Los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro, y de Argentina, Alberto Fernández, llevan más de seis meses sin hablar, concretamente desde que el último asumió la presidencia el 10 de diciembre pasado.
Por BBC
Se trata del distanciamiento más prolongado de los últimos 35 años entre los líderes de los dos países desde la reanudación de la democracia en Brasil (1985) y Argentina (1983).
Sin embargo, los expertos en la relación bilateral enfatizan que la «retórica agresiva» como la que ambos presidentes utilizan hoy entre ellos no se había escuchado en la relación entre los dos gigantes sudamericanos desde el siglo XIX, cuando Brasil y Argentina comenzaron a acercarse después de haber dejado de ser colonias de Portugal y España, respectivamente.
Bolsonaro y Fernández han estado intercambiando ataques públicos desde la campaña presidencial argentina de 2019.
En ese momento, Bolsonaro defendió públicamente la reelección de Mauricio Macri, el oponente de Fernández, y predijo que, si el candidato peronista fuera elegido, habría un éxodo de argentinos a Brasil, como en Roraima, un estado «invadido» por venezolanos que huyen de problemas en su país.
Fernández respondió diciendo que celebraba que «un misógino y violento» hablara mal de él.
El inusitado intercambio de críticas públicas continuó durante la nueva pandemia de coronavirus, una señal de que el diálogo bilateral parece distante.
En sus frecuentes discursos sobre la importancia de la cuarentena para «salvar vidas», Fernández generalmente muestra gráficos que comparan el bajo número de muertes en su país en relación con las de otras naciones, incluido Brasil.
Además, el presidente argentino citó al país de Bolsonaro al menos tres veces, directa o indirectamente, como un ejemplo que no debe seguirse.
«Estamos viendo lo que sucede en los lugares donde se ha priorizado la economía», dijo, aludiendo al número de muertes de covid-19 en Brasil.
Bolsonaro, por su parte, dijo a fines de mayo que el modelo de cuarentena argentino, con el empeoramiento de su crisis económica, debería evitarse. «Miren a nuestra querida Argentina ¿es eso lo que quieren?», dijo, según reprodujo la prensa argentina.
«Querido Lula»
Las diferencias ideológicas entre los dos líderes se reflejan en el ajedrez de la diplomacia regional.
Fernández apoya la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), creada en 2008 cuando Luiz Inácio «Lula» da Silva era presidente de Brasil, y a la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), creada en 2010 como una especie de heredera del Grupo de Rio.
También al Grupo Puebla, un foro «progresista» de líderes y exlíderes de izquierda de América Latina y España.
Bajo Bolsonaro, Brasil se retiró de Celac y Unasur, y lanzó, junto con otros líderes conservadores de la región, el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur).
Fernández es cercano a los adversarios de Bolsonaro, como el expresidente Lula. Durante su campaña presidencial, Fernández visitó a Lula en la prisión de Curitiba donde cumplía una pena por corrupción.
El pasado 26 de junio, ambos participaron en un evento virtual realizado por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
«Querido Lula, no puedes imaginar cuánto te extrañamos como presidente. La relación sería diferente (con Argentina) y con América Latina», señaló Fernández.
El presidente argentino criticó al capitalismo, destacó las «duras penas» que enfrenta la región y reforzó su lucha conjunta con su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en la búsqueda de otros caminos.
La alianza política generalizada entre Argentina y México ha reemplazado a la asociación entre Argentina y Brasil, previamente vista como natural.
Recientemente, Brasil retiró a su candidato a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para no contradecir la iniciativa del presidente estadounidense Donald Trump de poner a su propio candidato, rompiendo la tradición de mantener el órgano bajo el mando de un latinoamericano.
El gobierno brasileño dijo que vio la nominación estadounidense «positivamente»; Fernández, en cambio, criticó la «alineación regional» en torno al candidato de Estados Unidos.
Pandemia
Criticar a Brasil por cómo maneja la pandemia se ha convertido en algo cotidiano en Argentina.
Tanto políticos como comentaristas de televisión se refieren al tema.
«La economía argentina caerá 9,9% en 2020, pero como la economía de Brasil también caerá más del 9% este año (según el FMI), el gobierno argentino puede argumentar que la cuarentena fue la mejor salida porque evitó muertes y el desempeño económico no será muy diferente del brasileño (que no tuvo una cuarentena nacional) «, señaló el periodista económico Marcelo Bonelli, del canal de noticias TN.
Hasta el pasado 27 de junio, Argentina registraba 1.207 muertes por covid-19, y Brasil más de 55.000.
Fernández dijo que si Argentina hubiera seguido el modelo brasileño para enfrentar la pandemia, su país tendría alrededor de 10.000 muertes y no las cifras actuales.
En una entrevista reciente con el diario argentino Clarín, el canciller brasileño Ernesto Araújo dijo que Bolsonaro y Fernández podían haberse reunido en marzo durante la asunción del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, pero no fue posible porque el argentino no participó.
