Los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos se verán las caras por primera vez en esta campaña el martes en el primer debate electoral, que tendrá lugar en Cleveland, en el estado crucial de Ohio, que Donald Trump ganó en 2016. El presidente ya está preparando su estrategia, y caldeando el ambiente, como hizo ayer, con sus habituales provocaciones, proponiendo en esta ocasión en las redes sociales que Joe Biden, de 77 años, se someta, junto con él, que tiene 74, a una prueba para detectar estupefacientes en sangre antes del cara a cara. Por su parte, Biden, que en 2008 y 2012 ya debatió con los candidatos a la vicepresidencia, se prepara en su residencia de Delaware, con menos actos de campaña que los habituales en estos días.
Llegan ambos hombres al primer debate de tres con unas encuestas muy favorables al demócrata y poco halagüeñas para Trump. Un nuevo sondeo publicado ayer por el diario «The Washington Post» y la cadena televisiva «Abc» revela que Biden goza de una ventaja de 10 puntos, con una intención de voto del 53% frente al 43% de Trump. Eso es sin embargo una encuesta de intención general de voto y el presidente en EE.UU. no lo decide el electorado directamente, sino un colegio electoral de 538 integrantes repartidos de forma irregular por los 50 estados que conforman la Unión, además de la capital federal. Ya en 2016 Hillary Clinton ganó el voto popular por tres millones de un total de 130 millones depositados.
No es que los debates tengan una gran influencia sobre el voto. El consenso de los medios de comunicación y las encuestas fue que Clinton ganó los tres que se celebraron en 2016, pero perdió la presidencia. En pocas ocasiones han servido para decantar la balanza de un lado u otro, con sonadas excepciones como cuando Richard Nixon culpó en parte a su nerviosismo y el sudor de su frente en el debate con John Kennedy en 1960 o cuando Ronald Reagan se puso a la audiencia en el bolsillo al bromear sobre su edad (73 años) en el debate con Walter Mondale (56): «No voy a hacer de la edad un tema de campaña, porque no quiero explotar, por motivos políticos, la juventud e inexperiencia de mi candidato».
Trump ha demostrado ser un oponente formidable en los debates no por su estrategia o dicción, sino porque con él todo es posible. A uno de los debates con Clinton acudió con un grupo de mujeres que habían avisado al marido de esta, el expresidente Bill Clinton, de violación (no las dejaron pasar a sentarse entre la audiencia). En uno de los tres cara a cara interrumpió constantemente a Clinton, y la acusó de ser una «marioneta» de fuerzas radicales, mientras se paseaba tras ella durante su turno de palabra. Le llegó a decir: «Acabarás en prisión». En otro debate de primarias republicanas en 2016, el presidente hizo alarde del tamaño de sus genitales.
Uno de los temas centrales del debate serán las acusaciones que llevaron al juicio político de Trump en el Capitolio, durante el proceso de «impeachment». Según los demócratas, el presidente pidió al Gobierno de Ucrania ayuda para airear posibles trapos sucios de los negocios de un hijo de Biden en empresas de ese país.
La razón de que Trump quiere ahora pruebas sobre drogas en sangre es porque ha acusado a Biden de tomar algún suplemento energético para animarse durante sus intervenciones en televisión.
Con información de ABC
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