hacen daño a la posibilidad de un debate democrático en Venezuela y ayudan a consolidar las bases del chavismo, la unidad del chavismo. Porque cada vez que alguien en el chavismo tenga alguna disidencia, lo que espera es que le caiga ese balde de estiércol encima y entonces prefieren quedarse calladitos.
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-Y sobre el apoyo de tu hermano el ministro. ¿Cómo puede Ernesto defender a un gobierno donde se tortura y se han asesinado presos políticos?
-Mis conversaciones con mi hermano Ernesto… o mejor dicho, con el ministro Ernesto Villegas, las hemos tenido en público, conversaciones que el país ha visto. Todos los asuntos políticos que discuto con Ernesto los suelo hacer en público. Y hemos reservado el espacio de la intimidad familiar para mantenernos como familia porque, ¿qué podemos hacer? Si quieren me cuestionan por eso, pero el Gobierno es una cosa y la familia es otra. Él es ministro y es responsable de lo que hace, dice y deja de hacer. Y él tampoco puede pagar las facturas de lo que yo haga o diga. Solamente él puede explicar su conducta política. Él puso un tuit como hermano más que como ministro. Y también ha habido mensajes en las redes de gente como Elías Jaua, a quien conozco de hace tantos años, quien me envió un mensaje de solidaridad y simpatía. Y lo recibí de buena manera porque somos amigos, a pesar de las grandes diferencias que tenemos. Y resulta que la caballería del chavismo le cayó encima. Vimos un mensaje de un amanuense de Diosdado Cabello denigrando contra Elías, llamándome antipatriota y escoria. Ese tipo de patriotas lo que terminan siendo son patoteros. Que de eso está lleno el chavismo radical. Gente que no discute con argumentos sino con descalificaciones. Nadie va a corregir una posición equivocada a punta de insultos. Todo lo contrario, se estaciona en ella.
-Desde el 2014 te están lanzando para conformar el CNE. ¿Qué tienes que hacer con eso?, ¿qué sabes de eso si eres básicamente un periodista?
–Luis Herrera Campíns era periodista, Jaime Lusinchi era médico, y Carlos Andrés Pérez era bachiller. El propio Nicolás Maduro tampoco es doctor y hemos tenido presidentes militares o escritores. El hecho de que sea periodista no me impide poder ejercer ningún cargo público o parlamentario o diplomático, como lo he sido. Ahora en el caso del CNE, yo no tengo ninguna aspiración ni he presentado mi nombre ni lo ando buscando. ¿Tú crees que yo iba a cambiar un espacio como “Vladimir a la 1” por una nominación al CNE para aparecer subiendo una rampa acompañando al presidente anunciando un boletín electoral? Eso me parece respetable siempre y cuando se cumpla con la función de Rector. Pero no es mi aspiración. Entonces me pregunto: ¿Me atacan con eso para qué? Para aumentar la brecha entre un país que quiere una solución electoral y aumentar el abstencionismo. Para darle fuerza a esa campaña abstencionista. Y allí vuelven a coincidir los dos extremismos, el oficialista madurista y el opositor que también ha jugado un rol nefasto en todo esto. En 2018 hubo más campaña contra Henri Falcón que contra Maduro, llegando a decir que Henri iba a ser designado vicepresidente de Maduro. Y luego no tuvieron la decencia de decir que se habían equivocado. Arrojan basura y después no tienen la dignidad de hacer lo que hacen las personas decentes cuando sacan a pasear a sus mascotas, que recogen la caca. Ellos no. Por eso estamos como estamos.
-¿Crees que tu canal en YouTube, “Vladimir a la Carta”, va a tener más visitas después de tu despido de Globovisión?
-No sé. Espero que sí. Es un canal nuevo, con muy pocos seguidores, aunque en estos días se ha duplicado. Obviamente no voy a tener la misma audiencia de antes, pero al menos abro esa ventanita y el que quiera verlo, que lo vea.
-¿El único legado de este Gobierno será que enterró para siempre la posibilidad de que la izquierda venezolana regrese alguna vez al poder?
-Ni toda la derecha está en la oposición ni toda la izquierda está en el Gobierno. Lo que existe es una mixtura, una especie de cruzado de lo peor de la izquierda y lo peor de la derecha. Nuestro futuro será mejor, donde estará la síntesis de lo mejor que tienen todas y cada una de las corrientes del pensamiento. Porque la humanidad va hacia eso. Yo me sigo considerando un hombre de izquierda democrática y he tenido que aprender a partir de lo que no se debe hacer.
-¿Me darías un título para tu caso?
-De “Vladimir a la 1” a Vladimir en la mira.
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