Tras la llegada de la pandemia de COVID-19 a México, la educación se vio forzada a abandonar las aulas y trasladarse al mundo digital, a la televisión o a la radio. La emergencia sanitaria se ha extendido por meses, sin embargo, el proceso educativo en sus diferentes niveles no ha terminado de adaptarse a la nueva modalidad.
Y es que llevar la enseñanza del formato presencial a la distancia no es tan sencillo como hacer transmisiones virtuales. Se requiere un proceso de montaje y traducción diferente. En palabras del pedagogo Ángel Díaz Barriga, no se trata de poner a un profesor de un lado del monitor y esperar que del otro lado permanezcan los estudiantes escuchando.
Mientras tanto, las posibilidades de que los cambios que se operen en este periodo trasciendan a la pandemia son muy altas. Las herramientas tecnológicas, aplicaciones digitales y extensiones empleadas para mantener la comunicación y agilizar el proceso de enseñanza podrían permanecer en futuras planeaciones educativas.
Así lo considera en entrevista con Infobae México Carlos Valenzuela, director para México de Open Green Road (OGR), una empresa latinoamericana que oferta el servicio de plataformas digitales para la educación: “Se viene una gran apertura en la incorporación de este tipo de plataformas a la operación tradicional de los modelos educativos de cualquier institución hoy día”.
De acuerdo con Valenzuela, son muy altas las probabilidades de que las plataformas digitales educativas se integren a la forma de trabajo regular de las escuelas, independientemente del proceso actual determinado por la pandemia de COVID-19.
Asegura que la transición a la educación a distancia durante el confinamiento fue significativamente más sencilla para las escuelas que previamente habían incorporado este tipo de recursos de apoyo a la educación.
Para la comunidad educativa el reto ha sido grande. La pedagoga del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México (IISUE-UNAM), Lourdes Chehaibar, señaló durante un seminario virtual que si bien se han incorporado paulatinamente diversas herramientas tecnológicas a las rutinas escolares, estas no están incorporadas de manera generalizada.
“No están incorporadas de manera estructural en la planeación didáctica de los maestros. No están incorporadas en los hábitos o en las formas de aprendizaje de la mayoría de los alumnos ni en sus formas de interactuar. Ni en las formas de hacer gestión de las autoridades educativas de las escuelas ni en las estrategias de acompañamiento entre colegas o entre los mismos estudiantes”, consideró la investigadora.
Carlos Valenzuela refiere que uno de los beneficios de las plataformas educativas, ya sean para educación básica, media superior o superior, es que los alumnos tienen una forma libre de aprendizaje que, por un lado, se adapta a sus necesidades individuales y, por otro, atiende los diferentes tiempos de atención que tienen los estudiantes según su edad. Las plataformas tienen la posibilidad de alojar material útil para las diferentes formas de aprendizaje, ya sea visual, auditivo o kinestésico.
Las plataformas sobretodo facilitan el proceso de evaluación y seguimiento. Tanto de los alumnos, afirma Valenzuela, como de los profesores, coordinadores y supervisores, a través de estadísticas de mega datos que permiten conocer el nivel de uso e interacción en el sitio. De esta forma, no sólo se echa a andar un proyecto, sino que se monitorea su funcionamiento.
El director de OGR en México explica que la utilidad de evaluar a los alumnos a través de plataformas digitales es que se pueden conocer las necesidades particulares de cada uno. “Si un niño sacó un siete en matemáticas, la evaluación dirá en qué falló. Si falló en álgebra ese es el tema que hay que reforzar con material de manera individualizada. Así se va perfilando el interés de cada alumno de acuerdo a las problemáticas que tiene”.
Algunas plataformas sirven para facilitar la labor docente, pero no la sustituyen. Buscan reducir el nivel de trabajo de maestras y maestros, por ejemplo, al facilitar el trabajo de evaluación para que deban encargarse únicamente del diseño e impartición de la clase.
Sin embargo, la modalidad de educación a distancia que se ha abierto camino en la educación media superior y superior en el país conserva características propias. No utiliza herramientas digitales para apoyar a los docentes, sino que sustituye a estos últimos por interfaces funcionales y tutores que dan seguimiento al avance de los alumnos.
La educación a distancia, en su vertiente digital, requiere más que una simple transición de formato. Como refirió el pedagogo Ángel Díaz Barriga durante una entrevista en Tv UNAM, el proceso no requiere propiamente de docentes, sino de la colaboración de un especialista en la materia que se enseñará, un especialista en didáctica y un especialista en diseño tecnológico: “Si no se juntan estos tres especialistas no se logra hacer un programa mediado con tecnología a distancia”.
En todo caso, el problema de la accesibilidad sigue latente; no se soluciona con educación por televisión o radio y mucho menos por Internet. Durante la pandemia, la Secretaría de Educación Pública ha propuesto el uso de cuadernillos de trabajo e incluso que los docentes compartan con sus alumnos el material digital previamente descargado en sus equipos de cómputo.
Y si bien esas propuestas integran a los estudiantes de comunidades marginadas, no transforman el hecho de que la innovación educativa no atiende sino de manera tangencial las diferencias en las condiciones de vida y aprendizaje de los alumnos.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.