En esta edición andina de ‘Enlace’ viajamos hasta Caracas para abordar la reconversión monetaria que entró en vigencia el 1 de octubre, y con la que se suprimieron seis ceros al bolívar, la moneda local. Con la medida, el régimen de Nicolás Maduro espera mejorar las transacciones de pagos. También hablamos de cómo los productos importados aliviaron la fuerte escasez de alimentos que vivió el país por tres años y la «competencia desleal» que han denunciado los productores nacionales.
Por France 24-
Esta es la tercera reconversión monetaria en Venezuela bajo la denominada ‘revolución chavista’. En 13 años, a la divisa local se le han eliminado 14 ceros: tres en 2008 con el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez y el resto bajo la administración del actual mandatario Nicolás Maduro.
Con esta última reconversión, denominada «bolívar digital», se busca agilizar trámites financieros, debido a las graves consecuencias que ha generado el desbordamiento de dígitos por la inflación, que cerrará este 2021 en 1.667%, según estimaciones independientes. En los últimos dos años el bolívar ha perdido 98.85% de su valor, si se toma como referencia el costo del dólar.
Para Tamara Herrera, economista y directora de la firma Síntesis Financiera, esta reconversión monetaria no es una solución al problema de fondo, pero sí traerá un alivio para los pagos.
«El crecimiento de la inflación lleva a que el valor de las cosas tenga tantos dígitos cuando los expresas que los sistemas empiezan a congestionar y empieza ocurrir el desbordamiento de los dígitos, entonces el desbordamiento de los dígitos es una cosa que tenía a las empresas fraccionando operaciones, facturas y estaba generando aumentos de costos e inoperancia gigantesca para sacar un camión de cualquier producto», afirma a France 24.
Con una hiperinflación presente en Venezuela desde finales del año 2017, cuando alcanzó los seis dígitos, la moneda local fue perdiendo valor, los billetes comenzaron a escasear o ser insuficientes y se generó un colapso en los sistemas de pago y transacciones, que se mantiene hasta ahora, aún cuando la inflación ha desacelerado a los cuatro dígitos.
Desde 2019, el dólar se impuso como moneda de facto en Venezuela –sin que el Gobierno opusiera resistencia–, tras años de satanizar su uso. La ‘dolarización’, que es catalogada como una válvula de escape a la crisis, sumó otros problemas a los venezolanos. Por ejemplo, precios ‘dolarizados’ en un país donde no todos ganan en divisas; desde la gasolina hasta un ‘hot dog’ en la calle se pagan en dólares a precios internacionales.
Entretanto, los salarios de los venezolanos equivalen entre cuatro dólares en el sector público y 90 dólares en el mejor de los casos, lo que ha generado mayores brechas de desigualdad y pobreza. Aunque la ‘dolarización’ la presentan como una válvula de escape a la crisis, también causa problemas cotidianos, como la dificultad de dar vueltos en dólares de baja denominación porque el país no genera divisas.
En casi todos los establecimientos comerciales los carteles con la lista de precios están marcados en dólares. Muchos comerciantes tienen que usar el ingenio para no perder ventas ante la dificultad para dar vuelto. Según los expertos, de no atacar el problema de fondo (la inflación), se estima que en cuatro o cinco años se esté dando otra reconversión monetaria.
Los bodegones, una alternativa para adquirir productos básicos
Entretanto, con la ‘dolarización’ transaccional comenzaron a proliferar los bodegones o negocios llenos de productos del extranjero, que dejaron atrás periodos de profunda escasez de alimentos y largas filas para adquirir productos básicos.
El ‘boom’ de los bodegones coincidió con la exoneración de aranceles que el Gobierno de Maduro realizó hace tres años a las importaciones de 3.000 artículos, para paliar la falta de alimentos que vivió Venezuela entre 2015 y 2017. Desde leche de almendras de Estados Unidos o de Italia, hasta los faláfel del Líbano o cervezas importadas, hoy todo se consigue en estos establecimientos.
Los productores locales han sido los más afectados con esta medida. Mientras los importadores pueden traer productos terminados sin pagar impuestos, ellos enfrentan altos aranceles al comprar materia prima para producir. Hasta el momento, el sector agrícola solo produce entre un 20%-25% de la demanda nacional, una caída sustancial con respecto al 70% que se producía en 2009.
Los anaqueles, por ahora, están abastecidos, pero la mayoría de los ciudadanos no tienen poder de compra. Según un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello, basado en la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), la pobreza extrema en Venezuela aumentó hasta el 76,6%, mientras que el año pasado se situaba en 67,7%.
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