Irak ha puesto en marcha un plan para rehabilitar a las familias de combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) que empezó a repatriar el pasado día 25 desde campamentos del norte de Siria, anunció hoy el ministerio de Migración y Desplazados.
EFE
«En los últimos días han retornado unas 92 familias a sus áreas originales», aseguró la televisión estatal Al Iraqiya, citando a la titular de esa cartera, Evan Faeq.
La ministra aseguró que «el Ministerio ha elaborado un plan en cooperación con la Seguridad Nacional y organizaciones internacionales para rehabilitar a estas familias e integrarlas en la sociedad».
Respecto a la oposición ciudadana que se ha encontrado este regreso, ya que muchos iraquíes fueron sido víctimas del Estado Islámico entre 2014 y 2017 cuando esta organización terrorista ocupó amplias regiones del país, Faeq indicó que «la mayoría de los regresados son menores de edad y mujeres».
Añadió que la operación de retorno, que se llevó a cabo en coordinación con la ONU, fue decidida junto con las fuerzas de seguridad iraquíes y con la Comandancia de Operaciones Conjuntas del Ejército y que contó con altos niveles de seguridad.
Sin embargo, la exparlamentaria yazidí Vian Dajil denunció en un comunicado que seis de las familias repatriadas se habían escapado durante su traslado al campamento al que fueron llevadas, el de Al Gada, situado en la localidad de Qayara, unos 50 kilómetros al sur de Mosul, capital de Nínive (norte), provincia fronteriza con Siria.
«Hoy se abren de nuevo las heridas de los yazidíes y de todos los iraquíes que resultaron damnificados por los terroristas del Estado Islámico por aceptar un acuerdo sospechoso para devolver a más de 30.000 familiares del Estado Islámico», afirmó Dajil.
Los yazidíes son una comunidad ancestral iraquí, de etnia kurda y que profesan una religión preislámica emparentada con el zoroastrismo, que fue reprimida con especial saña por el Estado Islámico cuando irrumpió en el norte del país, en 2014.
Desde la derrota de EI en Siria, miles de familias de sus miembros, principalmente mujeres y niños, viven en campamentos del norte de Siria controlados por la autoridad autónoma kurda, que lleva años pidiendo a los países de origen de aquellas que no son sirias que las repatrien.
El grueso de los familiares se encuentran en el campamento de Al Hol, donde se calcula que quedan unas 60.000 personas (casi la mitad de ellos iraquíes) después de que las autoridades kurdas comenzaran a liberar a internos sirios, aunque ha llegado a albergar hasta 70.000.
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