La dictadura venezolana ha propinado el segundo desplante grave en menos de un mes que recibe el Alto Representante para la política exterior europea, Josep Borrell, después de la humillación a la que fue sometido por el régimen de Vladímir Putin en Moscú. Lo que tienen en común lo sucedido con el régimen chavista, que ha ordenado la expulsión de la embajadora de la UE Isabel Brillhante, y lo que pasó en la capital rusa donde además de la declaración de tres diplomáticos europeos como «personas non gratas» mientras Borrell estaba en la capital rusa, es que en los dos casos el jefe de la diplomacia europea ha intentado primero aplicar a toda costa una política de apaciguamiento y de diálogo con gobiernos que son alérgicos a la democracia.
La hostilidad de la dictadura venezolana hacia los europeos no se ha contentado con la expulsión de Brillhante de Caracas, sino que después del anuncio de esta medida, el ministro de Asuntos Exteriores Jorge Arreaza citó a los representantes de las misiones diplomáticas de España, Francia, Países Bajos y Alemania a una reunión para notificarles que no dudaría en expulsarlos también del país si reincidían en sus críticas al régimen de Nicolás Maduro. Los convocados fueron el embajador de Francia, Romain Nadal, y de Alemania, Daniel Kriener, así como los encargados de Negocios de España, Juan Fernández Trigo, y el holandés Robert Schuddeboom. Cada diplomático recibió el documento de advertencia junto un ejemplar de la Constitución venezolana y la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.
Después de esta actitud, Borrell no tuvo más remedio que responder con una medida de reciprocidad y propuso al Consejo Europeo que declarase ‘persona non grata’ a la embajadora venezolana ante la UE, Claudia Salerno, a la que Borrell ya llamó a capítulo en junio del año pasado cuando el régimen de Caracas anunció la expulsión de la presentante europea y luego la revocó. En este caso, la respuesta inicial del Alto Representante había sido un comunicado sin mayores aristas en el que «lamenta profundamente» la expulsión de Brillhante «que solo conducirá a un mayor aislamiento internacional de Venezuela» y aprovechaba para ofrecer diálogo con un régimen al que la ONU ha acusado de graves violaciones de los derechos humanos.
Nueva tanda de sanciones
La declaración de «persona non grata» a Claudia Salerno no significa una expulsión del territorio europeo puesto que las credenciales diplomáticas se las otorga el Reino de Bélgica por estar en este país la sede de las instituciones comunitarias, pero sí se le despoja de la condición de representante ante la Unión Europea. La embajadora venezolana es de origen italiano y recientemente contrajo matrimonio con el entonces eurodiputado español Javier Couso. La representación diplomática de Venezuela en Bruselas está cerrada la mayor parte del tiempo y no se tiene constancia de que trabajen en ella otros funcionarios. Los exiliados venezolanos que se encuentran en Bélgica son obligados a efectuar por internet todos los trámites.
La reacción de la dictadura venezolana se produjo después de que el consejo de ministros de Asuntos Exteriores del pasado lunes aprobase una nueva tanda de sanciones contra representantes del régimen a los que se vincula con el fraude electoral de diciembre y con abusos de poder. Entre ellos estaba el almirante Remigio Ceballos, jefe de Estado Mayor del Comando Operativo Estratégico de la Fuerzas Armadas, un cargo clave en la estructura militar de la dictadura.
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