El Papa ha renovado su llamamiento por la paz en Ucrania, tan solo cuatro días después de recibir en el Vaticano al presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, que duró 40 minutos y en el que el líder ucraniano pidió al Pontífice que se una a su estrategia de paz de diez puntos, que incluye que Rusia abandone todas las posiciones del país, al tiempo que rechazó cualquier mediación en el conflicto.
“Recemos al Señor por la atormentada Ucrania: ¡hay tanto sufrimiento allí!”, ha exclamado Francisco durante la audiencia general de este miércoles en la plaza de San Pedro. En sus saludos a los fieles de lengua italiana ha instado a rezar “por los heridos, por los niños, por los que han muerto, para que vuelva la paz”. El Papa también se ha referido a Ucrania en sus saludos a los fieles polacos al confiar a Dios “todas las cuestiones difíciles” de esta patria y las de otros países, en particular la cuestión de la paz en Ucrania.
Durante la reunión entre el Papa y el líder ucraniano durante 40 minutos este sábado, Zelensky defendió su plan de paz “como la única salida posible a la guerra” y, además, le pidió que se uniera a él.
Francisco ha dedicado la catequesis de este miércoles a la figura de San Francisco Javier, “el mayor misionero de los tiempos modernos”, que se convirtió en el patrón de las misiones católicas. Francisco Javier nació en una familia noble pero empobrecida de Navarra en 1506. Estudió en la Universidad de París para obtener un cargo eclesiástico bien remunerado que le asegurara el futuro.
“Es un joven agradable y brillante, que sobresale en el deporte y en el estudio. En su colegio conoce a un compañero mayor y un tanto especial: Ignacio de Loyola –ha explicado–. Así comienza el primero de una numerosa hueste de misioneros apasionados, dispuestos a soportar inmensas dificultades y peligros, a llegar a tierras y conocer pueblos de culturas y lenguas totalmente desconocidas, movidos únicamente por el fortísimo deseo de dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio”.
“LES DEJAMOS MORIR EN EL MEDITERRÁNEO”
En este sentido, ha recordado que los viajes en barco en aquella época “eran muy duros y peligrosos” y que incluso “muchos morían en la travesía por naufragios o enfermedades”. “Hoy, por desgracia, mueren porque les dejamos morir en el Mediterráneo”, ha lamentado.
Del mismo modo, ha considerado que hoy en día “hay muchos sacerdotes, laicos y monjas que se van de misión”. En este sentido, ha manifestado que “hay muchos hombres y mujeres que lo han hecho de manera ejemplar” y se ha referido a ellos como “misioneros escondidos”. Hablando sobre el celo apostólico, ha manifestado que salir de misionero “es grande, salir de la patria para predicar el Evangelio”.
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