Las disputas verbales no han generado agresiones físicas, pero se percibe malestar entre las personas que están en las colas por el abastecimiento a quienes presuntamente pagan en divisas la obtención de su ticket de suministro. Muchos desconfían de la actuación de las autoridades y por eso no denuncian formalmente esta situación.
Rafael Lastra Veracierto | Crónica Uno
Mientras el combustible se agota en las principales estaciones de servicio del Litoral Central, aumenta la tensión. Diariamente se observan disputas verbales entre los conductores de los vehículos y los militares, especialmente de la Guardia Nacional Bolivariana.
Durante el fin de semana pasado de flexibilización, cuando las colas de los vehículos resultaron inocultables por la ausencia de gandolas surtidoras, se produjeron no pocos altercados, los cuales causaron a los militares problemas de control de orden público.
En la medida en que el tiempo transcurría en las colas, los ánimos se caldeaban, sobre todo cuando algunos choferes eran atendidos sin respetar el orden de llegada y previa conversación con los uniformados.
Los afectados juzgaron como “una burla inaceptable” que los que pagaban entre 10 y 20 dólares en efectivo obtuvieran el boleto de suministro.
No me extraña, pero es muy indignante porque lo hacen prácticamente en tu cara. Yo mismo grabé con mi celular cuando varios dieron esas cantidades a los militares. Luego, sacaron, sin pena, sus carros de la cola, para avanzar hasta los surtidores”, relató María Canelón, a bordo de su Chevrolet Corsa, en las adyacencias de la bomba PDV, ubicada en la urbanización La Atlántida de Catia La Mar.
Omaira Rodríguez, acompañada de su esposo en el lugar, ratificó la existencia de este tipo de negociaciones con los miembros de la Fuerza Armada Nacional. “Aquí la gasolina es para los enchufados del gobierno y los que dan dólares. Creo que ya está ocurriendo igual en toda Venezuela”, comentó antes de esperar infructuosamente por más de 15 horas.
Negocio redondo
En otra aglomeración de automóviles y motocicletas por combustible, en la urbanización El Caribe de Caraballeda, también trascendieron denuncias similares.
Eso no es nuevo, solo que ahora, como se acaba la gasolina, se ve más. Es un negocio redondo y no vale la pena llevar las pruebas a ninguna parte, porque no pasará nada”, afirmó Rómulo Mayora, a través de la plataforma de Whatsapp, tras dormir dos días en su vehículo y no echar combustible en la bomba Texaco de la zona.
En las oficinas de la Defensoría del Pueblo y el Ministerio Público, en Maiquetía y Catia La Mar, respectivamente, aseguraron que no tienen registro oficial de las aludidas irregularidades en las estaciones de servicio.
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