Imaginación, tal vez esa sea la palabra favorita de los criminales, porque para estar en el mundo del crimen se requiere imaginación, y mucha. ¿O de qué otra manera se podría eludir constantemente a las autoridades para salirse con la suya en determinada empresa criminal?
Se requiere imaginación hasta para optar por la salida más obvia de pagar sobornos -para saber cuales son las personas correctas- pero sobre todo se requiere ‘pensar fuera de la caja’ para buscar nuevas y más intrincadas maneras de mover un cargamento, en especial si es de droga.
Ya lo decía Pablo Escobar, los bandidos siempre estarán tres o cuatro pasos por delante de las autoridades, y estos casos lo demuestran, pues en ellos se recogen algunos de los sucesos más insólitos en el mundo del tráfico de estupefacientes que involucran el uso de animales para mover el producto.
Es el juego del gato y el ratón llevado a su versión más literal, pues roedores y felinos son parte de las especies en esta lista de “narco animales”, junto con palomas, vacas, perros y hasta serpientes.
Gatos
Uno de los últimos casos conocidos por las autoridades del uso de animales para mover drogas se reportó en abril en Panamá, cuando la policía detuvo a un “narco gato” que trató de entrar a una prisión llevando cocaína amarrada a su cuerpo.
Sólo imaginemos al gato “blanco y esponjoso”, como lo describieron las autoridades, entrando con una tela adherida alrededor de su cuello a la prisión de Nueva Esperanza, a unos 80 kilómetros al norte de Ciudad de Panamá.
¿Adorable verdad? Pues ese tierno felino cargaba cocaína, crack y marihuana, de acuerdo con el fiscal antidrogas Eduardo Rodríguez, y había sido entrenado para que siguiera un rastro de comida hasta el interior de la prisión.
La operación puede ir de dos maneras, o amarran las drogas al animal y lo envían al interior de la prisión, atrayéndolo con comida, o dentro de la misma prisión lo usan para mover el producto de pabellón a pabellón.
Si bien los gatos no son los animales más obedientes, este no es el primer caso que se conoce de una mula felina. El uso de gatos al interior de las prisiones para distribuir drogas entre las celdas también se ha registrado en prisiones de Costa Rica, según declaraciones a medios locales de la Policía Penitenciaria de ese país.
Al otro lado del mundo, en Rusia, se han conocido casos con modus operandi similar, gatos entrenados para entrar a las prisiones cargando drogas en sus cuellos o colas. En 2019 un caso en particular sorprendió a las autoridades pues se trataba de un felino que nació en las instalaciones, fue sacado por un recluso al ser liberado y lo entregó a sus socios fuera de la prisión. Los nuevos propietarios supuestamente le colocaron un collar relleno de hachís y anfetaminas y lo enviaron de regreso a la prisión.
Pero el narcotraficante peludo fue capturado y puesto bajo el cuidado de un centro de animales local, reportó la BBC. En medio de las investigaciones se detuvieron a dos sospechosos y ahora el animal es parte fundamental del proceso judicial en su contra.
En 2010 en Rusia ocurrió otro episodio que involucró a un “narco gato”, pero en ese caso el cargamento era de heroína.
Palomas mensajeras
El ingenio narco también pasa por asegurar la conquista de los cielos, sea en avionetas con las que “coronan” sus grandes cargamentos en el exterior, o palomas mensajeras para mover mercancía dentro de las ciudades.
Uno de los primeros casos conocido en Argentina lo reportó Infobae en 2013, cuando informó sobre una banda de narcotraficantes que usaban a estas aves para repartir “pequeñas cantidades de marihuana” en tubos de plástico que amarraban a las patas de palomas mensajeras.
En el allanamiento a la central de operaciones de los jíbaros, la policía de la Policía de Lomas de Zamora (Argentina), descubrió una lista de clientes con sus direcciones, varias plantas de marihuana, dinero en efectivo y un palomar en el techo. También halló recortes de periódicos colombianos en los que se informaba de un caso en una cárcel al norte del país en el que se descubrió a una “narco paloma” cargando marihuana adherida a su cuerpo.
En Colombia también se han usado palomas mensajeras para llevar tarjetas sim, memorias portátiles o dispositivos manos libres al interior de las prisiones.
