El Gobierno italiano de Giorgia Meloni ha declarado la guerra al uso de los móviles en las escuelas. El ministro de Educación, Giuseppe Valditara, ha enviado una circular a todos los colegios e institutos italianos en que prohíbe el uso del teléfono en clase, un elemento que, a su juicio, representa una “distracción tanto para quien los usa como para los compañeros, además de una grave falta de respeto para el docente que configura una infracción disciplinaria sancionable”.
“Yo no digo que no puedas entrar a clase con tu móvil. Pero puedes dejarlo en la entrada o en todo caso fuera de la lección: vas a la escuela, a estudiar, no a chatear”, aseguró el ministro Valditara en una entrevista reciente.
Hasta el momento, el consentimiento del uso de los móviles en clase era una decisión del director de cada centro, pero, para el nuevo ministro, “distraerse con el móvil no permite seguir las clases de modo provechoso” y menosprecia la figura del profesor, “a quien es prioritario devolver la autoridad”. “El interés común que pretendo perseguir es el de una escuela seria, que vuelva a estar centrada en el aprendizaje y el esfuerzo”, comentó el titular.
La circular aclara que no van a introducir nuevas sanciones disciplinarias contra quienes no obedezcan estas normas, apelando a un “sentido de responsabilidad”, pero no especifica si los profesores van a tener que requisar los aparatos antes de entrar en la clase o bien bastará con que los alumnos los mantengan guardados.
También indica que los móviles y otros dispositivos se podrán seguir utilizando si el maestro así lo autoriza y respetando las normas escolares, con “fines educativos, inclusivos y formativos”. “Invitamos también a los centros educativos a velar por el cumplimiento de la normativa vigente y a promover, en su caso, refuerzos normativos más estrictos y pactos de corresponsabilidad educativa, para prevenir eficazmente el uso indebido de estos dispositivos”, abunda la norma ministerial.
La carta del ministro va acompañada de las conclusiones de un informe realizado por el Senado italiano, donde se comparan los efectos que producen los móviles en los más jóvenes con la cocaína. El texto describe los “daños físicos: miopía, obesidad, hipertensión, trastornos musculoesqueléticos, diabetes”; pero también los “daños psicológicos: dependencia, alienación, depresión, irritabilidad, agresión, insomnio, insatisfacción y disminución de la empatía”.
Según la investigación, que se basa en la opinión de los “neurólogos, psiquiatras, psicólogos, pedagogos, grafólogos y fuerzas del orden” escuchados, lo más preocupante es “la pérdida progresiva de las facultades mentales esenciales, las facultades que durante milenios han representado lo que sumariamente llamamos inteligencia: la capacidad de concentración, la memoria, el espíritu crítico, la adaptabilidad, la capacidad dialéctica”.
“Son los efectos que produce el uso, que en la mayoría de los casos solo puede degenerar en abuso, de smartphones y videojuegos sobre los más jóvenes. Nada diferente a la cocaína: implicaciones idénticas, químicas, neurológicas, biológicas y psicológicas”, reza el informe, que termina tachando a los estudiantes italianos de “drogados y descerebrados” por la esclavitud ante los aparatos.
El nuevo titular de Educación italiano, de la ultraderechista Liga, está dando mucho que hablar. No solo por esta prohibición que, en general, ha tenido bastante buena acogida en el país. Si no también porque desde el principio el nombre del ministerio pasó a ser Educación y Mérito, y porque, en noviembre, defendió “la humillación” en los colegios, comentando el caso de un alumno que había agredido a una docente y esta había apostado por asignar trabajos comunitarios a los estudiantes problemáticos. “Viva la humillación porque es un factor fundamental en el crecimiento y la construcción de la personalidad”, declaró. Después de la polémica, Valditara pidió disculpas por su “propio error”.
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