Las comunidades indígenas en la provincia de Orellana, en la Amazonía de Ecuador, votan este domingo entre la esperanza de que el nuevo presidente atienda sus reclamos y la reivindicación ante la indiferencia que creen que han demostrado los sucesivos gobiernos.
EFE, Iván Izurieta
«No estoy de acuerdo con estos dos gobiernos (sic, candidatos) y sí, voy a votar nulo porque casi no me convienen estos dos presidentes (sic) que están hoy», resume Gloria Grefa, vecina de la comunidad de Pompeya, una de las parroquias del cantón Sacha, que en idioma nativo significa «selva virgen».
De 1.200 habitantes, es uno de los asentamientos de mayoría kichwa de la zona donde hoy sus residentes sufragaban con normalidad y menor afluencia que en la ronda electoral de febrero, guardando el distanciamiento social y las normas de bioseguridad, con advertencias periódicas de las fuerzas armadas para colocarse bien la mascarilla y separarse, so pena de ser multados.
De las más habladoras, Grefa solo pide que quien gane «se preocupe por la Amazonía, que está bien decaída» y censura que «todos los Gobiernos» han dejado abandonada la región en relación a ciudades grandes del país como Quito, o Guayaquil.
DIRIGENTES CON DIFERENTE TENDENCIA
El voto de la comunidad indígena es crucial para los dos candidatos en el balotaje de hoy entre el correísta Andrés Arauz, y el conservador Guillermo Lasso, que durante la campaña han tratado de conquistar corazones en esta apartada región de Ecuador.
Su vigorizado voto quedó manifiesto en la primera vuelta del 7 de febrero en el éxito del movimiento Pachukituk, que obtuvo el histórico récord de 26 asambleístas (de 137) y su líder, Yaku Pérez, quedó en tercera posición a apenas 32.000 votos del segundo, Lasso.
Sus desoídas denuncias de fraude en la carrera presidencial condujeron a la decisión de instar al voto nulo, una protesta que pretendía convertirse en una declaración política de un sector que representa alrededor del 7% de la población ecuatoriana.
Pero de ese llamamiento se separó el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Jaime Vargas, quien sorprendió el fin de semana anterior al apoyar al candidato presidencial del correísmo, Arauz, sembrando una mayor incertidumbre.
«Yo pienso que soy libre de votar por quien yo decida», indica Nayeli Yumdo, de la comunidad San Agustín, perteneciente a la vecina parroquia Unidad Milagreña, quien confiesa que votará por Arauz. Pero no porque nadie se lo diga.
Al próximo jefe del Estado le exige que «cumpla con lo que ofrece» y que sus promesas de campaña «no sean solo palabras», mientras a lo lejos de la unidad educativa donde depositará su voto se escucha el quiquiriquí de un gallo.
Y es que el voto nulo no parece convencer ni mucho menos en una región, la Amazonía, que es hogar de numerosas nacionalidades, muchas de las cuales viven, o subsisten, del extractivismo petrolero.
Una actividad con consecuencias medioambientales como el vertido de crudo, en abril de 2020, que afectó a más de 27.000 kichwas.
Situada a la rivera del río Napo, Pompeya es precisamente una de las 105 comunidades afectadas por el derrame, que según sus vecinos ha diezmado y contaminado la pesca y convertido en una quimera el agua del río para consumo humano.
VOTACION DIVIDIDA
Hoy, en las unidades educativas Colegio San Antonio y Monseñor Oscar Romero del cantón de los Sachas, muchos hacían fila pacientemente para votar.
Algunas mujeres con sus pequeños colgados y arropados por una sábana en torno al cuerpo, trataban de que la estancia en los colegios fuera la mínima indispensable.
Darwin Cerda acudió a ejercer su derecho al sufragio desde la parroquia Limoncocha, en el petrolero cantón Shushufindi, donde el exotismo del paisaje selvático choca con los numerosos mecheros de las explotaciones de la zona.
«El voto sale del corazón, hoy día decidí votar por Arauz», confirma este ecuatoriano, quien asegura que el candidato ha entusiasmado a la juventud y confía en que «siga adelante sin corrupción».
Menos habladora, su compatriota Delicia Coquinche, de la parroquia Unión Milagreña, en cambio, se decanta por Lasso aunque se pregunta si «¿ayudará o no?» al país.
Algo más de 13 millones de votantes están llamados a las urnas en Ecuador para elegir al próximo presidente y vicepresidente que gobernarán el país en los próximos cuatro años.
Y aunque en Ecuador el voto es obligatorio entre los 18 y 65 años, y la multa por ausentarse es de 400 dólares, una suma astronómica para estas comunidades, en la región amazónica se observaba hasta primera hora de la tarde una afluencia mucho menor de votantes respecto a otras convocatorias.
Voto nulo, absentismo y reclamaciones se entremezclan en un territorio inhóspito, con una de las tasas más altas de desnutrición infantil del país y que suele generar titulares por el impacto ambiental de determinadas prácticas que sufren sus comunidades.
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