Cuando hay precipitaciones de más de dos horas, el miedo hace mella en la vida de los habitantes del Litoral Central. Les preocupa la ausencia de interés de las autoridades regionales para emprender un plan de desmalezamiento y despeje de escombros en los 23 ríos principales y las 60 quebradas en la entidad.
Con información de Crónica Uno
Aunque las lluvias de las últimas 72 horas no han reportado daños materiales ni humanos, residentes del Litoral Central alertan sobre la necesidad de emprender en las próximas horas la limpieza de los cauces de 23 ríos principales y 60 quebradas. Los guaireños revivieron temores al recordar la tragedia del deslave en 1999.
Un paneo visual de muchas de esas cuencas hidrográficas muestra un crecimiento de la maleza y el monte, además de los desechos sólidos arrastrados por las corrientes durante las últimas precipitaciones.
Con las lluvias del pasado fin de semana y este lunes 7 de septiembre, acompañadas de rayos, centellas y ventarrones, creció el nivel de las aguas del río Piedra Azul, por lo que algunos de sus vecinos se comunicaron con familiares que viven en zonas más seguras de La Guaira y Caraballeda, ante un eventual traslado de emergencia.
«Aquí en Vargas, cualquier llovizna que dure más de dos horas ya nos da angustia. Es horrible, porque empezamos a recordar lo que vivimos en la tragedia de diciembre de 1999”, dijo Roberto Alonso, habitante del sector Piedra Azul, en Maiquetía.
“Hasta ahora, no ha pasado nada, pero puede pasar si la alcaldía o la gobernación no colocan sus maquinarias para despejar todo lo que hay en el río”, manifestó Rodrigo Pérez, cuya vivienda está próxima a la quebrada del sector Las 15 Letras, en Macuto.
Durante las obras del Plan Vargas entre 2008 y 2010, hubo más preocupación oficial por no solo embaular ríos y quebradas, sino también por aplicarles un cronograma de mantenimiento.
Alto riesgo
La sensación de alarma, igualmente, se ha experimentado en poblaciones del este, que tienen menos habitantes. En Naiguatá, Camurí Grande, Punta Care y Anare reportaron “crecidas preocupantes” de los ríos, mientras las playas permanecieron más tranquilas frente a las precipitaciones.
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Los vecinos también denunciaron que es insuficiente la dotación de insumos de trabajo de los bomberos, así como del personal de Protección Civil, a la hora de atender a personas en peligro por efectos de las lluvias.
«Este estado es de alto riesgo y más cuando se trata de lluvias continuas en las cabeceras montañosas. Parece que a las autoridades no les importan los riesgos que corremos”, expresó Alberto Díaz, maestro jubilado con 45 años en el sector El Cojo de Macuto.
Si bien los mayores daños del deslave de 1999 ocurrieron en Los Corales, Tanaguarena y Carmen de Uria, en zonas como Piedra Azul, en Maiquetía; El Cojo y Las 15 Letras, en Macuto, y Valle del Pino, en Caraballeda, aún hay rastros de la tragedia: se observan algunas infraestructuras dañadas, puentes afectados e, incluso, inmensas rocas como piezas de museo, que rodaron desde las cuencas fluviales en dirección al mar Caribe.
Informes de la Cruz Roja Internacional registran que la tragedia de 1999 dejó en el naciente estado Vargas un saldo de más de 20.000 muertos, además de otros miles de desaparecidos y lesionados.
Posteriormente, en una vaguada de 2005, las escenas de horror se revivieron, hubo daños considerables en clubes privados de Naiguatá y Camurí Grande, además desalojos preventivos en zonas de alto riesgo.
Aun así, las autoridades locales no pudieron frenar las construcciones de viviendas en las márgenes de ríos y quebradas.
Con información de Crónica Uno
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