En la capital Teherán, un 74% de los votantes desertaron a las urnas el viernes en las elecciones presidenciales de Irán que vieron al ganador del ultra conservador Ebrahim Raisi después de la exclusión por parte del Consejo de Guardianes de todos los principales rivales reformistas y conservadores. Así lo informó la sede electoral de esa ciudad.
Mientras tanto, surge la polémica por la cifra nacional de una participación del 48,8%, anunciada oficialmente ayer por el ministerio del Interior. El diario reformista Etemad afirma que, al incluir en los cálculos el alto porcentaje de votos en blanco y nulos -casi un 13%- la cifra real de participación sería del 43%, una de las menores presencias ante las urnas desde la fundación de la República Islámica en 1979.
Las objeciones a los recuentos provenientes del frente conservador son de signo contrario. La agencia Tasnim, por ejemplo, afirma que la participación fue en realidad superior al 50%.
Otro periódico reformista, Arman-e Melli, invita al presidente electo Raisi a trabajar para ganarse la confianza incluso “del 70% que no votó, votó por (el candidato moderado) Hemmati o votó en blanco o por nada”. “Ahora te toca a ti – escribe Aftab-e Yazd, también reformista, dirigiéndose al presidente electo -. Restaurar la confianza de quienes votaron o no votaron”.
Raisi era archifavorito para esta elecciones ante la falta de competencia real tras la descalificación de sus principales adversarios. Muchos votantes optaron por mantenerse al margen después de que la lista de unos 600 aspirantes, entre los que había 40 mujeres, se redujera a siete candidatos, todos ellos hombres, excluyendo a un ex presidente y a un ex presidente del Parlamento. Tres de los candidatos preseleccionados abandonaron dos días antes de la votación del viernes.
“Hemos visto que el ministro iraní de Interior ha anunciado la victoria de Ebrahim Raisí como ganador de las elecciones que ocurrieron el viernes, pero también tomamos nota de que a los iraníes se les negó su derecho a elegir a sus propios líderes en un proceso electoral libre y justo”, manifestó ayer un portavoz del Departamento de Estado de los EEUU.
El ultraconservador ganó la elección presidencial iraní con 62,2% de los votos, resultados que lo convertirían en el sucesor de Hasan Rohani sin necesidad de una segunda vuelta, tal como aceptaron sus propios rivales.
La bajísima participación encendió las alarmas de la oposición que desde el exilio ha asegurado que “la dictadura religiosa está en una espiral descendente y debe ser barrida”. Según la Organización de los Muyahidín del Pueblo de Irán (PMOI), grupo histórico designado por Irán como una organización terrorista y que ahora tiene su base principalmente en Irak, a través de un estudio realizado sobre “informes de más de 1.200 periodistas y reporteros” vinculados a IranNTV, medio opositor, menos de un 10 por ciento de la población del país ha votado en lo que ha descrito como una “mascarada electoral” .
Frente al 48,8 por ciento de participación del que informó el Gobierno iraní, la oposición ha asegurado que “el régimen clerical está multiplicando el recuento de votos por un factor de cinco en un intento inútil de otorgar legitimidad a un asesino en masa”, ha indicado en relación al presidente electo.
Tras la elección, La ONG humanitaria Amnistía Internacional ha solicitado una investigación por crímenes contra la Humanidad contra el presidente electo de Irán, Ebrahim Raisi, al que acusa de participar en el asesinato, la desaparición forzada y la tortura a disidentes políticos durante su rol en la llamada “comisión de la muerte” durante finales de la década de los 80.
Concretamente, Amnistía denuncia que Raisi participó en un programa de ejecuciones extrajudiciales contra miles de opositores políticos en las cárceles de Evin y Gohardasht, cerca de Teherán, en 1988, cuando el futuro mandatario y jefe de la Judicatura iraní se desempeñaba como fiscal adjunto de la capital iraní.
Ya como máximo responsable del poder Judicial iraní, Raisi ha presidido, según Amnistía, “una creciente represión de los Derechos Humanos que ha provocado la detención arbitraria de cientos de disidentes pacíficos, defensores de los derechos humanos y miembros de grupos minoritarios perseguidos”.
Asimismo, y bajo su supervisión, el poder judicial también ha otorgado “impunidad general” a los responsables de ejecutar a cientos de hombres, mujeres y niños y someter a miles de manifestantes a arrestos masivos y al menos a cientos a desapariciones forzadas, torturas y otros males durante y después de las protestas a nivel nacional de noviembre de 2019, acusa la organización.
“El hecho que Ebrahim Raisi haya ascendido a la presidencia en vez de ser investigado por crímenes contra la humanidad como asesinato, desaparición forzosa y tortura, es un desalentador recordatorio de que la impunidad reina supremamente en Irán”, indicó la organización en un comunicado.
La secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, lamenta en este sentido que “el hecho de que Ebrahim Raisi haya ascendido a la Presidencia en lugar de ser investigado por los crímenes de lesa humanidad de asesinato, desaparición forzada y tortura, es un triste recordatorio de que la impunidad reina en Irán”.
Además, Callamard lamenta que la llegada de Raisi a la presidencia ha tenido lugar tras “un proceso electoral desarrollado en un entorno altamente represivo y prohibió a las mujeres, miembros de minorías religiosas y candidatos con puntos de vista contrarios postularse para cargos públicos”.
Este organización de defensa de los derechos humanos con sede en Londres aseguró que Raisi ha comandado “un espiral de represión de los derechos humanos” como jefe de la autoridad judicial de Irán en los últimos dos años. Según Amnistía, esto ha llevado a la detención de “cientos de disidentes pacíficos, defensores de los derechos humanos y miembros de minorías perseguidas”.
“Bajo su mandato, el poder judicial también garantizó impunidad a los altos cargos del gobierno y las fuerzas de seguridad responsables de la muerte de cientos de hombres, mujeres y niños”, aseveró.
También lo acusa del “arresto masivo de miles de manifestantes y la desaparición forzosa de cientos, además de torturas y malos tratos” durante y después de la ola de protestas de noviembre de 2019.
La figura de Raisi representa el regreso de Irán a la línea dura después de ocho años de Gobierno del moderado Hasan Rohaní, durante los que se firmó el acuerdo nuclear de 2015.
Con información de ANSA , AFP y EFE
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