Según las últimas actualizaciones del sitio de estadísticas Our World in Data,ya suman más de 300 los casos de viruela del mono confirmados desde el comienzo del brote en países donde la enfermedad no es endémica. Además, muchos otros casos están siendo investigados en 21 países.
Y en un mundo agotado de luchar contra el coronavirus, tras dos años y tres meses de pandemia, el nuevo brote genera las dudas inevitables: ¿quiénes están en riesgo? ¿hay algún grupo de la población más protegido? ¿cuál?
La primera respuesta de los especialistas es alentadora: es probable que la mayoría de los niños y adultos con sistemas inmunitarios sanos esquiven una enfermedad grave. Sin embargo, hay dos grupos que son considerados de alto riesgo.
Uno lo representan los bebés menores de seis meses, que aunque el brote actual todavía no registró casos en este grupo, se sabe que sus defensas son menores frente a todas las enfermedades. En el otro extremo, muchos adultos mayores, el grupo más propenso a sucumbir frente al virus de la viruela del mono, al menos tienen un porcentaje de protección gracias a las vacunas contra la viruela que se pusieron hace décadas, según sugieren estudios.
Así, los adultos mayores vacunados podrían infectarse, pero es probable que atraviesen sólo un cuadro con síntomas leves.
“En resumidas cuentas, incluso quienes fueron vacunados hace muchas décadas mantienen un nivel muy, pero muy alto de anticuerpos y la capacidad de neutralizar el virus”, comentó Luigi Ferrucci, director científico del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento. “Incluso si se vacunaron hace 50 años, esa protección debería seguir presente”, aseguró.
Respecto a la durabilidad de la vacuna contra la viruela, Anthony Fauci, el máximo asesor sobre enfermedades infecciosas del gobierno de Joe Biden aseguró que es razonable suponer que la mayoría de la gente vacunada sigue protegida, pero reconoció que “la durabilidad de la protección varía de persona a persona”.
“No podemos garantizar que una persona que fue vacunada contra la viruela esté protegida contra la viruela del mono”, destacó Fauci. Hay opiniones encontradas sobre la duración de la inmunidad de una vacuna contra la viruela.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan refuerzos de las vacunas contra la viruela cada tres años, pero sólo “para personas en riesgo de exposición por su ocupación”, mencionó en un comunicado David Daigle, un vocero de la agencia.
En Estados Unidos, por ejemplo, se dejó de implementar la inmunización rutinaria contra la viruela en 1972. El ejército continuó con su programa de vacunación hasta 1991 a manera de precaución en contra de un ataque bioterrorista, según publicó The New York Times.
“Hasta que sepamos más, seguiremos usando las reservas de vacunas disponibles para la gente que haya tenido un contacto cercano con casos conocidos y la gente con el mayor riesgo a estar expuesta por sus trabajos, como los profesionales de la salud que tratan a los pacientes con la viruela del mono”, destacó Daigle.
Estados Unidos y varios países europeos comenzaron a inmunizar a los contactos cercanos de los pacientes infectados, una estrategia llamada vacunación en anillo.
Muchos de los grupos más vulnerables ya podrían estar protegidos. En un estudio, Mark Slifka, inmunólogo de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón y sus colegas, tomaron muestras de sangre de 306 voluntarios vacunados, algunos de los cuales habían sido inmunizados hacía décadas, entre ellos uno que había sido inmunizado 75 años atrás. Y hallaron que la mayoría mantuvo altos niveles de anticuerpos contra la viruela.
Ferrucci y sus colegas del NIH, así como otros equipos, también descubrieron que los niveles de anticuerpos persisten durante décadas luego de la vacunación. Algunos estudios encontraron que otras ramas del sistema inmunitario también disminuyen lentamente, pero los anticuerpos producidos por la vacunación pueden ser suficientes por sí solos para proteger contra la viruela del simio.
Quiénes están en riesgo
Por otro lado, hay tres grupos poblacionales con mayor riesgo de infectarse de viruela del mono, según aseguró el doctor Richard Kennedy, profesor de Medicina y codirector del Grupo de investigación en vacunas de la Clínica Mayo.
El primero lo conforman aquellas personas que viajan a áreas donde la enfermedad es endémica. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, los países donde la viruela del mono es endémica son Benín, Camerún, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Gabón, Ghana (donde se identificaron casos sólo en animales), Costa de Marfil, Liberia, Nigeria, Sierra Leona, Sudán del Sur y República del Congo, donde se identificó el primera caso en un humano en 1970.
Los viajes, de hecho, son un factor clave en los brotes. Salvo “muy pocas excepciones”, según el experto, todos los casos de viruela del mono que se habían registrado antes fuera de África eran de viajeros que volvían de ese continente.
También tienen un mayor riesgo quienes están en contacto cercano a estas personas que viajaron y los trabajadores de la salud que tratan a pacientes con viruela del mono sin contar con los equipos de protección personal adecuados.
Acerca de quiénes pueden desarrollar una enfermedad más severa, Kennedy destacó que “es probable que las personas inmunocomprometidas se infecten de manera más fácil y desarrollen una enfermedad más grave”. Esta categoría, según el experto, incluye a las personas VIH positivo, pacientes con cáncer, receptores de un trasplante de órganos y aquellos que estén tomando medicamentos inmunosupresores.
Asimismo,algunas afecciones de la piel como el eczema y la dermatitis atópica se asocian con infecciones más graves por cuenta del virus ortohopox, género del cual forma parte la viruela del mono, pero todavía no se sabe si concretamente este será el caso para la enfermedad de la viruela del mono.
La infección de la viruela del mono, también llamada viruela símica, comienza con síntomas respiratorios, pero se desarrolla hasta convertirse en un sarpullido distintivo, primero en la boca, luego en las palmas de las manos y las plantas de los pies y poco a poco en el resto del cuerpo. Con el tiempo, el sarpullido crece hasta que se convierte en ampollas llenas de pus.
Cada pústula contiene virus vivo y una ampolla rota puede contaminar la ropa de cama y otros artículos, por lo que el contacto cercano es el más riesgoso.
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