En los mercados especializados de la frontera afgano-paquistaní se podían encontrar todos los pertrechos del perfecto soldado, desde botas militares hasta chalecos antibalas. Pero con la casi concluida retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán se están acabando las fuentes de suministro de los contrabandistas.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN sacarán a sus últimos soldados de Afganistán antes del 31 de agosto, 20 años después de su intervención para expulsar del poder a los talibanes, que no querían entregar a Osama Bin Laden tras los atentados del 11 de septiembre.
Durante estas dos décadas, los mercados en la frontera con Pakistán estaban repletos de ‘gadgets’ militares, ropa o bienes de lujos originalmente destinados a las bases estadounidenses, muchas de las cuales disponían de todas las comodidades.
Con ello, estos mercados perpetuaban una larga tradición de contrabando en esta zona fronteriza, alimentada por las diversas invasiones extranjeras
Durante siglos, los pasos montañosos que separan a ambos países han protegido a ejércitos, contrabandistas y comerciantes que circulaban entre el subcontinente y Asia central.
Pero en los últimos años, los contrabandistas han padecido los efectos de la progresiva retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán, y de la construcción por Pakistán de una valla a lo largo de su porosa frontera de 2.400 km con Afganistán.
“Este mercado era conocido por sus productos de Estados Unidos y de la OTAN, y estaba lleno de clientes” explica a la AFP Mehboob Khan, comerciante en el mercado de Sitara, en la ciudad de Peshawar, al noroeste de Pakistán.
“Ahora, la frontera está estrictamente cerrada y ya no llegan esos productos, lo que afecta terriblemente a mi negocio”, agrega.
En lugar de lentes de visión nocturna y de los chalecos tácticos de los ejércitos occidentales, los mercados solo ofrecen productos baratos llegados de China o del sudeste asiático.
Cargamentos desaparecidos
Al inicio, en 2001, de la invasión liderada por Washington, Pakistán fue el centro logístico de la guerra en Afganistán. Miles de contenedores llenos de material llegaban al gigantesco puerto paquistaní de Karachi, de donde eran cargados en camiones hacia la frontera afgana.
Y no era raro que algún cargamento desapareciera o llegara a Afganistán aligerado en varios kilos.
El resto del material era simplemente recuperado de los lugares de combate y transportado hacia los múltiples pasos fronterizos.
“Antes, el mercado estaba repleto (…) Ahora está vacío. Ni público ni clientes” se lamenta Khan.
Gracias a su proximidad con Afganistán, Pakistán ha sido durante mucho tiempo un polo de atracción para todo tipo de bienes de contrabando, que sean coches de lujo o aparatos electrodomésticos.
Pero en estas regiones muy conservadoras de noroeste paquistaní, donde las mujeres llevan el burqa y los extremistas islamistas son particularmente influyentes, los mercados estaban mal vistos, pues en ellos podían también encontrarse películas pornográficas o falso viagra.
La actual ofensiva de los talibanes, que han conquistado desde mayo numerosos distritos rurales y luego en estos últimos días varias capitales provinciales afganas, ha provocado el cierre de la frontera.
Los clientes “ya no vienen” se lamenta Zabihullah, un comerciante nacido en Peshawar pero de nacionalidad afgana. “Antes, el suministro de bienes de la OTAN era continuo, con la llegada de cantidad de contenedores. Ahora, todo eso se ha acabado”.
En los mercados especializados de la frontera afgano-paquistaní se podían encontrar todos los pertrechos del perfecto soldado, desde botas militares hasta chalecos antibalas. Pero con la casi concluida retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán se están acabando las fuentes de suministro de los contrabandistas.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN sacarán a sus últimos soldados de Afganistán antes del 31 de agosto, 20 años después de su intervención para expulsar del poder a los talibanes, que no querían entregar a Osama Bin Laden tras los atentados del 11 de septiembre.
Durante estas dos décadas, los mercados en la frontera con Pakistán estaban repletos de ‘gadgets’ militares, ropa o bienes de lujos originalmente destinados a las bases estadounidenses, muchas de las cuales disponían de todas las comodidades.
Con ello, estos mercados perpetuaban una larga tradición de contrabando en esta zona fronteriza, alimentada por las diversas invasiones extranjeras
Durante siglos, los pasos montañosos que separan a ambos países han protegido a ejércitos, contrabandistas y comerciantes que circulaban entre el subcontinente y Asia central.
Pero en los últimos años, los contrabandistas han padecido los efectos de la progresiva retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán, y de la construcción por Pakistán de una valla a lo largo de su porosa frontera de 2.400 km con Afganistán.
“Este mercado era conocido por sus productos de Estados Unidos y de la OTAN, y estaba lleno de clientes” explica a la AFP Mehboob Khan, comerciante en el mercado de Sitara, en la ciudad de Peshawar, al noroeste de Pakistán.
“Ahora, la frontera está estrictamente cerrada y ya no llegan esos productos, lo que afecta terriblemente a mi negocio”, agrega.
En lugar de lentes de visión nocturna y de los chalecos tácticos de los ejércitos occidentales, los mercados solo ofrecen productos baratos llegados de China o del sudeste asiático.
Cargamentos desaparecidos
Al inicio, en 2001, de la invasión liderada por Washington, Pakistán fue el centro logístico de la guerra en Afganistán. Miles de contenedores llenos de material llegaban al gigantesco puerto paquistaní de Karachi, de donde eran cargados en camiones hacia la frontera afgana.
Y no era raro que algún cargamento desapareciera o llegara a Afganistán aligerado en varios kilos.
El resto del material era simplemente recuperado de los lugares de combate y transportado hacia los múltiples pasos fronterizos.
“Antes, el mercado estaba repleto (…) Ahora está vacío. Ni público ni clientes” se lamenta Khan.
Gracias a su proximidad con Afganistán, Pakistán ha sido durante mucho tiempo un polo de atracción para todo tipo de bienes de contrabando, que sean coches de lujo o aparatos electrodomésticos.
Pero en estas regiones muy conservadoras de noroeste paquistaní, donde las mujeres llevan el burqa y los extremistas islamistas son particularmente influyentes, los mercados estaban mal vistos, pues en ellos podían también encontrarse películas pornográficas o falso viagra.
La actual ofensiva de los talibanes, que han conquistado desde mayo numerosos distritos rurales y luego en estos últimos días varias capitales provinciales afganas, ha provocado el cierre de la frontera.
Los clientes “ya no vienen” se lamenta Zabihullah, un comerciante nacido en Peshawar pero de nacionalidad afgana. “Antes, el suministro de bienes de la OTAN era continuo, con la llegada de cantidad de contenedores. Ahora, todo eso se ha acabado”.