Fuera ya de la Unión Europea, el Reino Unido espera ansioso el resultado de las elecciones en EE.UU. para saber si prospera su «relación especial» con este país o si, por el contrario, una cambio en la Casa Blanca enfría la sintonía y las perspectivas de un acuerdo comercial.
Enrique Rubio / EFE
Por la proximidad histórica, sentimental y económica entre ambos países, los comicios estadounidenses se viven en Gran Bretaña como algo propio.
Buena prueba de ello es que el programa estrella de la sátira británica, los guiñoles de «Spitting Image», dedica este sábado un especial emitido en abierto -normalmente es solo para abonados- a la contienda entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el candidato demócrata, Joe Biden.
Si las elecciones estadounidenses se escrutan siempre con atención, el nuevo escenario que dibuja la salida efectiva del Reino Unido de la UE (que se consuma este 31 de diciembre) convierte la relación transatlántica en una cuestión existencial para Londres.
Y como primer punto en esa agenda aparece cerrar un tratado comercial que las empresas británicas, una vez fuera del mercado único comunitario, reclaman con impaciencia.
Las negociaciones comerciales del Reino Unido con Bruselas para definir el marco posBrexit hacen vislumbrar por ahora, como mucho, un acuerdo de mínimos. Eso hace todavía más apremiante un pacto con EEUU que Londres necesita mucho más que Washington.
En agosto se completó la tercera ronda de negociaciones entre ambos gobiernos para un tratado que aumentaría, según el Gobierno británico, los intercambios en 15.300 millones de libras (17.000 millones de euros).
En 2019, el volumen de la relación comercial se situó en 220.900 millones de libras (245.600 millones de euros): casi el 20 % de las exportaciones británicas se dirigen a EE.UU.
NERVIOS EN DOWNING STREET
En las oficinas del primer ministro británico, Boris Johnson, se ha extendido el nerviosismo al constatar su incapacidad de entablar contactos con el equipo de Biden durante la campaña.
«La campaña de Biden no se ha reunido con el equipo de Johnson porque no lo hace formalmente con ningún gobierno. No quieren ser acusados de injerencia de un país extranjero, como sucedió con Rusia en 2016. Pero es evidente que en su equipo hay mucha gente a la que no le gusta la cercanía entre Johnson y Trump», explica a Efe el analista Sam Lowe, del Centro de Reforma Europea.
Para este experto, Irlanda es el «país especial» para EE.UU., y no así el Reino Unido.
«Irlanda juega un papel en las elecciones estadounidenses, hay una sensibilidad hacia sus asuntos. Con el Reino Unido la relación es más transaccional», opina.
Y precisamente Irlanda aparece como uno de los escollos en la relación si Boris Johnson sigue adelante con su ley de mercado interno, actualmente en trámite parlamentario, que vulneraría el protocolo para Irlanda del Norte que en la práctica suprime las fronteras en la isla.
Los demócratas estadounidenses han advertido a Johnson que no ponga en riesgo los Acuerdos de Viernes Santo que trajeron la paz a Irlanda. Y el propio Biden se ha mostrado siempre muy apegado a sus raíces irlandesas.
Para el analista Matthias Matthijs, del Consejo de Relaciones Exteriores, en Washington, los demócratas «quieren hacer negocios con Europa y ven a Alemania como un socio más importante».
«Bajo una administración de Biden, imagino que la relación con la UE será más importante que cualquier relación bilateral con el Reino Unido», subrayó Matthijs en un reciente seminario web.
De cualquier forma, mal haría Johnson en esperar que el resultado de las elecciones estadounidenses vaya a influir en cómo Bruselas negocia con Londres su propio acuerdo, a juicio de la consultora anglo-estadounidense Allyson Stewart-Allen.
Existe, según dijo en un encuentro virtual con periodistas, un «vínculo emocional» entre Trump y Johnson, «que es visto por aquel como un mini-yo», pero eso no impide que el Reino Unido esté en una situación más desesperada que le obligaría a realizar mayores concesiones.
LO MEJOR PARA JOHNSON… O PARA EL REINO UNIDO
Pese a todo, no son pocos quienes destacan que tener a Biden en la Casa Blanca permitiría al Reino Unido impulsar muchas de las iniciativas que defiende, comenzando por la próxima cumbre del clima (COP) que se celebrará el año que viene en Glasgow.
Tampoco parecen correr peligro, gobierne quien gobierne, las grandes alianzas geoestrategias y militares, con China en el punto de mira de cualquier inquilino de la Casa Blanca.
Pero la visión de Johnson en gobernanza multilateral o en libre comercio coincide mucho más con las ideas de Biden que con el proteccionismo de Trump.
El Gobierno británico será el anfitrión el año que viene de la cumbre del G7, y tener al demócrata en lugar del republicano sentado en la misma mesa facilitará a Johnson impulsar su agenda.
«Una victoria de Biden sería lo mejor para el Reino Unido. Por ejemplo, en cambio climático. Sería un avance hacia un EE.UU. estable, que es lo que necesita Londres. Su triunfo haría algo más difícil un tratado de libre comercio, pero de todos modos esto ya iba a ser complicado con Trump», subraya Lowe.
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