Araújo dijo que Bolsonaro ha dado muestras de querer encontrarse con Fernández, pero que del lado argentino «no había interés» y que las señales del gobierno argentino «son ambiguas».
Las señales claras, dijo, son cuando Fernández se refiere a «mi gran amigo el presidente Lula».
«Brasil a contramano»
¿Pero cuáles son los efectos prácticos, en el área económica y comercial, de esta animosidad entre los dos gobiernos?
En conversación con BBC News Brasil, fuentes de diplomacia en ambos países, analistas y empresarios coincidieron en que la distancia y hostilidad entre los dos gobiernos no tiene precedentes.
«Lo que sucede ahora va en contra del proceso de asociación entre los dos países, una construcción que comenzó en el siglo XIX, cuando existía la desconfianza heredada del período colonial, y estábamos avanzando hacia una relación de confianza y transparencia que incluía el área nuclear, militar y comercial y la creación del Mercosur», dijo el exembajador de Brasil en Argentina, Marcos Azambuja.
«No es que ahora exista un peligro de conflicto, pero la retórica del presidente brasileño sobre Argentina, de interferencia ya sea hacia la izquierda o hacia la derecha, no coincide con nuestra postura, nuestra tradición».
Para el analista político Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Nueva Mayoría, de Buenos Aires, la falta de diálogo no tiene precedentes, incluso desde antes de la restauración de la democracia argentina en 1983.
«Incluso cuando Brasil entró en la Segunda Guerra Mundial, los canales diplomáticos entre los dos países no se suspendieron y nunca hemos visto agresiones entre los presidentes», dijo Fraga.
Brasil y Argentina tomaron distintas posturas en ese período: Brasil envió tropas para apoyar a los Aliados en Italia y Argentina optó por la neutralidad.
Durante los últimos regímenes militares ambos países coordinaron crímenes de lesa humanidad en el Cono Sur y con la reanudación de las democracias, bajo los expresidentes Raúl Alfonsín, de Argentina, y José Sarney, en Brasil, la relación comenzó a adquirir transparencia y un diálogo fluido.
«10 puntos de amenaza»
Para la profesora de relaciones internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, en Buenos Aires, la brasileña Monica Hirst, Brasil está dejando hoy «un gran vacío» político en la región, contradiciendo su tradición de política exterior.
«Brasil limita con diez países y, con la pandemia, se convirtieron en diez puntos de amenaza (de expansión de la enfermedad a sus vecinos). Lo que vemos hoy es casi una ironía al lado de lo que fue la diplomacia brasileña de no generar conflictos y no ser una amenaza para tus vecinos «, dijo.
En opinión de Hirst, quien también es profesora en la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), Brasil carece de una estrategia regional en términos políticos y de salud pública. Y, en el caso de Argentina, practica lo que llamó «negacionismo».
«El negacionismo que aplica Brasil respecto al covid-19 también se aplica a la no relación con su principal actor regional. Es una negación absoluta de una construcción, de una historia de los últimos 30 años. Y, claramente, con esta actitud crea un gran desequilibrio en América del Sur «, dijo Hirst.
La asociación entre los dos países, agregó, fue un eje estratégico, militar y comercial en la región. Para ella, en este contexto, Brasil está dejando «un gran vacío».
Para el politólogo argentino Guillermo Rodríguez Conte, de la consultora Prospectiva, «la diplomacia presidencial fue un puente fundamental para la construcción del Mercosur y es mejor atenerse siempre a las instituciones».
Pero dice que las posibilidades de una relación fluida entre los dos gobiernos ya se habían visto socavadas durante la campaña presidencial y que el pedido de Fernández de un «Lula Libre» en su discurso de victoria a fines de octubre de 2019 «ayudó poco».
Tampoco ayudó que Eduardo Bolsonaro, hijo del mandatario brasileño, publicara en Twitter unos días después una foto de él al lado de una imagen de Estanislao Fernández, hijo de Alberto Fernández, como drag queen: «Involucrar a la familia es complicado», dice Conte.
China
«La relación económica bilateral se ha deteriorado desde la crisis internacional de 2008», dice el presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña de São Paulo, el argentino Federico Servideo, quien agrega que las diferencias ideológicas han congelado los esfuerzos para reducir este deterioro.
«La relación comercial está muy concentrada en algunos artículos, como automóviles y trigo, por ejemplo, y la tendencia, en esos años, era una mayor presencia de China y EE.UU. en ambos países», dijo Servideo, hablando desde São Paulo.
Los datos oficiales indican que Brasil dejó de ser el principal socio comercial de Argentina en abril y mayo, durante la pandemia.
En este ambiente de frialdad y dureza política, y ante un nuevo escenario comercial, los dos presidentes probablemente se vean por primera vez este 2 de julio, en la reunión virtual del Mercosur.
Sin embargo, nada garantiza, como dijo Fraga, que habrá diálogo entre los dos líderes.
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