Mario Vargas Llosa entrevistó en dos ocasiones al que considera que ha sido el mejor prosista en español, Jorge Luis Borges. En la entrevista que le hizo en los años ochenta describió la gran austeridad con la que vivía el argentino: «nunca me perdonó que escribiera que su departamento tenía goteras».
EFE
Así lo recuerda el Premio Nobel de Literatura, el escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa, en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de su libro Medio siglo con Borges. Publicada por la editorial Alfaguara, es una colección de artículos, conferencias, reseñas y notas sobre el autor de El Aleph.
«Vive en un departamento de dos dormitorios y una salita comedor, en el centro de Buenos Aires, con un gato que se llama Beppo (por el gato de Lord Byron) y una criada de Salta, que le cocina y sirve también de lazarillo. Los muebles son pocos, están raídos y la humedad ha impreso ojeras oscuras en las paredes. Hay una gotera sobre la mesa del comedor», escribió entonces Vargas Llosa.
Lo escribió «con el gran cariño y admiración que siempre le tuve», recuerda ahora el escritor. Afirma que le dijeron que Borges nunca se lo perdonó porque le «ofendió profundamente». Pero, la verdad, señala, es que era un departamento muy modesto, en el que no había ningún libro suyo, ni sobre él. Muchos libros de poesía, en distintas lenguas, pero nada del propio Borges.
En Medio siglo con Borges está incluida la transcripción de esta entrevista, que sirvió de base para la escritura de Borges en su casa, texto también en el volumen.
Conoció al escritor en París en 1963, una ocasión ante la que, confiesa, estaba atemorizado y encontró un hombre «nada arrogante, más bien tímido».
En aquella primera entrevista le contestó que la política le provocaba tedio. 20 años después le explicó que tenía que ser más severo «ya que la política había sido tan catastrófica en Argentina que lo que le producía era fastidio», recuerda el Premio Nobel.
Borges, afirma Vargas Llosa, era antiperonista: «el peronismo fue una gran tragedia para Argentina y dejó prácticamente destruido el país, que no ha vuelto a levantar cabeza hasta nuestros días. Y él mismo lo sufrió porque por razones políticas pasó de ser un pequeño bibliotecario a inspector de gallineros».
Por eso, agrega, Borges en un primer momento apoyó a los militares porque habían dado un golpe contra Perón. Y «desgraciadamente luego aceptó una condecoración de Pinochet», al parecer la causa de que no recibiera el Premio Nobel, considera Vargas Llosa.
Fueron «deslices» de los que sostiene que Borges no era muy consciente «porque tenia un gran desprecio por la política, y porque era una persona mucho más literaria que política. Tuvo meteduras de pata en su vida respeto a la política, pero fue muy categórico frente al nazismo. Era un demócrata a pesar de esos coqueteos con ciertos gobiernos militares», dice Vargas Llosa.
Y lo que que considera «imperdonable» y «lamentable» es que «el gran escritor de la lengua española» se quedara sin Premio Nobel de Literatura.
«Fue el gran prosista de la lengua española, el creador de un estilo propio muy personal que no es imitable. El estilo de Borges mata a sus imitadores» que se convierten en «pequeños borgecitos que carecen de personalidad propia».
Pero a Borges le llevó mucho tiempo encontrar se extraordinario estilo, recuerda el autor hispanoperuano. Cree que no fue hasta que tenía 35 años, con La historia universal de la infamia.
Vargas Llosa destaca su admiración por Borges, por la belleza y la inteligencia del mundo que creó, a pesar de ser él mismo «un novelista intoxicado de realidad y fascinado por la historia» que jamás ha sido tentado por la literatura fantástica.
Y se declara muy borgiano en lo que se refiere a su «odio a muerte» a los nacionalismos. Recuerda entre risas la frase «maravillosa» que pronunció Borges cuando la guerra entre Argentina y Gran Bretaña por las Malvinas: «Es una guerra en la que dos calvos se disputan un peine».
«El nacionalismo es un anacronismo fundamental, un regreso a la tribu, una ideología montada sobre bases absolutamente falsas, una base tan falsa como que el hecho de pertenecer a una nación constituye un privilegio, algo que concede una especie de superioridad a una persona, es un puro disparate», insiste.
Un disparate que provocó dos guerras mundiales y que está «rebrotando como una peste maligna» en ciertos países, como es el caso de España.
Porque, agrega Vargas Llosa, los nacionalismos periféricos son el gran peligro para el futuro de España, reivindicaciones que no cree que se hayan relajado con la crisis sanitaria. «Son una especie de religión laica que despiertan una actitud fanática y van a tardar mucho tiempo en ceder», asegura.
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