El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes un plan para distribuir 150 millones de tests rápidos de la COVID-19 en el país, que registra más de 7 millones de casos y más de 200.000 fallecidos por la pandemia.
EFE
«Estamos anunciando un plan para distribuir 150 millones de tests rápidos de Abbott en puntos de atención en las próximas semanas, muy, muy pronto», dijo el presidente en una intervención en la rosaleda de la Casa Blanca.
El mandatario aseguró que con esa cifra se doblará el número de tests que se han hecho hasta ahora.
«Con nuestro plan, 50 millones de pruebas irán a proteger a las comunidades más vulnerables, lo que siempre hemos prometido, incluyendo 18 millones para las residencias de ancianos, 15 millones para residencias de discapacitados, 10 millones para atención en hospicios y agencias de hospicios, y cerca de un millón para las facultades y universidades históricas negras, que son también las facultades de las naciones tribales», enumeró.
En paralelo, «cien millones de tests rápidos de Abbott en el punto de atención se entregarán a los estados y territorios para apoyar los esfuerzos de reabrir las economías y escuelas de inmediato y tan rápido como puedan», indicó.
En ese sentido, Trump aseguró que, gracias a esas pruebas, los profesores que lo necesiten podrán recibir el test de COVID-19 cada uno o dos días.
El mandatario destacó que los resultados de esas pruebas podrán saberse en 15 minutos y que no se necesita ninguna máquina para procesarlos.
El secretario adjunto del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, en inglés), Brett Giroir, detalló en el mismo acto que el Gobierno ha concedido un contrato a Abbott por valor de 760 millones de dólares para la entrega de 150 millones de esos tests rápidos.
Giroir precisó que la muestra se toma a través de hisopos y que no se trata de un test casero, sino que debe ser administrado por un profesional capacitado en los puntos designados, aunque destacó que las autoridades van a ampliar el número de lugares con permiso para disponer de puntos de atención, como escuelas, iglesias y aparcamientos.
«Hemos enviado ya 65.000 de estas (pruebas) a operaciones de desastre en California, Oregón, Texas y Luisiana, y hemos mandado ya 2,1 millones de tests a 7.600 residencias de ancianos, unos 900.000 tests a residencias de discapacitados y 300.000 al Servicio de Salud Indio y 339.000 a universidades y facultades históricas negras», adelantó.
«Hoy comenzamos el envío de 100 millones de tests a los gobernadores (de los estados), comenzando con un total de 6,5 millones de pruebas que serán enviadas esta semana», agregó.
En agosto, el Gobierno anunció que había comprado 150 millones de tests rápidos de COVID-19 a la farmacéutica Abbott.
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