“¡Barato Ibiza, barato!”, grita un hombre en Catia, un barrio pobre de Caracas a reventar de gente, donde comerciantes informales venden cigarrillos que llegan a Venezuela de contrabando y que, por costar menos, invaden el mercado.
Los productos de la cigarrera Bigott, perteneciente al grupo British American Tobacco, se venden en tanto en alrededor de 2 dólares, más que el equivalente a un salario mínimo mensual.
En Venezuela siempre ha sido común que los comerciantes ofrezcan cigarros por unidad: abren un paquete y venden cada uno a unos 5 centavos de dólar en el caso de Ibiza y el doble en el de Belmont, la marca más popular de Bigott.
“Compro Ibiza por el precio”, dice Ester Ortiz, de 64 años, en el bulevar de Catia. “Dejé de comprar las otras marcas porque temía que por el vicio me faltara para comprar una harina”.
El contrabando se profundiza por la crisis. “Cuando tienes una población pelando” (sin dinero) el contrabando a veces es “la única forma” de acceder a un producto, dijo a la AFP Felipe Capozzolo, presidente de la cámara de comerciantes (Consecomercio), quien asegura que los comerciantes se han visto afectados por esta práctica que va de la mano del comercio informal.
Hay ropa, carteras y zapatos de imitación en el bulevar en Catia e incluso se ofrecen frenillos dentales decorativos.
Por ley, las cajetillas de cigarrillos en Venezuela deben advertir de los efectos nocivos del consumo de tabaco: cáncer, infartos, daños a los fetos. La mayoría de las cajetillas de contrabando obvian esas advertencias.
– 15 cigarros en impuestos –
El auge del contrabando ha golpeado al fisco, del que el tabaco es uno de los principales contribuyentes, según Miguel Benzo, director legal de Bigott, quien señala que los cigarrillos que vende su firma tienen una carga en impuestos de 73%.
“De una cajetilla de 20 cigarros, 15 cigarrillos se van nada más en impuestos. Quedan cinco cigarrillos para cubrir costos, ganancias, salarios y beneficios de nuestros trabajadores”, explicó a la AFP.
De acuerdo con un estudio financiado por la tabacalera, el consumo de cigarrillos contrabandeados creció alrededor de 300% desde 2019 y abarca 30% del mercado venezolano. La cifra escala a 80% en estados fronterizos como Zulia, limítrofe con Colombia.
El consumo de cigarrillos de contrabando funciona como ejemplo de una economía informal que es la tónica de la economía en crisis.
Bigott estima que el Estado deja de percibir 130 millones de dólares al año en impuestos por la venta informal de este producto perjudicial para la salud.
El ente tributario, SENIAT, recaudó en 2020 126,8 millones de dólares en impuestos al cigarrillo, tabaco y otros rubros especiales.
Consultado por la AFP, el organismo no dio cifras.
Benzo sostiene que han identificado unas 130 marcas de contrabando.
Para competir con el contrabando, la tabacalera lanzó al mercado cigarrillos más baratos, pero cerró uno de los tres turnos de operaciones de su planta en Caracas, dejando a 130 personas sin empleo, y su compra de tabaco, todo de origen venezolano, cayó de 6.000 toneladas en 2017 a 2.000 toneladas en la actualidad.
– Torres –
La venta es todo menos clandestina.
Un chico veinteañero se instala en el bulevar: saca cartones de cigarrillos de contrabando y construye una torre para comenzar la faena.
Al lado, otro vendedor… y a pocos pasos una muchacha hace lo mismo.
Las marcas legales pierden terreno. No sucede solo en barrios pobres, pues en kioscos de zonas acomodadas de Caracas conviven las marcas de contrabando con las formales.
Luis Vicente León, director de la firma Datanálisis, indica que el mercado también es afectado por “importaciones convencionales” que resultan en productos más baratos que los elaborados localmente para quien cuenta con dólares para importar, en medio de una brutal depreciación del bolívar local.
Se puede acceder a “mercancía barata” en el exterior, complementó Capozzolo.
La AFP contactó, sin respuesta, al gobierno sobre sus políticas anticontrabando.
En redes sociales, hay datos aislados de operaciones militares, como una que decomisó en octubre un millón de cajetillas de contrabando, pero no se divulgan cifras globales.
Según Benzo, la mercancía llega por tierra desde Colombia, por lanchas rápidas desde Aruba y Curazao y también en servicios de envíos.
AFP