La mayoría de los vuelos desde la capital griega continúan cancelados y el tráfico marítimo también está paralizado.
Brenda Valverde Rubio | El País
La gran nevada ha vuelto un año después. Los copos de nieve que caían sobre Atenas la mañana de este lunes eran solo una anécdota pintoresca que fotografiar hasta las 10.30 de la mañana. A esa hora los móviles de los ciudadanos que viven o están de paso en la región griega de Ática, donde se encuentra la capital del país, recibieron una alerta con un mensaje que no dejaba lugar a duda: “alerta de emergencia extrema”. La nevada que traía el temporal Elpis —bautizado como la diosa de la Esperanza— se intensificaba y el aviso pedía que se limitasen los desplazamientos a lo esencial.
Casi todos los vuelos nacionales e internacionales siguen suspendidos este martes y también está paralizado el tráfico marítimo. En Atenas solo permanecen abiertos los supermercados, las gasolineras y las farmacias.
Algunas zonas de la cuenca de Ática llevaban ya casi un día sin corriente, según informa la agencia Efe. A pesar de los equipos desplegados, la reparación está resultando complicada, no solo porque hay que retirar árboles que han caído sobre postes de la electricidad, sino porque la nieve que se ha acumulado en el tendido se ha congelado y en algunos puntos se están rompiendo los cables.
Los atenienses recuerdan a la perfección la última nevada de estas magnitudes, fue en febrero del año pasado y entonces sí llevaban una década sin ver algo semejante. El lunes las tiendas bajaban las persianas, el metro se llenaba de gente que regresaba a sus casas antes del almuerzo y circular sobre el asfalto cada vez era más difícil. Los coches con cadenas eran los únicos que conseguían seguir rodando y sobrevivir a un episodio metereológico que estaba previsto y que, sin embargo, según informó el portavoz del Gobierno, Yannis Ikonomu, en declaraciones a la cadena privada Skai, dejó a más de medio millar de personas más de 20 horas en sus coches esperando las máquinas quitanieves.
Durante esta pasada noche pudieron ser retirados de la autopista de circunvalación de Atenas 1.800 vehículos, pero el martes permanecían 1.200 allí todavía, algunos abandonados, pero otros con personas dentro. Miles de ciudadanos que fueron evacuados de sus coches en la autopista se refugiaron durante la noche en el aeropuerto Eleftherios Venizelos.
“He tardado dos horas en llegar al aeropuerto, cuando normalmente serían 50 minutos”, explica Andrés Pujol, madrileño que ha pasado el fin de semana en Atenas celebrando el cumpleaños de un amigo de Barcelona que sí consiguió coger su vuelo de regreso el lunes por la mañana. El de Andrés, operado por Iberia, y muchos otros se fueron cancelando por goteo y a las 21.00 horas del lunes era imposible abandonar el aeródromo ni en taxi ni en transporte público.
Centenares de personas pasaron la noche entre los bancos, los carritos portamaletas y el gélido suelo de unas instalaciones donde no quedaban enchufes libres y donde muy pocos se fueron sin hacer al menos una vez la cola del Gregory’s, el único sitio que sirvió sin descanso comida y bebida caliente. También cerveza, patria y de importación.
Elpis ha vuelto a poner a prueba a un país que no está acostumbrado a verse paralizado así y que confía en que “la última diosa”, como también se la conoce, les traiga el fin de estas inusuales nevadas.
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