El pasado viernes, el ministro de Asuntos Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, informó de la compra de dos millones de dosis de la vacuna rusa del covid-19, la Sputnik V. El anuncio se produjo de manera exprés, apenas dos días después de que la Agencia húngara de Medicamentos diera una autorización de emergencia —temporal, por seis meses, pero prorrogable— a la vacuna rusa, sin esperar a una decisión al respecto de la agencia homóloga europea, la EMA. Así, Hungría se ha convertido en el primer (y único) país de la Unión Europea en comprar la polémica vacuna rusa.
A. Alamillos | El Confidencial
“No hay ninguna conspiración aquí. No es un juego geopolítico, sino que la salud de los húngaros está en juego. ¡Las vacunas significan vida!”, defiende a este periódico Erina Toth, eurodiputada húngara de Fidesz, partido del Gobierno de Viktor Orbán, y miembro de la comisión de Salud del Parlamento Europeo. El propio Orbán se pronunció en esta línea ante las primeras críticas sobre la compra de la vacuna rusa: “No importa si el gato es blanco o negro, solo debe cazar al ratón. Tenemos que obtener las vacunas porque las vacunas significan vida”. La decisión ha sido, sin embargo, criticada por ser la primera vez que un Estado miembro de la UE rompe filas para dar de manera unilateral la aprobación a una vacuna.
Aunque se trata de una crisis sanitaria, con las vacunas ha entrado también una nueva fase del juego geopolítico de influencias y acuerdos entre países. Hasta el momento, solo los aliados más cercanos a Rusia en Europa, Bielorrusia y Serbia, han aprobado el uso de la Sputnik V. Bosnia y Herzegovina, que iba a recibir sus vacunas gracias al programa de la Organización Mundial de la Salud COVAX, ha anunciado ya que paralelamente empezarán negociaciones con Rusia para obtener sus viales a la espera de que lleguen los de COVAX. En total, la vacuna rusa se ha autorizado en apenas 12 países, incluyendo Argentina, Venezuela, Bolivia o Turkmenistán.
La decisión del Gobierno húngaro de convertirse en el primer país de la UE en comprar la vacuna rusa pone más presión sobre la propia estrategia europea, que ha abogado por la coordinación entre Estados miembro y evitar acuerdos fuera del programa de compra y vacunación de la Comisión Europea. No es la primera vez que Hungría ha buscado una nota discordante: mientras que la UE fijaba la fecha de comienzo del plan de vacunación de todo el bloque el 27 de diciembre, Hungría decidió hacerlo un día antes, entre quejas de Orbán de que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) estaba tardando demasiado en aprobar las distintas vacunas.
Pese a todo, de momento Hungría ha inoculado apenas 1,6 dosis por cada 100 habitantes, por detrás de España (2,5), Alemania (1,9), Reino Unido (9,3) o Israel (38,9), según datos acumulados por Our World in Data.
La decisión de Orbán va también en la línea de su estrategia política de críticas a Bruselas en su papel de verso libre, también en política exterior. «Al primer ministro Viktor Orbán le gusta demostrar que ‘hay vida fuera de la UE’. A menudo ha buscado obtener préstamos financieros o inversiones de países como Rusia o China, normalmente con modesta efectividad. Comprar vacunas de estos países ayuda pues a comunicar a los votantes que el Gobierno está haciendo todo lo posible para obtener las vacunas y que las relaciones cercanas con Rusia y China, normalmente criticadas por la oposición, en realidad merecen la pena y dan sus frutos», apunta a este diario Andrzej Sadecki, investigador en la Universidad Charles de Praga y analista político sobre Hungría y centroeuropa. Rusia, por ejemplo, está participando en la ampliación de la única central nuclear de Hungría.
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