Desde el lunes 1 de junio inició un nuevo esquema de venta de gasolina en todo el país. Aunque hay personas que recibirán el combustible subsidiado, se han reportado fallas en el sistema de biopago, fallas de conexión, largas colas para abastecer el vehículo, falta de cambio para los pagos en dólares y en otras no llegan las cisternas.
La Organización Mundial de la Salud y varios gobiernos en todo el mundo han cambiado sus pautas para el tratamiento del coronavirus, en especial respecto a al uso de la hidroxicloroquina, tras la publicación de un estudio basado en datos de una pequeña compañía de análisis de salud estadounidense cuestionados por la comunidad científica, reveló este miércoles una investigación del diario británico The Guardian.
La revelación llega el mismo día que la prestigiosa revista médica The Lancet tomó distancia del estudio, publicado el 22 de mayo, sobre los posibles efectos nefastos de la hidroxicloroquina entre enfermos de la COVID-19 al admitir que este plantea “serias cuestiones científicas”. Esta advertencia fue publicada el martes como una “expression of concern” (“expresión de preocupación”, en inglés), un término formal empleado por las revistas científicas cuando un estudio plantea potencialmente un problema. Lo propio hizo el New England Jorunal of Medicine, otra respetada revista médica que publicó otro estudio basado en los mismos datos cuestionados.
El artículo en cuestión, que concluyó que esta molécula no solo no es beneficiosa contra la covid-19, sino que además aumenta el riesgo de morir, condujo a la OMS a interrumpir los ensayos clínicos de la hidroxicloroquina y a varios países, sobre todo de América Latina, a cambiar las pautas para el tratamiento del COVID-19.
El estudio se basó en los datos de unos 96.000 pacientes ingresados entre diciembre y abril en 671 hospitales del mundo y supuestamente comparó la evolución de quienes recibieron este tratamiento y de quienes no.
Aunque parte de la comunidad científica duda de la eficacia de la hidroxicloroquina, varias decenas de expertos expresaron en una carta abierta su “preocupación” por la metodología empleada en este trabajo, basado en información recopilada por Surgisphere, una empresa de análisis de datos de salud basada en Estados Unidos.
Por su parte, los autores, liderados por el doctor Mandeep Mehra, director ejecutivo del Brigham and Women’s Hospital Center for Advanced Heart Disease, en Boston, defienden sus resultados. “Estamos orgullosos de contribuir en los trabajos sobre la covid-19” en este periodo de “incertidumbre”, declaró a la AFP el 29 de mayo Sapan Desai, director de Surgisphere.
La dudosa trayectoria de Surgisphere
Surgisphere, una empresa de análisis de datos de salud basada en Estados Unidos, hasta ahora no pudo explicar adecuadamente sus datos o metodología, según decenas de expertos que analizaron el estudio.
La firma, establecida por Desai en 2008 como una compañía de educación médica que publicó libros de texto, dice tener una poderosa base de datos con acceso a los datos de 96.000 pacientes en 1.200 hospitales de todo el mundo.
Pese a esta afirmación, la firma tiene escasa presencia online. The Guardian halló que varios de los empleados de Surgisphere tienen poca o ninguna formación o antecedentes científicos. Uno de los empleados parece ser un autor de ciencia ficción y artista de fantasía. Otro empleado que figura como ejecutivo de marketing es una modelo de contenido para adultos y una anfitriona de eventos. Según su página de LinkedIn, la semana pasada la empresa contaba sólo con seis empleados, un número que bajó a tres empleados a partir del miércoles.
Los antecedentes del director ejecutivo de la empresa, Sapan Desai, quien junto al doctor Mandeep Mehra fue coaturor de los estudios publicados en The Lancet y en el New England Journal of Medicine, también alimentaron las dudas.
