Florida es una trinchera electoral. El estado sureño es una de las grandes claves en la reelección de Donald Trump, y cada voto cuenta. Lo sabe Al Gore, que perdió las elecciones presidenciales de 2000 frente a George W. Bush por 537 votos. En las últimas elecciones a nivel estatal, los republicanos se impusieron por la mínima: Ron DeSantis se convirtió en gobernador con treinta mil votos de diferencia; Rick Scott agarró el escaño de senado por solo diez mil.
Por Javier Ansorena – ABC DE ESPAÑA
El aleteo de una mariposa en las elecciones del próximo 3 de noviembre en Florida puede suponer un terremoto electoral en todo el país: si Trump no gana Florida, sus posibilidades de reelección se estrechan; si Scott no fuera hoy senador, los republicanos no podrían impulsar ahora el polémico reemplazo de la jueza Ruth Bader Ginsburg en el Tribunal Supremo.
Por eso la semana pasada Trump y su rival, Joe Biden, pujaban por el voto puertorriqueño en Florida, un electorado diminuto. «¡Plan Puerto Rico!», ofreció el demócrata. «¡Ayuda millonaria para la isla!», contraatacó el presidente. Y por eso ahora los demócratas buscan votos en otro colectivo que les beneficia: los exreos. En un sistema electoral dopado por el dinero, el esfuerzo lo abandera uno de los mayores donantes demócratas, el multimillonario -y candidato presidencial frustrado- Michael Bloomberg.
Aunque parezca sorprendente en la democracia más vieja y asentada del mundo, la mayoría de las personas que habían pasado por la cárcel, aunque hubieran cumplido su pena, no tenían derecho al voto en este estado. En 2018, un referéndum, impulsado por organizaciones de derechos civiles y la Coalición Cristiana de América, les devolvió ese derecho fundamental por una mayoría del 65,5% de los ciudadanos de Florida.
Quienes se oponían a devolverles el voto eran de forma mayoritaria líderes republicanos. Encontraron el año pasado una vuelta a la decisión del referéndum desde su control del poder legislativo: solo podrían votar aquellos que hubieran saldado multas y tasas judiciales. Era una cuestión de aritmética electoral. Buena parte de los convictos pertenecen a las minorías negra e hispana, en especial aquellos que no tienen las condiciones económicas para pagar sus multas. Estos votantes son, a la vez, más proclives a apoyar a los demócratas que a los republicanos.
Un juez determinó el pasado mayo que esa ley era inconstitucional. En algunos casos, para los exreos era incluso imposible saber cuánto debían. Pero, hace unos días, a mes y medio de las elecciones, el Tribunal Supremo de Florida revirtió esa decisión y mantuvo la ley de los republicanos.
Bloomberg, que se ha comprometido a donar cien millones de dólares para que los demócratas ganen en Florida, ha sido uno de los grandes financiadores de la Coalición para la Restauración de los Derechos en Florida, que busca recuperar votos para los exreos a contrarreloj: ha creado un fondo para pagar sus multas atrasadas y puedan registrarse como votantes antes del 5 de octubre, cuando expira el plazo. Ya han conseguido 20 millones de dólares, con aportaciones de ciudadanos anónimos y el apoyo de figuras populares como la estrella de la NBA Lebron James o el músico John Legend.
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