Manuel Merino, el jefe parlamentario de centroderecha que asumió este martes como nuevo presidente de Perú y agita los temores en los mercados, hizo una silenciosa carrera política antes de alcanzar la casa de gobierno.
Tras dos décadas en segundo plano como representante ante el Congreso de la región norteña de Tumbes, la más pequeña de Perú y fronteriza con Ecuador, Merino salió del anonimato en septiembre al echar a andar un primer proceso de destitución contra el presidente Martín Vizcarra, que no prosperó.
«Es un momento muy difícil para el país, aquí no hay nada que celebrar», afirmó este martes en su primer discurso como presidente, al día siguiente de la destitución efectiva de Vizcarra, en el que hizo un llamativo exhorto a los militares a respetar el orden constitucional.
Merino era primero en la línea de sucesión en Perú desde que el parlamento aceptó el 7 de mayo la renuncia de la vicepresidenta peruana Mercedes Aráoz, presentada el 1 de octubre de 2019 en medio de otra crisis política.
Ahora debe completar el mandato de Vizcarra, que concluye el 28 de julio de 2021.
Su tarea se asoma gigantesca: administrar la gestión de la pandemia del coronavirus, que ha devastado la salud y la economía de Perú, y llevar adelante las elecciones presidenciales y legislativas de abril de 2021.
El sesgo populista de las leyes económicas que el Congreso aprobó bajo su dirección en los últimos meses durante la pandemia, como autorizar el retiro de los fondos de pensiones y congelar deudas con la banca privada, despiertan temores en círculos financieros.
Además el costo del juicio político a Vizcarra, que ostenta una alta popularidad pese a las acusaciones en su contra, con protestas en las calles y alegaciones de ilegalidad, se presenta como un desafío a la gestión de Merino.
Lima, Perú | AFP | martes 10/11/2020 – 17:25 UTC-3 | 714 palabras
Manuel Merino, el jefe parlamentario de centroderecha que asumió este martes como nuevo presidente de Perú y agita los temores en los mercados, hizo una silenciosa carrera política antes de alcanzar la casa de gobierno.
Tras dos décadas en segundo plano como representante ante el Congreso de la región norteña de Tumbes, la más pequeña de Perú y fronteriza con Ecuador, Merino salió del anonimato en septiembre al echar a andar un primer proceso de destitución contra el presidente Martín Vizcarra, que no prosperó.
«Es un momento muy difícil para el país, aquí no hay nada que celebrar», afirmó este martes en su primer discurso como presidente, al día siguiente de la destitución efectiva de Vizcarra, en el que hizo un llamativo exhorto a los militares a respetar el orden constitucional.
Merino era primero en la línea de sucesión en Perú desde que el parlamento aceptó el 7 de mayo la renuncia de la vicepresidenta peruana Mercedes Aráoz, presentada el 1 de octubre de 2019 en medio de otra crisis política.
Ahora debe completar el mandato de Vizcarra, que concluye el 28 de julio de 2021.
Su tarea se asoma gigantesca: administrar la gestión de la pandemia del coronavirus, que ha devastado la salud y la economía de Perú, y llevar adelante las elecciones presidenciales y legislativas de abril de 2021.
El sesgo populista de las leyes económicas que el Congreso aprobó bajo su dirección en los últimos meses durante la pandemia, como autorizar el retiro de los fondos de pensiones y congelar deudas con la banca privada, despiertan temores en círculos financieros.
Además el costo del juicio político a Vizcarra, que ostenta una alta popularidad pese a las acusaciones en su contra, con protestas en las calles y alegaciones de ilegalidad, se presenta como un desafío a la gestión de Merino.
Y la cartografía del Congreso desata dudas sobre la solidez del nuevo gobierno: cuatro partidos populistas rivales comparten el control en una compleja alianza.
Como Vizcarra, que asumió la presidencia el 23 de marzo de 2018, tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, un exbanquero acorralado por el Congreso ante denuncias de corrupción, Merino llega al poder siendo casi un desconocido.
