El Hotel Saratoga, una estructura del siglo XIX ubicada en el Paseo del Prado, en La Habana Vieja, es un hotel cinco estrellas con 96 habitaciones, bares, restaurantes y una piscina en la azotea con una vista panorámica de la ciudad.
Luego de que se conociera la noticia del derrumbe, cientos de vecinos salieron a las calles ante el temor a nuevas explosiones, ya que se encuentra en una zona de edificaciones antiguas y deterioradas del centro histórico.
El hotel estaba cerrado y solo había trabajadores adentro en el momento de la explosión. La reapertura estaba programada para los próximos días y los empleados estaban ocupándose de los preparativos finales.
Había sido remodelado por una empresa británica después de la caída de la Unión Soviética y fue considerado el lugar ideal para visitar a funcionarios gubernamentales y celebridades durante muchos años. Recientemente había perdido algo de su brillo con la apertura de nuevos hoteles en La Habana, pero seguía siendo un cinco estrellas.
El edificio fue encargado por primera vez por el comerciante español Don Eugenio Gregorio Palacios entre 1879 y 1880, quien nació en Santander, era propietario de varias instalaciones de alojamiento y firmó un contrato en 1879 para la construcción.
Antes se ubicaba en la calle Monte, pero fue trasladado a este edificio en la calle Prado hacia 1933. Su terraza, llamada Aires Libres, fue un importante centro cultural y tradicional en el siglo XX.
Con su diseño neoclásico francés, con balcones de hierro forjado, es uno de los edificios más emblemáticos de la capital cubana. Fue construido en 1880 para albergar almacenes, fue remodelado como hotel en 1933 y reinaugurado en 2005.
“En 1935 fue considerado como uno de los hoteles más importantes de La Habana, gracias a las instalaciones recreativas de moda, pero sobre todo por su columnata, donde músicos destacados cubanos interpretaban ritmos locales, y en particular el son”, según reza su página oficial.
Originalmente, era un edificio de tres pisos: la planta baja se utilizaba como depósito de tabaco y tenía una tienda. Poseía un pasaje hacia cuatro habitaciones en el primer piso. El segundo piso se utilizó como hotel o casa de huéspedes con 43 habitaciones y un comedor.
Su arquitectura responde a la época colonial y un carácter ecléctico con una gran cantidad de elementos de interés como la carpintería francesa, la cerámica y el mármol cubano. El proyecto que la restauró fue realizado en 2005 por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Su hermosa ubicación y las vistas panorámica desde su terraza convirtieron a este hotel en el preferido de personalidades internacionales que viajaban a La Habana, como el escritor Rafael Alberti, o a los músicos Beyoncé y Jay Z.
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