La doctora especialista en nutrición clínica, Marianella Herrera, miembro del Observatorio Venezolano de la Salud –OVS-, señaló que el reciente estudio realizado por el Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutrición, durante los meses finales de 20202 los primeros de 2021, refleja “la angustia que tiene una familia, un hogar y una madre venezolana por no el hecho de que no pueden conseguir alimentos”.
En entrevista con Eduardo Rodríguez en el programa A Tiempo de Unión Radio, destacó que “una de las influencias más poderosas en lo que se come dentro de una familia es el sueldo y el ingreso familiar”.
“Desde allí tenemos que entender que los procesos hiperinflacionarios a los que ha estado expuesta la familia venezolana ha sido un factor importantísimo en la merma en las compras de alimentos y medicamentos”, aseveró.
Subrayó que el estudio aborda las diferencias que existen entre las áreas urbanas y las no urbanas en términos de los alimentos disponibles “cómo se obtienen los alimentos lo que la gente puede consumir y cómo se obtienen estos alimentos”.
“El Distrito Capital y algunas zonas de Miranda tienen un comportamiento muy distinto que estados como Delta Amacuro o Amazonas”, precisó la investigadora.
Al referirse al CLAP señaló que aunque 8 de cada 10 hogares reciben la bolsa de alimentos, los beneficiados aseguran que les dura menos de dos semanas y que solamente contienen arroz, harinas y pasta, “es decir totalmente sesgado hacia al área de carbohidratos, pero además en la inestabilidad en la entrega”.
“En esa variabilidad tenemos que estar conscientes de lo que significaría los verdaderos criterios que tiene que cumplir un programa de subsidio y beneficios de alimentos para hogares con inseguridad alimentaria”, enfatizó la también integrante del consejo directivo de la Fundación Bengoa.
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