En poco más de un mes, Volodimir Zelenski pasó de ser un inexperto presidente que venía del mundo del entretenimiento, a uno de los líderes más respetados y valorados a nivel global. Desde aquel 24 de febrero cuando Vladimir Putin dio luz verde para iniciar la invasión a Ucrania, hasta el día de hoy, el mandatario estuvo al frente de la resistencia en todo momento. Y aunque en cada intervención se muestra con mucha fortaleza y templanza, el deterioro físico que sufrió el jefe de Estado a raíz de la tensión y estrés de la guerra es notable.
Basta con comparar dos fotos para ver el impactante antes y después de Zelenski. En las imágenes publicadas por su propio equipo de presidencia apenas días antes del inicio de la invasión se lo puede ver con el rostro fresco, afeitado, fiel a sus cortos 43 años.
Su última aparición pública fue este lunes, cuando se dirigió a la ciudad de Bucha, recuperada a las tropas ocupantes rusas. Allí las fuerzas ucranianas hallaron numerosos cadáveres de civiles en las calles, lo que generó un fuerte repudio por parte de la comunidad internacional.
Ya su aspecto era muy diferente al de hace apenas 40 días. Se lo observa visiblemente cansado, con ojeras, y una barba de varios días. También la expresión de su cara denota preocupación, cansancio y estrés.
Y no es para menos. En estas semanas Zelenski, al igual que todo el pueblo ucraniano, está viviendo una verdadera pesadilla. Además de coordinar las maniobras de resistencia de las fuerzas ucranianas, continúa alzando la voz para que la comunidad internacional ayude a detener la maquinaria de guerra de Putin.
En pocos días también fue testigo de los brutales crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas. Bucha fue, tal vez, el caso de mayor impacto. Allí las fuerzas invasoras perpetraron una verdadera masacre. Luego de recuperar el control de la ciudad, las autoridades ucranianas recuperaron 410 cadáveres de civiles.
Algunas de las víctimas tenían las manos atadas a la espalda y fueron ejecutadas con una bala en la cabeza en plena vía pública. Los trabajadores de las funerarias están sobrepasados y no pueden seguir con las tareas de recuperación de cuerpos.
Este lunes Zelenski aseguró desde Bucha que se cometieron “crímenes de guerra” que serán “reconocidos como genocidio”. Vestido con un abrigo caqui, un chaleco antibalas y rodeado de soldados, habló a la prensa durante una visita a esta ciudad que fue fuertemente asediada y bombardeada por las tropas rusas durante las últimas semanas.
“Cada día, cuando nuestros combatientes entran y recuperan un territorio, ven lo que ocurre. Son crímenes de guerra y serán reconocidos como genocidio”, afirmó.
Además de tener la responsabilidad de encabezar la resistencia ucraniana, Zelenski también sabe que tanto él como su familia están en la lista de objetivos del Kremlin. De acuerdo a varios reportes, Putin no sólo lo quiere fuera del gobierno para tener en su lugar a un presidente amigo de Moscú. El dictador también habría ordenado asesinar a Zelenski y su familia.
Mikhail Podolyak, jefe de la oficina del presidente ucraniano, alertó a principios de marzo sobre la existencia de “grupos de sabotaje” rusos que entran a Kiev con el objetivo de asesinar a Zelenski y su familia.
En declaraciones al portal Pravda.com, el asesor de Zelenski indicó que “una red muy poderosa de inteligencia y contrainteligencia” logró frustrar los intentos de atentado perpetrados por los reclutas rusos, que fueron abatidos antes de llegar al presidente de Ucrania.
Podolyak sostuvo que los servicios de inteligencia occidentales tenían razón al alertar que Zelenski era el “objetivo número uno” de Putin. Según indicó, hasta la fecha hubo más de una docena de intentos de asesinato contra el presidente ucraniano. Los principales encargados de esa misión fueron mercenarios del Grupo Wagner, apoyado por el Kremlin, y las fuerzas especiales chechenas.
De acuerdo a lo informado por The Times, los atentados fueron frustrados por miembros subversivos contra la guerra dentro del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, quienes alertaron a las autoridades ucranianas.
Putin no oculta su objetivo. El oligarca Roman Abramovich, ex propietario del Chelsea FC, intentó oficiar de mediador entre los presidentes de Rusia y Ucrania. Sin embargo, su última reunión con Putin no dejó lugar para la esperanza. Luego de entregarle una nota escrita por Zelenski, en la que describía los términos que Kiev consideraría aceptar para poner fin a la guerra, la respuesta del régimen ruso fue concluyente: “Dile que lo aplastaré”.
Pese a todo lo que está viviendo y atravesando, Zelenski advirtió que no abandonará su lugar y que permanecerá hasta terminar con la invasión rusa. “Me quedo en Kiev. En mi oficina. No me escondo y no le tengo miedo a nadie”, aseguró semanas atrás, en un contundente mensaje enviado a Putin y a sus tropas.