El próximo 20 de junio, un tribunal de Alemania tomará una decisión sobre una denuncia por abusos sexuales que salpicó a Joseph Ratzinger cuando este era arzobispo de Múnich, lo que está complicando el reparto de la herencia.
Según la agencia católica alemana KNA y la Bayerischer Rundfunk, Martina Holzinger, uno de los cinco parientes a quienes toca la herencia del Papa emérito, ha renunciado al legado porque quien la acepte deberá pagar la eventual indemnización si el Pontífice resultara culpable en la demanda civil pendiente de resolución.
Se trata de un proceso civil en el que Benedicto XVI aceptó participar, aunque no estaba obligado, y que pretende determinar si cuando fue arzobispo de Múnich a principios de los 80 hizo todo lo posible para impedir que un sacerdote pederasta cometiera abusos varios años después.
Los otros cuatro primos aún no han anunciado su decisión a Georg Gänswein, antiguo secretario del Papa emérito y su actual albacea, quien se está ocupando de buscar a los herederos. Según explicó él mismo en declaraciones a los medios italianos, la herencia no incluía los derechos de autor, que fueron cedidos al inicio del Pontificado a la editorial de la Santa Sede.
El papa emérito Benedicto XV falleció en diciembre del 2022 a los 95 años.
Benedicto XVI sorprendió al mundo el 11 de febrero de 2013 cuando anunció que ya no tenía la fortaleza para seguir al frente de la Iglesia católica de 1.200 millones de fieles que había comandado durante ocho años en medio de escándalos e indiferencia.
Su dramática decisión abrió paso al cónclave que eligió al papa Francisco como su sucesor. Desde entonces, los dos pontífices convivieron en los jardines del Vaticano, en un acuerdo sin precedentes que sentó las bases para que futuros “papas eméritos” puedan hacer lo mismo.
Dirigió la Iglesia en medio del escándalo de abusos sexuales cometidos por clérigos, al que siguió otro cuando su propio mayordomo robó sus documentos personales y se los entregó a un periodista.
Pero su pontificado quedó marcado de forma irreversible por el estallido a nivel mundial del escándalo de abusos sexuales en 2010, a pesar de que cuando fue cardenal fue el responsable de que el Vaticano cambiase su enfoque sobre el asunto.
Según los documentos, a pesar de conocer muy bien el problema, la Santa Sede hizo caso omiso durante décadas, llegando a desautorizar a obispos que intentaban hacer lo correcto.
Benedicto XVI conocía de primera mano la magnitud del problema, ya que en su antiguo puesto en la Congregación para la Doctrina de la Fe, que dirigía desde 1982, era el responsable de hacer frente a los casos de abusos.
De hecho, fue él quien en 2001 tomó la decisión, entonces revolucionaria, de asumir la responsabilidad de procesar esos casos tras percatarse de que obispos de todo el mundo no castigaban a los agresores, sino que se limitaban a cambiarlos de parroquia, donde podrían volver a violar.
Y una vez que asumió el papado, en esencia actuó en forma muy distinta a Juan Pablo II, al tomar medidas contra el sacerdote pederasta más famoso del siglo XX, el mexicano Marcial Maciel. Benedicto XVI asumió el control los Legionarios de Cristo, la orden religiosa conservadora de Maciel que su predecesor había considerado un modelo de ortodoxia, después de que se reveló que el fundador había abusado sexualmente de seminaristas y engendrado al menos tres hijos.
Ya retirado, el Papa emérito fue señalado en un informe independiente por su trato a cuatro sacerdotes cuando era obispo de Múnich. Negó haber cometido delito alguno a nivel personal, pero pidió disculpas por cualquier “falta grave”.
(Con información de EP y AP)
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