Incluso más pues en ese momento Vizcarra era vicepresidente de Perú y ejercía como embajador en Canadá.
Acción Popular
Ingeniero agrónomo y ganadero de 59 años, Merino había sido un político de segunda línea hasta marzo, cuando fue elegido presidente del Congreso.
Había vuelto al parlamento al ganar un escaño -con solo 5.271 votos- en los comicios legislativos extraordinarios de enero convocados por Vizcarra tras disolver constitucionalmente el Congreso el 30 de septiembre de 2019.
Lima, Perú | AFP | martes 10/11/2020 – 17:25 UTC-3 | 714 palabras
Manuel Merino, el jefe parlamentario de centroderecha que asumió este martes como nuevo presidente de Perú y agita los temores en los mercados, hizo una silenciosa carrera política antes de alcanzar la casa de gobierno.
Tras dos décadas en segundo plano como representante ante el Congreso de la región norteña de Tumbes, la más pequeña de Perú y fronteriza con Ecuador, Merino salió del anonimato en septiembre al echar a andar un primer proceso de destitución contra el presidente Martín Vizcarra, que no prosperó.
«Es un momento muy difícil para el país, aquí no hay nada que celebrar», afirmó este martes en su primer discurso como presidente, al día siguiente de la destitución efectiva de Vizcarra, en el que hizo un llamativo exhorto a los militares a respetar el orden constitucional.
Merino era primero en la línea de sucesión en Perú desde que el parlamento aceptó el 7 de mayo la renuncia de la vicepresidenta peruana Mercedes Aráoz, presentada el 1 de octubre de 2019 en medio de otra crisis política.
Ahora debe completar el mandato de Vizcarra, que concluye el 28 de julio de 2021.
Su tarea se asoma gigantesca: administrar la gestión de la pandemia del coronavirus, que ha devastado la salud y la economía de Perú, y llevar adelante las elecciones presidenciales y legislativas de abril de 2021.
El sesgo populista de las leyes económicas que el Congreso aprobó bajo su dirección en los últimos meses durante la pandemia, como autorizar el retiro de los fondos de pensiones y congelar deudas con la banca privada, despiertan temores en círculos financieros.
Además el costo del juicio político a Vizcarra, que ostenta una alta popularidad pese a las acusaciones en su contra, con protestas en las calles y alegaciones de ilegalidad, se presenta como un desafío a la gestión de Merino.
Y la cartografía del Congreso desata dudas sobre la solidez del nuevo gobierno: cuatro partidos populistas rivales comparten el control en una compleja alianza.
Como Vizcarra, que asumió la presidencia el 23 de marzo de 2018, tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, un exbanquero acorralado por el Congreso ante denuncias de corrupción, Merino llega al poder siendo casi un desconocido.
Incluso más pues en ese momento Vizcarra era vicepresidente de Perú y ejercía como embajador en Canadá.
– «De vieja escuela» –
Nacido el 20 de agosto de 1961 en la región norteña de Tumbes, fronteriza con Ecuador, Merino fue legislador entre 2001 y 2006, y luego de 2011 a 2016, antes volver al Congreso en marzo.
«Es un típico cacique provinciano, un político discreto que ha sido elegido tres veces representante de Tumbes», dice a la AFP el analista José Carlos Requena.
«No es un tipo que descolle, afiliado a un solo partido toda su vida, es percibido como un político tradicional, de vieja escuela», agrega.
Acción Popular es el partido que fundó el dos veces presidente peruano Fernando Belaúnde (1963-1968 y 1980-1985).
También perteneció a esta formación Valentín Paniagua, quien gobernó como presidente interino durante ocho meses entre noviembre de 2000 y julio de 2001, tras fungir como jefe del Congreso a la caída de Alberto Fujimori.
Fujimori había sido destituido por «incapacidad moral» tras renunciar por fax desde Japón.
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