“No hay un solo indicativo para presagiar que Venezuela se está arreglando, como gritan muchos cómplices de la barbarie disfrazados de políticos, intelectuales y economistas críticos, que se atreven a enarbolar que el problema de Venezuela está en las sanciones y no en la corrupción y en la destrucción de la institucionalidad. Hoy más que nunca estoy convencido que la decisión que tomamos, aquel 30 de abril de 2019, valió, vale y valdrá la pena”, dice, en conversación con Infobae, el teniente coronel Ilich Alberto Sánchez Farías, el comandante militar más visible de la Operación Libertad, junto con el teniente coronel Rafael Pablo Soto Manzanares.
A propósito de ayer cumplirse tres años de lo que sería la rebelión más importante llevada a cabo por funcionarios militares y policiales, por civiles y dirigentes políticos de la oposición para la salida de Nicolás Maduro Moros del poder, el oficial considera que “es un buen día para renovar los votos de compromiso y lealtad con la República”.
Sánchez evidencia pesadumbre cuando analiza la situación del país. “El rumbo de los acontecimientos que se han devenido del actuar político-militar durante los últimos años mantienen a nuestro país en un eterno estado de coma, solo recibiendo oxígeno de una maquinaria que maneja los hilos institucionales cual estructura criminal, donde el fin justifica los medios, donde se premia la barbarie y se castiga la racionalidad, donde los sueños de las futuras generaciones ya no importan para nada”.
Califica con dureza a la revolución bolivariana, al describirla como el “cáncer que ha permeado todas las estructuras de vida, causando una extraña patología, producto de la interferencia que atenta contra la supervivencia cotidiana, que hace dudar a muchos hombres y mujeres de bien, en diferenciar lo bueno de lo malo, lo moral de lo inmoral, lo ético y lo infame”.
“Lo más apropiado para describir cómo esta casta dirige a nuestra Nación hoy lo dijo Hayek: ‘Se necesita mantener a los inescrupulosos, los cobardes, los miserables y los cómplices en las esferas de influencia y toma de decisiones, para mantener el poder’. Esa es la radiografía que describe las causas que enlutan a nuestro país”, explicó Ilich Sánchez parafraseando al premio Nobel de Economía Friedrich August Von Hayek en su obra Camino de Servidumbre.
“Ante ese escenario, hoy más que nunca estoy convencido que la decisión que tomamos aquel 30 de abril de 2019, que significó entregar, en manos de la República, nuestras vidas, nuestra libertad, nuestras carreras, nuestros bienes, a cambio de cumplir con nuestro sagrado juramento del deber de defender la Patria y sus instituciones, valió, vale y valdrá la pena en nombre de los cientos que perdieron la vida, la libertad y los millones que se mantienen en agonía dentro y fuera de nuestro territorio”, afirmó.
“No teníamos otra opción”
Sánchez Farías, quien pertenece a la II promoción Batalla de Maturín, está convencido que aquella acción del 30A “sirvió como una pizca de carbón para alimentar la llama de esperanza para que, más temprano que tarde, los caídos reciban los honores que se merecen, los apresados recobren su libertad y nuestros ciudadanos la normalidad que tanto necesitan”.
Ante errores cometidos, reflexiona un momento y responde: “Bueno, al mirar atrás y ver los desaciertos de ese acontecimiento, puedo ver que el más sobresaliente fue haber depositado nuestra confianza en personas y grupos que tenían intereses y proyectos individuales, muy alejados de lo que requiere nuestra gesta libertaria. La providencia, el tiempo y la verdad los pondrá en el lugar donde deben estar y permanecer”.
Consultado sobre cuál era el objetivo del 30A, responde: “No era otra más que la libertad de la República y la vuelta a la normalidad, donde pudieran reencontrarse madres con hijos, abuelos con nietos, amigos y conocidos. Puedo decir sin dudar que, aunque no se logró esos objetivos, el más sublime de nuestra causa noble y justa, nuestro aporte sirvió y servirá para demostrar que dentro de la Fuerza Armada Nacional hay cientos de miles igual que nosotros, que piensan que sí se puede vencer a este enemigo que mantiene azotada a la Republica. Nos queda esperar que se puedan articular los eslabones correctos”.
La pregunta sobre qué le diría a quienes, como él, se aventuraron en la llamada Operación Libertad, lo hace calcular las palabras. “Quiero decirle a mis compañeros de armas, superiores y subalternos, quienes creyeron, sumándose a la gesta libertaria y que hoy en día se encuentran en circunstancias apremiantes; detenidos, torturados, expropiados y exiliados, aunque hoy el horizonte esté nublado, se sientan orgullosos de haber actuado con valentía en cumplimiento del deber, porque no teníamos otra opción”.