Según The Guardian, Desai reconoció que en el estudio clasificó por error 73 muertes en Australia, cuando deberían haber sido contadas en Asia. The Guardian contactó a cinco hospitales en Melbourne y dos en Sidney, cuya cooperación habría sido esencial para alcanzar los números de pacientes australianos en la base de datos. Todos negaron cualquier papel en dicha base de datos y dijeron que nunca habían oído hablar de Surgisphere. Desai no respondió a las solicitudes de comentarios sobre sus declaraciones.
Desai, un cirujano vascular devenido empresario, también fue citado en tres demandas por negligencia médica, no relacionadas con la base de datos Surgisphere. En una entrevista, el científico describió previamente las acusaciones como “infundadas”. En 2008, lanzó una campaña de crowdfunding en el sitio web indiegogo promoviendo un “dispositivo de aumento humano de próxima generación que puede ayudarlo a lograr lo que nunca pensó que fuera posible”. El dispositivo nunca fue lanzado al mercado.
La página de Wikipedia de Desai ha sido borrada luego de los cuestionamientos a Surgisphere y su historia.
Según varios expertos, tampoco está claro, a partir de la metodología en los estudios que usaron datos de Surgisphere, cómo la compañía pudo establecer acuerdos de intercambio de datos de tantos hospitales en todo el mundo, y conciliar diferentes idiomas y sistemas de codificación, todo mientras se mantiene dentro de las normas regulatorias, de protección de datos y éticas de cada país. Peter Ellis, un científico de datos, dijo al diario británico que la base de datos de Surgisphere era “casi ciertamente una estafa”.
Las críticas al estudio e impacto en la ciencia
Un número creciente de científicos expresó sus dudas en los últimos días acerca de la fiabilidad del estudio.
El viernes, decenas de científicos expresaron en una carta abierta su “preocupación” por la metodología empleada en el estudio publicado en la revista The Lancet. Entre los firmantes de la carta abierta, destacan médicos e investigadores de todo el mundo, desde Harvard hasta el Imperial College de Londres.
“Este examen suscitó a la vez preocupación por la metodología y por la integridad de los datos”, subrayan, detallando una larga lista de puntos problemáticos, desde el rechazo de los autores a dar acceso a la información de base a la ausencia de un “examen ético”.
Debido a la “considerable inquietud” que el estudio provocó “entre pacientes y participantes” en los ensayos clínicos, los firmantes de la carta llamaron a la OMS o a otra institución “independiente y respetada” a crear un grupo encargado de analizar de forma independiente las conclusiones de este trabajo.
Interrogada al respecto, la OMS señaló el viernes que la suspensión de los ensayos es solo “temporal” y que sus expertos darán su “opinión final” sobre la hidroxicloroquina tras examinar otros elementos, probablemente a mediados de junio.
Mientras tanto, el estudio llevó a muchos países a suspender el uso de la molécula, entre ellos Francia, Italia, Egipto, Túnez, Colombia, Chile o El Salvador. Otros países, en cambio, ensalzan la eficacia de la molécula y no quieren dejar de administrarla. Es el caso de Brasil, Argelia, Marruecos, Turquía, Tailandia, Portugal, Kenia o Senegal, entre otros.
En general, la hidroxicloroquina se prescribe para tratar males como el lupus y la malaria. Los científicos favorables a su suministración destacan su amplia disponibilidad, su costo barato y la gran cantidad de información científica disponible sobre los efectos colaterales debido a su uso extendido desde hace años.
“’Este no es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser el final del principio’… de la guerra contra la cloroquina”, reaccionó en Twitter Didier Raoult, el médico francés que desde el principio de la epidemia popularizó el uso del medicamento, citando la frase de Winston Churchill.
Otros científicos expresaron su preocupación por el impacto que esta controversia puede tener para la ciencia, mediante las etiquetas : “#Lancetgate” (“Escándalo Lancet”) y “#whats_with_hcq_lancet_paper” (“¿Qué pasa con el artículo sobre la hidroxicloroquina de Lancet?”).
“Si (el estudio) es un fraude, esto afectará la confianza en los científicos de forma duradera”, afirmó el doctor Gilbert Deray, del hospital parisino de la Pitié-Salpêtrière.
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