Otro caso de una “narco paloma” sucedió en 2015 en Costa Rica, cuando las autoridades encontraron 14 gramos de marihuana y cocaína pegados al pecho de una paloma que estaba posada en el patio de la cárcel La Reforma, ubicada en Puntarenas.
Vacas y ganado
De acuerdo con Insight Crime, el contrabando de drogas usando ganado equino como mulas es algo que está en el radar de las autoridades, especialmente centroamericanas, desde el año 2012 aproximadamente.
En 2013, por ejemplo, una investigación realizada por el Ejército de México reveló que la infraestructura del tráfico ilegal de ganado también estaba siendo usada para entrar drogas al país, las cuales venían camufladas en los estómagos de las vacas y toros que contrabandeaban en un doble negocio criminal.
Los casos documentados muestran la existencia de una red que enviaba las reses desde Nicaragua, donde el precio del ganado es relativamente bajo. Estas eran adquiridas por extranjeros y contrabandeadas vía Honduras y Guatemala con destino a México. En este entramado se requieren funcionarios corruptos para emitir documentos falsos que certifiquen el tránsito del ganado por estos países.
Según fuentes de Insight Crime, es en Honduras y Guatemala, en especial en zonas fronterizas como Choluteca (Honduras) donde las vacas se transforman en mulas de drogas, un proceso que según los expertos se ha realiza de tres maneras, cuál de ellas más impactantes.
En todas se requieren intervenciones quirúrgicas, ya sea para meter o sacar la droga del animal. La primera forma es realizar una operación en la que los intestinos de la vaca son llenados con droga envuelta en plástico a través de una abertura de cinco pulgadas en el estómago. Por animal se pueden meter entre 40 y 60 kilos de droga.
La segunda es aplicable a los toros, que son castrados, manteniendo intacta la piel del escroto para luego ser llenada de drogas compactadas.
Por último, se utilizan condones llenos de drogas, que luego son introducidos por el recto de las reses para ser extraídos cuando el ganado contrabandeado llegue a destino.
Serpientes
Las serpientes fueron tal vez de los primeros animales en ser detectados con drogas en su interior, y hace ya bastante tiempo, en 1993, cuando los carteles de la droga colombianos eran los amos y señores del negocio, usando de cuanta estrategia se les ocurriera para “coronar” cargamentos en los estados unidos. Lo dijo Escobar, la clave es estar dos o tres pasos adelante.
El caso icónico ocurrió en el Aeropuerto Internacional de Miami, cuando agentes aduaneros descubrieron cerca de 35 kilos de cocaína en el interior de 312 boas constrictoras que llegaban desde Bogotá, Colombia.
Al inspeccionar los reptiles, los agentes detectaron una “protuberancia anormal” en una de las serpientes y al examinar con rayos x se dieron cuenta de que en su interior cargaba dos condones con cocaína.
De acuerdo con un informe de United Press International (UPI) de la época, la droga fue introducida a la fuerza por los rectos de las serpientes y después estos fueron cocidos. Todos los animales involucrados en este fallido envío de drogas tuvieron que ser sacrificados a causa de los graves daños que sufrieron a manos de los narcotraficantes.
Ratones
Si la lista empezó por los gatos, terminará en los ratones, porque ni siquiera estos pequeños roedores se han salvado de ser usados por narcos en sus empresas criminales.
Un caso para citar ocurrió también en una prisión, pero esta vez en Brasil en el año 2015, cuando internos de la cárcel de Barra da Grota en la ciudad de Araguaína, lograron ‘domesticar’ a un ratón para que sirviera como el domiciliario de su negocio de drogas.
De acuerdo con el medio brasilero O Globo, que cubrió la noticia, los guardias de la prisión descubrieron la operación porque se percataron de la cuerda que el ratón llevaba atada a la cola mientras recorría la prisión de un pabellón a otro.
Al realizar una inspección en el pabellón desde donde había salido el roedor encontraron alrededor de 30 bolsas de marihuana y otras 20 de cocaína.
Lo que más sorprendió a los guardias fue que el ratón estaba tan domesticado que incluso aceptaba palmadas en la cabeza y caricias como recompensa por el buen trabajo.
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