Militares bolivianos habrían intentado derribar con un cohete el avión del Ejército mexicano que trasladó en 2019 a Evo Morales desde Bolivia hacia su refugio en México, según expone el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador en su último libro.
«Durante el ascenso inicial el piloto alcanzó a observar, desde el lado izquierdo de la cabina de mando y cuando casi alcanzaban 1.500 pies sobre el terreno, una estela luminosa similar a la característica de un cohete», detalla un informe de la Secretaría de la Defensa Nacional publicado en el libro «A la mitad del camino».
Según este relato, el piloto mexicano estimó que se trataba de un «proyectil», cuyo punto de lanzamiento «podría estar ubicado en las inmediaciones del aeropuerto de Cochabamba (Bolivia)», desde donde acababan de despegar con Evo Morales a bordo.
Por ello, el aviador «efectuó un viraje ceñido hacia el lado contrario de la trayectoria del proyectil» para «evitar el impacto».
Evo Morales llegó a México el 12 de noviembre de 2019 como asilado político del Gobierno de López Obrador luego de la crisis política que lo obligó a dejar la presidencia tras un cuestionado informe de la OEA que denunció un fraude electoral en Bolivia.
En el libro de balance de su primera mitad de mandato, López Obrador revela que el domingo 10 de noviembre de 2019 pidió a la Cancillería y al Ejército sacar a Morales de Bolivia ante «la violencia y el racismo de los golpistas».
El avión de las Fuerzas Armadas, un Gulfstream 550, tenía cuatro integrantes, entre ellos el piloto militar Miguel Eduardo Hernández y el representante de la Cancillería Froylán Gámez, quienes enfrentaron problemas tanto para llegar como para salir de Bolivia.
México recibió autorización de Perú para atravesar su espacio aéreo en dirección a Bolivia, por lo que el avión sobrevoló durante seis horas las aguas internacionales del Pacífico hasta aterrizar el lunes por la mañana en Lima.
Unas tres horas después despegó hacia la frontera de Bolivia, pero las autoridades bolivianas le denegaron el acceso a su espacio aéreo, por lo que, «ante la posibilidad de ser interceptados por una aeronave de combate», regresaron a la capital peruana.
Por la tarde recibieron finalmente el permiso para volar hacia el aeropuerto de Chimoré, en Cochabamba (Bolivia), donde al aterrizar encontraron «una abundante presencia de personal militar y civil armado».
Allí recogieron a Evo Morales, al exvicepresidente Álvaro García Linera, y la exministra de Salud Gabriela Montaño, pero la torre de control no les dio permiso para despegar.
Posteriormente, presuntos militares bolivianos intentaron acceder a la aeronave y golpearon con sus armas al piloto mexicano, que había bajado del avión buscando señal para comunicarse con México.
Tras persuadirlos durante varios minutos, el piloto logró que lo pusieran en contacto con el general boliviano Jorge Terceros Lara, quien le dio 30 minutos para que el avión con Evo a bordo saliera de Bolivia.
«Indicándole con énfasis que él no respondería por la seguridad de los ocupantes ni por la integridad de la aeronave si no se cumplía con esa instrucción», relata el informe.
Tras despegar, sucedió el episodio del presunto cohete, que «podría haber provenido del lanzador RPG que observó en el aeropuerto».
Para el regreso, Perú ya no dejó aterrizar al avión mexicano a recargar combustible, por lo que lo hizo en Asunción (Paraguay); luego sobrevoló Brasil y Perú, pero Ecuador le prohibió el paso, por lo que tuvo que rodear el país para llegar finalmente a México.
«Evo decía que le habíamos salvado la vida; yo pensaba que era solo un gesto de agradecimiento por nuestra solidaridad, pero cuando el secretario de la Defensa me entregó el informe caí en la cuenta del gran riesgo que se había corrido», reflexiona el presidente en el libro. EFE
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