En Estados Unidos se han distribuido poco más de 17 millones de dosis de las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 y apenas 4,8 millones de personas han recibido la primera dosis, informaron este martes los gubernamentales Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
EFE
Cuando ya se han confirmado en el país casi 21 millones de casos desde el comienzo de una pandemia que ha causado 355.300 muertes, los expertos médicos y de salud pública señalan que, aunque no escasean las vacunas de Moderna y Pfizer, la distribución es inadecuada y lenta.
El gobierno del presidente Donald Trump, que estimuló con inversiones sustanciales el desarrollo de vacunas contra el coronavirus, había prometido que unas 20 millones de personas recibirían la inmunización antes del fin de 2020.
Pero, de la misma manera que falló en el comienzo de la pandemia la coordinación de políticas entre el Gobierno federal y los gobiernos estatales, la ausencia de una dirección nacional y las comunicaciones inadecuadas están afectando ahora la distribución de las vacunas.
El Comité Asesor de los CDC sobre Prácticas de Inmunización ha señalado como grupos prioritarios para recibir la vacuna al personal del cuidado de la salud y las personas en residencias para enfermos y ancianos, seguidos por trabajadores esenciales en otras áreas y las personas mayores de 75 años.
Los CDC indican que ya se han distribuido en esas instituciones 3,2 millones de dosis y que 429.000 residentes han sido vacunados.
La tasa de vacunación inicial es desigual dependiendo del territorio, situándose en más de 2.000 personas por cada 100.000 habitantes en Montana, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Nuevo México, Alaska, Tennesee, Virginia Occidental Rhode Island, New Hampshire, Vermont y Maine.
Por contraste, la tasa de vacunación inicial es de entre 500 y 1.000 personas por cada 100.000 en Arizona, Michigan, Kansas, Misisipi, Alabama y Georgia.
La ausencia de directrices de alcance nacional resultan, por ejemplo en que Texas haya dado prioridad al personal sanitario, luego a las personas mayores de 65 años y a cualquier persona mayor de 16 años afectada por una condición crónica, en tanto que Arkansas prioriza a los trabajadores esenciales por delante de los mayores de 65 años.
Tras la puesta en disposición de las vacunas de Pfizer y Moderna, varios condados de Florida recibieron quejas del público porque las líneas telefónicas para hacer las citas no funcionaban, o los sitios de vacunación habían cerrado temprano porque se les agotó su inventario de vacunas.
El lunes, en una conferencia de prensa, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, dijo que el trámite de distribución de las vacunas había tenido «problemas logísticos» en lo que hace a la concertación de las citas y la disponibilidad de vacunas.
La semana pasada, la línea telefónica del condado de Palm Beach para hacer las citas quedó saturada con las llamadas de personal médico y ancianos ansiosos por tener su vacuna.
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