Soportan convulsiones, pierden la vista o audición y hasta dejan de caminar, se trata de pacientes de neurocirugía que padecen de tumores cerebrales, cuyos daños son progresivos a más de 3 meses recluidos en el hospital central Antonio María Pineda. Son 11 pacientes que esperan por la intervención, más tardía para quienes claman por un cupo de las 2 camas de cuidados intensivos (UCI) para esta área. Además de una larga lista de espera que supera los 50 casos, porque solo en lo que va de 2021 se tienen registrados 26 personas, que también siguen complicándose en su casa y hasta morir.
Guiomar López | La Prensa de Lara
Quedan maniatados en esa realidad del principal centros asistencial, que aún atendiendo pacientes de Portuguesa, Yaracuy y Falcón, solo cuenta con 5 camas en UCI. Una cifra que no entiende el doctor Carlos Ángulo, encargado de Neurocirugía, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) exige el 4% de cuidados críticos, de acuerdo a la totalidad de camas del hospital. Las cuentas no le dan y de las 400 operativas, deberían contar con 16 camas UCI. De allí, que ha pedido a la directiva para gestionar el acondicionamiento de un ala de este departamento, donde pueden incluirse 2 camas más y así poder atender a quienes deben ser intubados, luego la intervención.
Desde el amplio pasillo se aprecian varias camas sin colchones o con los mismos deteriorados. Confirma Ángulo que la capacidad es para 30 pacientes, de los cuales están recluidos 11 con casos locales y de Yaracuy y Portuguesa. «Realmente se pide la ayuda del Estado a través del aporte de la gobernación y hasta de los gobernantes vecinos, para incluir más camas UCI», rezongó al ser testigo del deterioro de algunos pacientes con aneurismas y tumores cerebrales, lesiones con la columna, entre otros. Se mantienen un poco calmados por el tratamiento, pero la urgencia de la intervención de los tumores, se trunca al necesitar de la recuperación inmediata desde cuidados críticos.
La vida en vilo
El aire es casi inalcanzable para José Gregorio Pérez. Su boca está abierta y es tanta la dificultad para respirar, que ese sonido termina de causar angustia en el resto de pacientes. Lo cuida su prima María Rodríguez, quien lo mira con tristeza e impotencia, al venirse desde Acarigua y con la esperanza de salvarle la vida a este señor de 55 años.
Su tumor cerebral avanzó tanto, que además de necesitar oxigeno de vez en cuando, tampoco puede hablar. Al lado de la cama está la silla de rueda que lo moviliza desde hace pocos meses y del hierro de la cama, guinda una sonda amarillenta con su orine. «Aquí lo mantienen hidratado y con antibióticos, pero desde hace 4 meses le afectó más toda la parte izquierda del cuerpo», lamenta Rodríguez.
«Solo le pido a Dios, que nos ayuden y pueden seleccionarlo al tener el cupo para UCI. Se nos está muriendo», suplicó, mientras su mirada se pierde en el cuerpo casi moribundo de su primo.
Pero ese suspiro de vida es compartido por Luis Polanco, quien a 3 meses recluido, aun tiene fuerzas y ha superado esas crisis por las fallas en su respiración, obligándolo a depender de una bombona de oxígeno. Tiene una lesión fuerte en la médula y a veces hasta los calmantes tardan en el efecto de bajarle la intensidad a sus dolores. «Estoy estable por el tratamiento, pero mientras más tarda la operación, más doloroso es este tormento», se lamentó.
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