Presión internacional para acorralar al Gobierno de La Habana, o solidaridad y ayuda humanitaria para aliviar un mínimo la grave escasez que sufre la población y es una de las causas del gran malestar ciudadano, factor clave en las inéditas protestas que sacudieron Cuba el 11 y el 12 de julio. He aquí el dilema a debate en la comunidad internacional a día de hoy –presión, ayuda o una combinación de ambas–, visto que lo sucedido en Cuba ha traspasado claramente sus fronteras. La cascada de condenas por la represión a los manifestantes, en el caso de Washington acompañadas por sanciones a altos mandos del ejército y la policía, han puesto a La Habana en modo plaza sitiada y multiplicado los argumentos oficiales de que el país es objeto de una gran campaña mediática y que EE UU está detrás de todo lo sucedido.
Por EL PAÍS
Simultáneamente, el Gobierno, que habitualmente ha sido reticente a aceptar ayuda humanitaria por considerarlo una debilidad –o incluso una injerencia, si apreciaban politización en los donantes–, ahora ha abierto las puertas de par en par a la solidaridad internacional y han comenzado a repartir inmediatamente los víveres recibidos.
Desde hace una semana, casi a diario llega a Cuba un barco o un avión cargado de ayuda humanitaria. El Gobierno mexicano ya ha hecho varios envíos de material sanitario, alimentos, medicinas y diversos insumos, incluidos 100.000 barriles de combustible para las plantas eléctricas de los hospitales cubanos. El viernes aterrizó un avión de la fuerza aérea boliviana con 20 toneladas de ayuda humanitaria, de ellas, 2.5 toneladas de jeringuillas desechables, 16.5 toneladas de alimentos y una tonelada más de insumos de bioseguridad. La prensa oficial informa que Rusia, Vietnam, Venezuela y otros países “amigos” han mandado suministros de emergencia, y se espera que en los próximos días lleguen más.
La ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz, compareció rápidamente en televisión para explicar que la ayuda se repartirá gratuitamente por provincias en todos los núcleos familiares (3.800.000 en el país), señalando que básicamente se tratará de “módulos” que contendrán arroz, granos, pastas alimenticias y azúcar. Luego de las protestas que conmocionaron Cuba, es visible el interés oficial por hacer gestos y tomar medidas en la dirección de aliviar, aunque sea mínimamente, las penurias que convierten la vida cotidiana de los cubanos en un calvario.
La aceptación de la ayuda humanitaria y su reparto urgente, aunque insuficiente, se inscribe en esta línea, igual que la reciente decisión de eliminar hasta el próximo año el pago de aranceles a los alimentos y medicinas que los viajeros traigan en sus maletas, o la autorización, exenta de impuestos, a las llamadas “ventas de garaje”, que cualquiera puede hacer en su casa para comercializar mercancías propias usadas o nuevas, o también la autorización para la importación de paneles solares sin fines comerciales, hasta ahora prohibida.
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