“El mañana es incierto pero el sol saldrá nuevamente y cuando ese día llegue, ustedes estarán en el lado correcto de la historia y nadie puede ni podrá reprocharles nada; debemos mantenernos prestos y firmes al llamado de la República, ‘manteniendo una conducta recta y dejando al tiempo hacer prodigios’”, destaca Ilich Sánchez citando al Libertador Simón Bolívar en la carta que el 20 de abril 1825 le dirige al entonces coronel Heres.
“Mi compromiso se mantiene firme e inquebrantable con la Republica y sus instituciones, por encima de ideologías, partidismos y personalismos, no nos queda más que rendirle honor y gloria a los cientos de jóvenes y adultos que entregaron sus vidas por creer que era y es posible darle la libertad a nuestro país; ellos, más que nadie, deben descansar en paz, luchar por quienes se mantienen presos físicamente pero libres de pensamiento y por los millones que luchan día a día por mantenerse firmes y de pie contra las adversidades y la tiranía, porque sin justicia no hay paz”, dice para finalizar el comandante de la Operación Libertad.
Dónde están
Ese 30 de abril (30A) en la madrugada más de un centenar de comandos del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) y militares de la Guardia Nacional y el Ejército formaron parte de una operación, que había comprometido a numerosos oficiales militares y un número reducido de civiles, entre quienes estaban principalmente Juan Gerardo Guaidó Márquez y Leopoldo Eduardo López Mendoza. La puesta en marcha arrancó en horas de la madrugada y se fueron sumando funcionarios públicos, políticos y dirigentes sociales, que se concentraron en el distribuidor Altamira de Caracas.
Mientras el general de División (Ej) y director del SEBIN liberaba de la detención en domicilio a López Mendoza, en la Asamblea Nacional el teniente coronel Sánchez Farías, comandante del Destacamento 432 que presta seguridad al parlamento nacional, se dirigió con sus subalternos al distribuidor. Simultáneamente se incorporaban oficiales comprometidos con sus subalternos.
Aunque el general de división Manuel Ricardo Cristopher Figuera fue el oficial de más alto rango que alentó la Operación Libertad, nunca llegó al distribuidor Altamira, se limitó a liberar al dirigente de Voluntad Popular (VP), Leopoldo López, quien cumplía casa por cárcel y de inmediato tomó un avión y huyó hacia Colombia. Dejó a sus subalternos esperando por él en Altamira. Después apareció en una entrevista, grabada en un hotel en Bogotá, con un supuesto periodista con acento dominicano a quien llamaba José, para hacer crear que se encontraba en República Dominicana.
El 7 de mayo los Estados Unidos le retira las sanciones, que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de USA le había impuesto tres meses antes, el 15 de febrero 2019. El 21 de junio Canadá lo retira de la lista de funcionarios sancionados. El 24 de junio es trasladado por funcionarios estadounidenses en avión a EEUU, donde ha permanecido desde entonces.
Junto al comandante Illich Alberto Sánchez Farías, tuvo un papel estelar el también teniente coronel Rafael Pablo Soto Manzanares, quien tenía más de un año en Comisión en el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). El cuadro de los cinco comandantes lo completa los tenientes coroneles Ramón Ignacio Zambrano Rivas, quien era el Comandante de la Unidad Especial de Seguridad en Paracotos del Comando de Zona 43 de la GNB; Nelson Horacio Morantes González, entonces Jefe de la División de Alistados de la Dirección de Personal de la GNB; y Arturo José Gomes Morantes, quien era el Jefe de la División de Gestión Financiera de la GNB.
Todos ellos pertenecen a la II promoción de la GNB Batalla de Maturín. Y después que fracasa la Operación Libertad lograron refugio diplomático y el 9 de diciembre 2019 abandonan la embajada de Panamá en Caracas y salir hacia Colombia desde donde se desplegaron para otros países.
Algunos de los detenidos por esa Operación fueron el coronel (Ej) Ervin José Gragirena Echezuría, el coronel (GNB) Ramón Alí Peñalver Vásquez, el teniente de Navío Rigoberto Pinzon Palencia, Teniente (GNB) Rafael Antonio Villafranca López, Primer teniente (Av) Carlos Eduardo León Núñez, los SM2 (GNB) Adelis Pastor Rosales Perosa, SM3 (GNB) Juan Carlos Bolívar Rodríguez, SM2 (GNB) Oneiver José Paredes, SM2 (GNB) Miguel José Salazar Polanco, SM2 (GNB) Anderson Daniel Farnetano Yamboos y la teniente Shaquira Betania Pérez Gudiño, quien salió en diciembre 2021 en libertad plena.
El Mayor (Av) Andry Federico Carrizález, quien no estaba involucrado en el 30A, pero trató de apoyar con la toma de la sede de CAVIM, permaneció mucho tiempo grave por el impacto de los tiros que recibió en los ojos y lo dejaron ciego.
Del país salió parte importante de la tropa, la cual se encuentra en situación de inestabilidad económica y jurídica; muchos de los militares que participaron en la Operación Libertad manifiestan su descontento con Leopoldo López y Juan Guaidó.
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